Irene despertó al amanecer, Esteban en el asiento del conductor se quedó dormido recargado en el volante.
Vio las frazadas y las almohadas, y, después con una sonrisa de agradecimiento, tomó una y se la puso. Quería dejarlo dormir un poco, pero en cuanto él sintió movimiento se incorporó.
— Ah, lo siento. Te desperté.
Irene se sentó en el asiento del copiloto avergonzada. Recordó lo que había pasado el día anterior, y casi se le caía la cara de vergüenza.
Estaba tan destrozada y se sentía tan mal, que incluso estuvo a nada de pensar en morir. Todos los años de esfuerzo, el amor y el cariño que creyó recibir, simplemente fueron... nada.
Un simple intento de alguien de sentirse mejor, la manera perfecta de criar a la esposa de Alan o simplemente era para tratar de no tener un enemigo más, ahora sabía que en realidad nunca tuvo nada.
Todo lo que decían alrededor era la absoluta verdad. Era una simple inquilina con delirios de grandeza. Y,
Ahhh! Perdónenme la vida, me salió un imprevisto y no les pude actualizar como debía. 😓 Espero mañana sea mejor (y pueda actualizar por lo menos dos). (*^3^)/~♡
Irene bajo subió nuevamente la ventana y miró al frente. Esteban casi eufórico sonrió y piso el acelerador. En el camino, todo permaneció en silencio, pero ya no de la misma manera que había estado anteriormente. Irene por alguna razón se sentía bastante relajada y como si hubiera ganado una gran batalla. Era como si hubiera despertado de un muy largo y pesado sueño. — ¿A dónde quieres que te llev
Un par de semanas después… — ¿Qué fue lo que dijo? Preguntó Irene consternada. -Me disculpo señora, pero el señor Alan además, le envío este mensaje.
Alan se dejó caer en su silla en cuanto Esteban dejo el lugar. Estaba muy molesto y por algún motivo tras escuchar sus palabras se sintió en crisis. ¿Ella sería tan rencorosa? ¿No habían dicho que era muy noble y amable? ¿Qué tan difícil era entender ese hecho tan simple? Pero aun así no le importaba lo que cualquiera pudiera decir, no dejaría que su hijo viviera la vida de un huérfano, tal vez no se casaría con Lily, pero jamás permitiría que nadie lo molestara o humillara por no tenerlo cerca. Su convicción era más fuerte que nunca. Lástima… Se desilusionaría drásticamente no mucho tiempo después… Esteban se abstuvo de ir en ese momento con Irene. Estaba demasiado enojado como para ir a verla en ese estado, fue al supermercado y compró muchas cosas que tal vez incluso no tocaría, sin embargo, de algún modo le tranquilizaba el pensar en ella. Su familia se preocupó bastante al saber el problema que tenía con Alan, no obstante, afortunadamente no paso a mayores debido a la gran
Esteban muy preocupado sujetó de los hombros y la escaneó de pies a cabeza, salvo por la mirada gacha y las lágrimas en sus mejillas no tenía daño físico. La abrazó y la apoyó para ir a adentro. Ella parecía una muñeca que seguía sus movimientos solamente, no hablo y sin ganas de dar explicaciones, simplemente permaneció en silencio. Esteban sentía una rabia que apenas podía controlar. Quién fuera que la hubiera lastimado, lo pagaría. Justo habían cerrado la puerta tras de sí, cuando el teléfono de Irene comenzó a sonar. Ninguno de los dos le dio importancia, pero sonó varias veces. Y, Cuando comenzó a ser molesto Esteban atendió pero antes de que pudiera hablar una voz molesta y llena de furia lo interrumpió. -¿Qué demonios es lo que tramas? ¿Estás tan molesta como para meterte con un niño que ni siquiera ha nacido? ¡Si tienes algún maldito problema resuélvelo conmigo, ya estoy harto de tus estúpidos caprichos! ¿Quieres largarte? ¡Adelante! ¡D
Ambos entraron a la casa e Irene más que encantada vio el interior. - ¡Vaya! Creí que sería muy diferente. - Les dije que dejaran todo en orden, era lo mínimo.
Irene se sorprendió al escuchar los toques en la puerta, ella y Esteban se miraron entre sí y, extrañamente ella sintió cierto nerviosismo. “¿No es Alan, ¿Verdad? No se habrá dado cuenta y…” Al abrir la puerta vio a un
Irene sin dejar perder tiempo, envió su currículum a varios lugares, no esperaba que funcionara en el primer día, pero para su sorpresa dos lugares bastante buenos le ofrecieron una entrevista. Muy contenta acordó la cita y se puso de pie para ir al jardín. Ella desde pequeña amaba la jardinería, ahora tenía un lugar los suficientemente grande como para poner un huerto entero. Aspiró el aire tibio que la rodeaba, era normal que hiciera calor, por lo que decidió usar un sombrero para el sol. Karen se encontraba en su mecedora y pudo verla salir. De verdad parecía una muñeca. Muy hermosa y con un temperamento dócil y cálido. Suspiró profundamente y se puso de pie para entrar, lo que siempre incomodaba a los vecinos era esa valla que era demasiado baja, ella nunca tuvo suficiente dinero para levantarla o poner otro tipo de limitante, así como los que eran dueños en esos entonces, por lo que muchas veces preferían vender que gastar más dinero. La
Al no recibir respuesta Irene le pasó el teléfono a Karen. —¿Hijo? La cosa esa que me compraste es difícil de usar. Le pedí de favor a la vecina que te llamara, si ves al chico que vive con ella, dile que está bien, se hirió en la muñeca y la traje al hospital. Carlos que no había podido reaccionar y tenía cara de idiota debido al escuchar la suave voz de Irene sintió como su sangre se congelaba. —¡¿Qué?! ¿Cómo que se hirió? ¿Está bien? ¿La ayudaste como se debe? Karen se sonrojó de la vergüenza al instante, la voz de Carlos exageradamente alta se escuchó por toda la ambulancia. Irene extrañada también se avergonzó, no sabía quién era el hombre pero esperaba que no fuera un loco. Estaba encantada con su nueva casa y ya no tenía suficiente para comprar otra, con fe, esperaba que Karen pudiera controlarlo así como a los paramédicos y doctores. —¡Eres un hijo ingrato! ¡Por supuesto que la ayudé bien zoquete! Entraré a mí revisión ¡Y esper