Localización: En alguna parte de la frontera de Carolina del Sur, Estados Unidos. Carlisle... Respiré hondo con mi mirada vaga, hacia aquella inmensidad de edificios que me rodeaban. En el parapeto de lo que estaba. Crucé mis piernas y llevé mis manos a los bolsillos de mi pantalón social negro, sintiendo ese viento frío soplando en la piel de mis antebrazos expuestos y cara. Erizando el pelo de esa segunda máscara. Miré hacia abajo, el tráfico caótico que se formaba con el regreso de personas del trabajo a casa o de otro lugar donde estaban. Los humanos eran tan frágiles y al mismo tiempo lograron sobrevivir durante siglos, siguiendo conceptos tontos y divinidades que ni siquiera existían. El comienzo del mundo... por los ojos de mi príncipe y señor Lucifer. un arcángel caído y poderoso. Que ahora tenía su verdadero rostro desfigurado por la caída al planeta tierra, aquello era nuestro cuento de hadas favorito. Que nos enseñaban nuestra diosa y señora Lilith. La prime
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos.Carlisle... Giré hacia ese auto negro, un Volkswagen Crossfox, mientras Emme estaba en completo y mórbido silencio. No me miraba y ni siquiera quería decir algo, y lo entendí. No quise perturbarla ni pronunciar nada, pues sentía su energía aún asustada y con miedo. Experimentar esa emoción de repulsión hacia mí era como clavar una daga en mi pecho y arrancarla de arriba a abajo profundamente. Miré de soslayo hacia la misma, con mis pestañas bajando algunas veces, y simplemente respiré hondo volviendo mi atención al tránsito de la ciudad. Me di cuenta de la misma mirada, pero con esa energía de miedo. Parecía que estaba aprensiva, que algo le sucediera. O yo la lastimara de alguna forma. Sentí un dolor profundo sobre eso. Pues nunca le haría daño ni haría ningún daño a mi diosa. Me detuve en la señal y desvié mis ojos hasta los de ella. Que me miraba seria. Nos quedamos así por minutos, y después volví observando la
Emme... Me asusté cuando desapareció de mi vista, dejando solamente un olor extraño con su perfume amaderado en el aire y un humo que se disipaba. Sentí el vacío inundar mi habitación y una angustia mi corazón. Aún intentaba entender y aceptar lo que había sucedido. Cerré mis ojos, y nuevamente me acordé de su rostro demoníaco así que me remití al estacionamiento. La furia que estaba en su mirada hacia Albert. Y que en el cual fue de inmediato a su encuentro, cogiéndolo por el cuello de la camisa y colocándolo contra la pared al levantarlo del suelo en una forma sobrenatural, que me dejó asombrada. Ese hombre... mis dedos temblaron frenéticamente y respiré profundamente para calmarme, sentí el aire del oxígeno adentrarse profundamente en mis pulmones. Pero aún sentía esa angustia corroyéndome. La razón me alertaba de lo peligroso que era, dónde estaba y que si continuaba empeoraría. Mientras mi corazón sufría por la ausencia de aquel hombre... Demonio, en otras palabras. Al infierno.
