Díganme que piensan de esta historia llena de fricciones y su pasión intensa... cual es su personage favorito?
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos.Emme... Me levanté de aquel lecho, y miré mi lado derecho con un leve disgusto. Aún sentía los pequeños vacíos, dejado por mi amante infernal. Su falta, su olor y su mirada. Suspiré levemente al girar y encarar mi frente en una mirada vaga, y sin emoción. Me acerqué a mis piernas y las abracé, poniendo mi barbilla en mi rodilla. Mientras, todavía procesaba todo lo que pasó hace dos días. Su rostro demoníaco aún me perseguía, en mis sueños más profundos. Y me asustaba y me preocupaba que volvieras a entrar por esa puerta. Si me lastimaría o haría algún daño por haberlo mandado lejos. Lentamente me senté en el borde de la cama, y miré al suelo. Tardé hasta que mi cuerpo se levantó y fue al baño. Las cosas ya no eran las mismas, ni en la parte del trabajo. Aunque Carlisle no hubiera intervenido, y si sucediera lo peor no iría más. Después de ese intento de abuso que sufrí de Albert, de él tocando mis partes íntimas. a
–"¿Emmeline? ¿Emmeline?" –La voz de mi madre se hacía eco del celular. Quedé petrificada con aquella aparición. Una mujer hermosa, vestida de coro desde el cuello hasta las finas botas. Un lápiz labial caliente sangre y una mirada fatal con mechones marrones con hilos dorados que caen en olas en su hombro.–Mejor atender a su madre... –Susurró al dar una sonrisa leve, y sentarse en un banco tapizado junto a la mesa. Me llevó un tiempo despertarme del susto y levanté el teléfono de nuevo y me lo llevé al oído.–Hola mamá, no fue nada. Una rata apareció aquí en casa... y me asusté.–Vaya, compararme a un ratón. ¡Sólo porque tú eres el amor de Carlisle que te perdonó! –Oí bajo. Y comencé a entender. La misma debería está a mando de él.–Mamá, hablamos después, ¿sí? Besos. –Quité el aparato y apagué la llamada. –¿Quién eres? –Indagué alejándome.–Au. –Ella me gritó y me asusté, mientras se reía de mi cara. –Eso no es gracioso.-Para mí sí. Está peor que pollo en la fila para el matadero,
Mavie... Aparecí en el balcón del apartamento de Carlisle, llevé mis dedos hasta la puerta de cristal fume. Y me deslicé hacia el costado adentrándome, y dejando una brisa matutina entrar erizando las cortinas que dejaban más aquel ambiente oscuro. Cerré de inmediato cesando el aire, y lo vi acostado de lado con la espalda desnuda así como el resto de su cuerpo enrollándose en sábanas de seda negras. Suspiré en verlo así, sin salir de la cama y sin animo alguno para vivir su vida demoníaca. Después que se hechizó por aquella humana sin sal alguno. Hice una mueca de desagrado cuando oí:–Mavis... –En una voz embargada y deplorable.–Estoy aquí. –Anuncié al acercarme a su lecho. El mismo se volvió hacia mí, con su barba naciendo de aquel bello rostro humano. Sentí pena por ese demonio, hermano mío... ¿Cómo fue a parar así y aún más por una raza inferior, de aquel creador de mierda. –Cómo está hoy?–¿Qué te parece? –Hizo una expresión melancólica, y que realmente era digna de pen
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Carlisle... Aquella morena de mirada agachada, llegó a mí como viento de un solsticio de verano. Dio cada paso firme y descalzo entre aquella hierba verde y con grava en su camino. Sus vistas marrones me hipnotizaban, como dos brillantes joyas de piedras magníficas. Sus cabellos eran como olas del mar, que caían largamente en un tono oscuro de troncos novicios. Yendo hacia sus caderas que se balanceaban queriendo embrujarme más aún. Suspiré con aquella tentación, vestida en harapos mientras su piel oscura relucía en un ligero dorado por los rayos solares que golpeaban entre los follajes de la vegetación densa. –¿Quién es, mujer? –Pregunté todavía inmerso en tal belleza. –Soy... –Ella se demoró en pararse y mirarme con una mirada de deseo, llevó sus vistas hasta mi espada que yacía en la cintura a la izquierda. –Sólo soy una mujer perdida y hambrienta. dame de comer, hombre?! –... –Estaba preocupado por tales peticiones
