Lester vio a Irene y Carlos sin expresión. Ella lo miró nerviosamente, mientras se mordía los labios. Sabía que Alan la podría encontrar en cualquier momento, pero para ella fue muy rápido.
Mientras el hombre la observaba en silencio un momento, una inquietud la invadió de repente.
—Mi bebé, ¿Mi bebé en dónde está? Voy por ella…
Trató de ponerse de pie con el rostro completamente pálido, pero Carlos la detuvo preocupado.
—No te preocupes, Karla la traerá en un momento…
—¡No! ¡Debo verla en este momento! ¡Déjame ir!
Lester frunció el ceño y al ver la reacción de ella, comenzó a sentir cierto remordimiento.
—Señorita únicamente estoy aquí para hablar con usted. Dependiendo de lo que usted decida yo haré mi informe.
A diferencia de muchos otros, trato de saber lo que la
Nueve años después. —¡Carlos! ¡¡Mamá me regaño!! —¡Estefanía! ¡Vuelve aquí! La niña corrió hacia Carlos que llegaba del trabajo y estaba por entrar a su casa. Él inmediatamente abrió los brazos con una sonrisa y la recibió. Irene muy molesta con las manos en la cadera los miró furiosa. Carlos con una sonrisa incómoda, en voz baja y, sin dejar de sonreír le habló a Estefanía. —¿Qué fue lo que hiciste? —¡Nada! Muy grande… Carlos la cargó y hablándole con cuidado se acercó a Irene. —Irene… No pasó mucho para que apareciera la contraparte de Carlos. —Bájala en este instante… Interrunmpió Esteban cortante. Irene estaba muy molesta debido a las travesuras de su hija, e
—¿Ésta información es viable? La voz fría y amenazante de Alan hacía que se erizarán la piel. Se veía más maduro y su temperamento forjado por años de tensión, arrepentimiento y un miedo constante. Poco a poco se fue transformando en resentimiento y rencor, su sola presencia intimidaba a cualquiera. Después del arranque de Ricardo, los Ibáñez rechazaron cualquier tipo de persuasión de parte de Arturo. Se volvieron independientes y, pese a lo que muchos esperaban, sobresalieron por sí mismos, debido a su dedicación y calidad. Arturo al escuchar la explicación de Alan y sus sospechas de que probablemente Estaban la estaba escondiendo, no indagó más en el tema. Lo único que quería era volver a verla y que estuviera bien. Ricardo que atendía las reuniones y fiestas de la empresa, se encontraba constantemente con Alan, el cuál cada vez aparecía con una mujer diferente. Todos respetaban y admiraban su talento, pero a nivel personal, gradualmente se
Carlos aspiró frío y de inmediato se lanzó al agua, ni siquiera él supo cómo, pero llegó al ferry y muy nervioso y preocupado se acercó a Irene que estaba tan alterada que casi tenía la mirada distorsionada. —Irene… —¡Mi hija! ¡Mi hija Carlos! ¡Si le llega a hacer algo o quitármela…! —¡No lo digas! ¡Llegaremos a tiempo! En cuanto el ferry se detuvo Carlos corrió como si su vida dependiera de ello. Irene lo vio alejarse y mientras trataba de alcanzarlo sentía como si todo a su alrededor se nublara. En cuanto llegó Estefanía corrió hacia él. —¡Carlos! ¿Saliste temprano hoy? ¡Ahhh! ¡Estás mojado! Carlos la abrazó con fuerza mientras la cargaba. Miró a Alan con resentimiento y se dirigió a su casa. Alan torció la boca, y muy molesto le gritó: —¡Alto ahí! ¿Esa niña..
—¿Quieres conocer a tu bisabuelo? Ella asustada retiro su mano como si fuera aceite caliente. Abrazo a Irene y se aferró a ella con fuerza, hubiera querido correr hacia Carlos, pero estaba preocupada por su madre. Alan sintió como si hubiera sido arrastrado a un abismo. Pero las palabras de la niña, le dieron un sentimiento agrio. —Usted da miedo. Su secretario casi con lágrimas en los ojos asintió fervientemente. Todos lo miraron extraño pero él casi le ponía un altar a la niña. Alan sin palabras trató de acercarse un poco más, pero una voz molesta y urgente lo detuvo. —No te acerques si la asustas. Carlos se acercó a ellas y Estefanía se acercó inmediatamente a él. Alan bajo una sonrisa sentía como si un fuerte sabor a hierro le llegara a la garganta. Irene tragó al ver su mirada casi sanguinaria, mientras rechinaba los dientes. Pero no quería asustar a la niña. Empujó levemente a Carlos en dirección a c
Karen llegó bastante tarde de con unas amigas, y, con lágrimas en los ojos abrazó a Estefanía negándose a soltarla. —¡Mi niña! ¡Vas a abandonarme! Haciendo un drama hizo reír a los presentes, Estefanía trato de hablar con ella, pero a diferencia de Esteban y Carlos ella nunca la escuchaba.
Sin previo aviso entro hasta la raíz. —Ahhh!! —Ugh! Lo siento, de verdad... Mngh! Con cuidado comenzó a moverse mientras Irene podí
Estefanía muy emocionada la abrazó, estaba muy feliz porque ella y Carlos estarían juntos, y, además, porque podría tener una familia más grande. A fin de cuentas, el pensamiento de una niña. Mientras tanto en casa de Irene… —¿Qué demonios es esto? El pobre secretario suspiró y respondió mientras ponía los cubiertos en la mesa. Alan sintió como su sangre comenzó a hervir, pero… Nadie sabría el esfuerzo sobrehumano, que fue necesario para controlar su impulso de arrojarla a la cama para marcar con mordidas y besos ese cuerpo que le pertenecía por completo. Con determinación, acarició su rostro suavemente con una sonrisa. —Ahora todo tiene sentido, ¿Quién es…? Irene frunció el ceño, pero se negó a responder. Debido a la información de Lester, sabía que si quería hacer algo, podría hacerlo sin problema con una mano en la cintura. De un segundo a otro, fue como si una gran sombra intimidante la envolviera. No pudo moverse una pulgada, y la mirada llena de advertencia, fue como la de una serpiente amenazando con atacar. Alan besó su mejilla suavemente y acomodó su largo cabello tras su oreja. “Es ese maldito mesero de m****a, ¿Cierto?” Pese a sus pensamientos, su mirada amorosa y su sonrisa seductora, eran como un sueño. —Esta bien, no puedInseguridades.