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos.Emme... Me levanté de aquel lecho, y miré mi lado derecho con un leve disgusto. Aún sentía los pequeños vacíos, dejado por mi amante infernal. Su falta, su olor y su mirada. Suspiré levemente al girar y encarar mi frente en una mirada vaga, y sin emoción. Me acerqué a mis piernas y las abracé, poniendo mi barbilla en mi rodilla. Mientras, todavía procesaba todo lo que pasó hace dos días. Su rostro demoníaco aún me perseguía, en mis sueños más profundos. Y me asustaba y me preocupaba que volvieras a entrar por esa puerta. Si me lastimaría o haría algún daño por haberlo mandado lejos. Lentamente me senté en el borde de la cama, y miré al suelo. Tardé hasta que mi cuerpo se levantó y fue al baño. Las cosas ya no eran las mismas, ni en la parte del trabajo. Aunque Carlisle no hubiera intervenido, y si sucediera lo peor no iría más. Después de ese intento de abuso que sufrí de Albert, de él tocando mis partes íntimas. a
–"¿Emmeline? ¿Emmeline?" –La voz de mi madre se hacía eco del celular. Quedé petrificada con aquella aparición. Una mujer hermosa, vestida de coro desde el cuello hasta las finas botas. Un lápiz labial caliente sangre y una mirada fatal con mechones marrones con hilos dorados que caen en olas en su hombro.–Mejor atender a su madre... –Susurró al dar una sonrisa leve, y sentarse en un banco tapizado junto a la mesa. Me llevó un tiempo despertarme del susto y levanté el teléfono de nuevo y me lo llevé al oído.–Hola mamá, no fue nada. Una rata apareció aquí en casa... y me asusté.–Vaya, compararme a un ratón. ¡Sólo porque tú eres el amor de Carlisle que te perdonó! –Oí bajo. Y comencé a entender. La misma debería está a mando de él.–Mamá, hablamos después, ¿sí? Besos. –Quité el aparato y apagué la llamada. –¿Quién eres? –Indagué alejándome.–Au. –Ella me gritó y me asusté, mientras se reía de mi cara. –Eso no es gracioso.-Para mí sí. Está peor que pollo en la fila para el matadero,
Mavie... Aparecí en el balcón del apartamento de Carlisle, llevé mis dedos hasta la puerta de cristal fume. Y me deslicé hacia el costado adentrándome, y dejando una brisa matutina entrar erizando las cortinas que dejaban más aquel ambiente oscuro. Cerré de inmediato cesando el aire, y lo vi acostado de lado con la espalda desnuda así como el resto de su cuerpo enrollándose en sábanas de seda negras. Suspiré en verlo así, sin salir de la cama y sin animo alguno para vivir su vida demoníaca. Después que se hechizó por aquella humana sin sal alguno. Hice una mueca de desagrado cuando oí:–Mavis... –En una voz embargada y deplorable.–Estoy aquí. –Anuncié al acercarme a su lecho. El mismo se volvió hacia mí, con su barba naciendo de aquel bello rostro humano. Sentí pena por ese demonio, hermano mío... ¿Cómo fue a parar así y aún más por una raza inferior, de aquel creador de mierda. –Cómo está hoy?–¿Qué te parece? –Hizo una expresión melancólica, y que realmente era digna de pen
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Carlisle... Aquella morena de mirada agachada, llegó a mí como viento de un solsticio de verano. Dio cada paso firme y descalzo entre aquella hierba verde y con grava en su camino. Sus vistas marrones me hipnotizaban, como dos brillantes joyas de piedras magníficas. Sus cabellos eran como olas del mar, que caían largamente en un tono oscuro de troncos novicios. Yendo hacia sus caderas que se balanceaban queriendo embrujarme más aún. Suspiré con aquella tentación, vestida en harapos mientras su piel oscura relucía en un ligero dorado por los rayos solares que golpeaban entre los follajes de la vegetación densa. –¿Quién es, mujer? –Pregunté todavía inmerso en tal belleza. –Soy... –Ella se demoró en pararse y mirarme con una mirada de deseo, llevó sus vistas hasta mi espada que yacía en la cintura a la izquierda. –Sólo soy una mujer perdida y hambrienta. dame de comer, hombre?! –... –Estaba preocupado por tales peticiones
Mavie... Respiré profundamente desde ese balcón del edificio, observando a esas pequeñas hormigas humanas yendo y viniendo para siempre. Eso me cansaba y dejaba más claro cómo esa raza era tan inútil y más allá de todo débiles. Podían morir aleatoriamente. Hasta se atragantaron con un pedazo de carne. Toqué la piedra de aquel edificio antiguo y esperé mientras intentaba recordar sobre lo que había adquirido en esa investigación mía. Fui de Georgia a Carolina del Norte en menos de dos meses, recogiendo pistas y algo que no me dejaba parar hasta seguir al final de todo eso. Hasta encontré sólo un cordón, y un cuchillo infernal con su hoja partida en dos. Ropas perforadas y cenizas en todo el lugar del grupo de Denver y de Samall. Aquello no me olía bien. Una emboscada. Eso es lo que esos cazadores de mierda hicieron. Sin embargo, había algo mejor que eso que había encontrado. Y que era algo que sólo cierta persona usaba, un encendedor ornamentado y que era raro de encontra