Mavie... Respiré profundamente desde ese balcón del edificio, observando a esas pequeñas hormigas humanas yendo y viniendo para siempre. Eso me cansaba y dejaba más claro cómo esa raza era tan inútil y más allá de todo débiles. Podían morir aleatoriamente. Hasta se atragantaron con un pedazo de carne. Toqué la piedra de aquel edificio antiguo y esperé mientras intentaba recordar sobre lo que había adquirido en esa investigación mía. Fui de Georgia a Carolina del Norte en menos de dos meses, recogiendo pistas y algo que no me dejaba parar hasta seguir al final de todo eso. Hasta encontré sólo un cordón, y un cuchillo infernal con su hoja partida en dos. Ropas perforadas y cenizas en todo el lugar del grupo de Denver y de Samall. Aquello no me olía bien. Una emboscada. Eso es lo que esos cazadores de mierda hicieron. Sin embargo, había algo mejor que eso que había encontrado. Y que era algo que sólo cierta persona usaba, un encendedor ornamentado y que era raro de encontra
Emme... Hacía dos meses que no lo veía más, eso corroyó mi corazón totalmente. Pero fue necesario para ambos. Para alinear mis pensamientos y para que yo tomara la decisión correcta, para los dos. Saber por mí misma el secreto de Carlisle me consumía por completo, porque no podía desahogarme con mi madre y mucho menos con Kyle, o con otra persona siendo tachada de loca por todos. Respiré profundamente, aún estoy procesando cómo sería esta conversación. Después de tanto tiempo ausente, lo extrañaba más que el miedo a su lado oscuro. Extrañaba su lado protector y juguetón, que me hacía alegre y me alejaba del vicio que tenía en bebidas alcohólicas. De cómo nos mimaba a mí y al Señor Waffles, que se puso triste con su partida. Y ahora sólo quería saber dormir, apenas se alimentaba bien. Llevé mis dedos hasta aquel felino y lo Afagicé con cariño, al deslizar una sonrisa en mi rostro melancólico. Puse una ropa ligera. Un jeans y una blusa de tirantes fina común. Me até el p
Los Breenden... Una camioneta moderna se detuvo frente a una calle, la puerta negra y grande golpeó saliendo de allí a un hombre barbudo y de apariencia hostil a pesar de estar completamente arreglado en sus ropas. Detrás de los asientos de los pasajeros. Salieron otros dos chicos, un joven que parecía tener 16 años y otro que parecía tener 20. Los tres traían algo peculiar. Cabello negro y mirada verde hoja que dejaba en claro sus bellezas, incluso si aquel hombre tenía arrugas y canas por su cabeza y barba. Tomaron un mapa mientras el mayor sacaba un celular de su bolsillo.–¿Papá? –Dijiste el más joven.–¿Qué pasa Josh? –Dijo el hombre al marcar un número en el teléfono. Llevó al oído que comenzó a llamar.–¿Esa es la ciudad en la que está esa cosa?! –Preguntó al tocar el coche. Su otro hermano analizaba el mapa.–Es lo que Rex nos dijo. Es aquí donde se encuentra un nido de íncubos y súcubos! –Chasqueó la lengua y se la quitó del oído, al encarar la pantalla. Suspiró un p
Ubicación: Tampa, Florida, Estados Unidos. Carlisle... Primer mes. Tomé un primer vuelo con Emmeline esta mañana. Por insistencia mía pagué los pasajes y el hotel donde íbamos a quedarnos, dejé explicito que dinero no era problema alguno en mi cuestión. Pero ella quería poder pagar con su dinero una parte, y entendí bien ese lado suyo. Sin embargo, como era nuestro último encuentro tuve que ser firme y pagar ese último recuerdo nuestro. Antes de ir cada uno por su lado y vivir sus vidas como si nada hubiera existido. Y que nuestro amor fue solo un cuento de hadas, de un sueño de una noche de verano a la orilla del mar. Y hablando de la orilla del mar, no era tan fan de la luz del día. La noche era tan tranquila y cálida, en un beso gélido sin el estrés del cotidiano humano. Todos en ese momento andaban más neutrales y a veces no había tanto movimiento, sino alrededor de sus casas y sus familias. Me puse ropa blanca a pedido y Emme dijo que combinaría más con el cl