El cuerpo de Maya Campbell cayó sin vida sobre la tierra.—¡Maya! ¡Maya! —gritó Ariadne, mientras caía de rodillas frente al cuerpo de su hija—¡Una ambulancia! ¡Por favor, una ambulancia! —sollozó.La mujer quería tomar a su hija en sus brazos, pero las esposas se lo impidieron.—Está muerta —dijo la agente que había cometido el error de no asegurar las esposas de la detenida.—¡¡¡Nooooo!!! ¡¡¡Nooooo!!! —gritó.Ariadne se rompió en mil pedazos al escuchar la voz de la agente. Su hija no podía estar muerta.—Es mentira, ella no está muerta. ¡Mi hija no está muerta! —gritó tratando de despertar a Maya.—¡Llévensela! —ordenó el subjefe de la policía.—¡Noo! ¡Por favor, llamen una ambulancia! —suplicó, sin embargo, ningún agente le prestó atención. Ella y Robert fueron llevados hacia la patrulla para ser puestos a disposición de la justicia de San Francisco.Oliver miró horrorizado el cuerpo de su hermana, mas no se acercó. Sebastián no se lo permitió.—Necesitamos llevarte a la clínica p
Sebastián miró con semblante serio y profesional, al hombre sentado frente a él, por un momento experimentó un Déjà vu.Ya había estado en el pasado en esta misma situación y por un momento pensó que era el mismo día y el mismo mes y diferente año.—Entonces… —hizo una pausa—. ¿Quieres tener un trabajo en Airplane? —preguntó con calma.— Airplane, fue el negocio de mi familia por décadas, Sebastián. Hoy está en tus manos y en manos de mi hijo. Sé que Oliver es noble por naturaleza y sé que nada le costará tenderme la mano y ayudarme. Pero he perdido mucho tiempo de mi vida esperando que otros hagan las cosas por mí —dijo—. Nunca le he hecho algo por lo cual pueda sentirme orgulloso. Solo fui un heredero, sin ambición y sin visión en los negocios. Me gustaría empezar de cero y hacer que Oliver se sienta orgulloso del padre que le tocó —añadió.Sebastián se vio sorprendido por la petición de Allan, sin duda este hombre no tenía nada en común con el hombre arrogante que había entrado a s
Oliver caminó de un lado a otro en la sala del hospital. Caleb había llamado anunciando que Victoria estaba en trabajo de labor y parto.—Cariño, ven siéntate conmigo —pidió Sebastián palmeando la silla junto a él.—Estoy nervioso y emocionado. El bebé de Victoria y Caleb será hermoso —dijo mordiéndose los labios.Había pasado las últimas semanas pensando en un bebé y no se atrevía a hablar con Sebastián sobre el tema.—Yo también lo creo y por el bien de ese bebé espero que herede la inteligencia y la belleza de su madre.—Caleb es muy guapo y es posible que el bebé se parezca a él —dijo Oliver caminando para sentarse junto a Sebastián.—¿Hay algo que quieras decirme? —preguntó al verlo hacer un puchero.—Sebastián, sé que no hemos hablado al respecto, pero… Me gustaría tener un hijo —dijo escondiéndose en el pecho del hombre.—¿Un hijo? —Sebastián no esperaba aquellas palabras.De hecho, él se había hecho a la idea de que en la vida serían únicamente ellos dos y que se conformarían
Sebastián Cooper observó con semblante serio al hombre sentado frente a él, lo estudió por un breve momento para luego esbozar una ligera sonrisa.—Entonces… ¿Lo que tú quieres es una boda para asegurar el negocio? —preguntó con tal calma, que el hombre pareció sorprenderse por su reacción.—Enterprise Airplane, ha sido el negocio de mi familia por décadas, desafortunadamente confié en la persona equivocada una vez y pagué muy caro las consecuencias, no quiero cometer el error dos veces. Solo venderé el cincuenta por ciento de las acciones al hombre que acepte el contrato matrimonial con mi hija mayor —dijo nuevamente.Sebastián era un hombre ambicioso y nunca involucraba su vida privada en los negocios y mucho menos en uno de los contratos, pero esta vez podía ser la excepción, esta era la oportunidad que tanto hab&iacut
—Lo siento joven, pero su tarjeta ha sido rechazada, ¿quizás tenga otra con la que podamos probar? —preguntó amablemente la dependiente de la tienda.Oliver frunció el ceño, era imposible que la tarjeta no tuviera fondos, se había asegurado y verificado más de una vez que tuviese crédito antes de salir aquella tarde.—¿Podría intentarlo una vez más? —pidió sintiéndose un tanto nervioso y molesto a la vez.—Claro, quizás sea solo un error de sistema —dijo la joven, mientras lo intentaba nuevamente, lamentablemente había tenido el mismo resultado.—Lo lamento, pero el sistema ha vuelto a rechazarla —dijo con cierta pena.—Pagaré en efectivo, no se preocupe —dijo sacando la billetera y pagando con el único efectivo que tenía en la bolsa. Cogió sus compras y volv
—¡¿Estás loco?! No te comprendo Oliver, en serio que no logro entender qué es lo que pasa por tu cabeza —Victoria se sentó en el sillón con más enfado del que jamás había sentido.—No voy a dejarlo ganar Victoria, ¿Qué tan malo puede ser trabajar un año con ese idiota? —preguntó de manera tan confiada que solo aumentó el enojo de Victoria.—¿No te estás dando cuenta? Tu padre te tiene justo donde quería, estás de nuevo bajo sus garras, ¡pensé que eras más listo Oliver! ¿Qué tan malo puede ser trabajar un año con ese idiota? —repitió la pregunta de su amigo. —Ni siquiera lo conoces, no sabes nada de él; estás cometiendo un error Oliver, volvamos a Italia —le pidió.—¡No! ¡No, no voy a volver! Voy a demostrar
—Dime que no aceptaste esta tontería —pidió Victoria mientras se bebían un trago en El Inframundo, según les habían comentado, era como tener un pedazo de Nueva York en San Francisco.—Voy a demostrar que no soy el hombre que él cree, Victoria, le haré morder el polvo por donde piso —le aseguró y la muchacha suspiró.—Eso suena genial, pero… ¿Qué te hace pensar que podrás contra él? —le cuestionó la joven italiana.—¿Estás de su parte, no confías en mí? —preguntó Oliver con tono herido. Una cosa era que su familia ¡No! Su familia no, específicamente su padre, no confiara en él y lo viera únicamente como desperdicio, pero otra muy diferente era que Victoria, su mejor amiga, no confiara en él.—Confío en ti, la muestra m&aacut
Oliver sintió un placer que no debía sentir, pero no pudo evitar regocijarse completamente feliz al ver el rostro crispado de Sebastián Cooper. Intuía los deseos asesinos que nacían en el hombre y que estaban lejos de espantarlo. “Quizás tenga un alma suicida”, pensó Oliver sin dejar de sonreír.—¡Sebastián! —La voz de Maya rompió la burbuja en la que se habían sumergido los dos, olvidándose momentáneamente de la presencia de la mujer.—Maya —saludó.Sebastián quería borrar la sonrisa de Oliver de un puñetazo y demostrarle que… ¿Qué? ¿Qué era lo que iba a demostrarle? Todo esto era una reverenda estupidez, pensó y se apartó ligeramente de Maya para verla fijamente.—Ya Oliver me ha dicho que estarán trabajando juntos. ¡Eso es mara