Luca sintió una punzada de odio al ver con sus propios ojos a Raphael, ese bastardo infeliz que mantenía a su mujer en sus malditas garras, pero pronto eso iba a cambiar. Lo observó cómo se acercaba a Mireya, ella lo recibía feliz con un beso. Todo había salido según su plan, aunque tuviera que pasar un puto mes para que Mireya lo llevara con él, ahora solo faltaba dar con su hija, la maldita de Helen no había dado señales de vida, y no sabía dónde podría estar con Esmeralda—Mantengan los ojos abiertos, Raphael nos llevará con Anastasia —ordenó a sus mejores hombres que habían vigilado a Mireya. Durante las semanas la movieron por varias partes, hasta que durante cinco días permaneció en ese hotel esperando. —¿Lograron meter las cámaras a la habitación de Mireya? —les cuestionó. Ellos afirmaron con la cabeza, cuando vieron una oportunidad para cumplir con la orden de Luca, entraron a la habitación del hotel para poner cámaras y así estar monitoreando lo que hacía y con quien habl
Luca se disfrazó con un bigote falso y unos lentes negros antes de entrar al lugar donde Raphael había llevado a Anastasia. Su mirada se clavó en ella desde el primer momento que la vio, ella fingía una sonrisa mientras sus ojos ardían de rabia hacia su captor. Luca vio cómo ella le sustraía el celular a un mesero, sin que este se diera cuenta, ni Raphael, lo guardo en su escote y después se escabullía por un pasillo. Él la siguió discretamente y cuando la vio desaparecer detrás de una puerta su teléfono vibro en sus pantalones, al ver el mensaje sonrió, con paso firme tomo él plomo de la puerta y la abrió entrado deprisa antes que alguien lo viera.—Hola, mi Colibrí —le dijo al abrazarla—. He venido a rescatarte de este infierno. Te he echado tanto de menos...—Luca, ¿eres tú? —ella le quitó el bigote y los lentes—. ¿Cómo me has encontrado?—No he parado de buscar una pista de ese bastardo —la estrechó entre sus brazos—. Te amo, Anastasia.—Yo también —Anastasia se quedó sin alient
Anastasia se sentía nerviosa por lo que tenía que hacer. Luca le había dado un frasco con un líquido que supuestamente haría dormir a Raphael toda la noche y no la obligara a estar con él. Pero no estaba segura de cómo hacerle beber esa sustancia, ya que Raphael era muy desconfiado y siempre vigilaba lo que ella hacía. Además, tenía que soportar sus avances indeseados, como en ese momento que le tocaba el muslo en el auto y le sonreía con malicia.—Tengo una sorpresa para ti, amor —le dijo él con voz melosa.—¿Qué sorpresa? —preguntó ella fingiendo interés.—Pronto te dejaré ver a nuestra hija —le dijo él con orgullo, como si fuera un gran gesto de su parte —¿no crees que me merezco una recompensa por eso?—Por supuesto, pero te la daré cuando lleguemos a casa —le contestó ella con repulsión —tú prepara la bañera y yo preparo unas copas de vodka, tu favorito —le dijo ella con falsa dulzura, esperando que así se tragara el anzuelo.—Me gusta tu propuesta —dijo él besando su mano —me ag
Luca y Anastasia se bajaron del coche y se dirigieron a la entrada de la mansión donde se celebraba la subasta. Luca llevaba una pistola escondida en la parte baja de su pierna y un micrófono en la oreja para comunicarse con su padre y sus hombres. Anastasia iba vestida con un elegante vestido rojo que resaltaba su belleza, pero también su nerviosismo. Luca le dio un beso en la frente y le susurró al oído.—Tranquila, mi amor. Todo va a salir bien. Vamos a recuperar a nuestra Esmeralda y nos vamos a ir de aquí lo más rápido posible.—¿Y si nos descubren? ¿Y si Helen se da cuenta de que estamos aquí? ¿Si la aleja de nosotros y no podemos…? —preguntó Anastasia con voz ansiosa, temiendo más por la seguridad de su hija.—No va a pasar nada, te aseguro que actuaremos lo más rápido posible para sacar a nuestra hija de esta maldita mansión. Confía en mí, por favor. Te amo.—Confió en ti y te amo —respondió Anastasia, apretando su mano.Entraron en la mansión gracias a una invitación que habí
Luca se bajó de la camioneta y se dirigió a la fábrica donde Anastasia le había dicho que estaban escondiendo después que él auto donde iban le poncharon las llantas. Cuando las dejó ir con su padre, nunca pensó que el maldito de Raphael los persiguiera, sabía de los alcances de Raphael, lo peligroso que era, ahora estaba sumamente preocupado, pues él no se detendría ante nada para conseguir lo que quería y era a ellos dos muertos.Luca no iba a permitir que le hiciera daño a su familia, a los que más amaba en el mundo. Entró a la fábrica por una puerta lateral y se escondió detrás de unas cajas. Con el teléfono en la mano, habló con Anastasia con la que no había perdido comunicación. —Amor, ¿dónde están? —susurró mirando él lugar.—Estamos en el segundo piso, en una oficina. Hay una ventana que da al patio trasero. ¿Puedes venir por nosotros? —Luca vio la puerta de la oficina, pero los hombres de Raphael merodeaban las escaleras que subían a la oficina.—Aguanta un poco más, ya es
Luca protegió a Anastasia con su cuerpo, mientras buscaba su arma con su mano en su espalda. Gruñó al percatarse que se le cayó cuando tomo Anastasia en sus brazos.Los hombres de Raphael los rodearon, dos de ellos traían sujeto con correas a dos perros que no dejaban de ladrar.La carcajada burlona de Raphael fue más fuerte que los ladridos de los perros.—No saben cuanto deseaba esto —dijo Raphael al estar cara a cara con Luca —tenerlos para hacerle pagar, tú —miró a Luca —pagaras las atenciones que me dieron en la prisión gracias a ti —se acercó a Anastasia, extendió su mano para tocar su mejilla —y tú pagaras el no haberme dado tu corazón…—¡Déjala en paz, bastardo! —gritó Luca, lanzando un puño que se impactó en el rostro de Raphael, que lo hizo retroceder.Los hombres de Raphael al ver la agresión lo sujetaron, al volver a encarar a Luca, Raphael saco su arma para apuntarle a la cabeza, Anastasia sollozo de temor.—Tú no estás en posición de dar ordenes —dijo Raphael que se limp
Luca se despertó con un latigazo de dolor en la cabeza. No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente, ni dónde estaba. Lo único que veía era oscuridad. Intentó moverse, pero sintió una presión en el tobillo izquierdo. Bajó la mirada y vio su tobillo izquierdo encadenado, con una cadena larga que estaba sujeta a la pared de metal.—¡Maldición! —exclamó, furioso. ¿Dónde los había llevado Raphael? ¿Qué había hecho con Anastasia? El temor se apodero de él sin saber de ella, sin poder hacer nada para protegerla de ese bastardo se atrevía hacerle daño.—¿Luca? —oyó la voz de Anastasia, débil y asustada. Dio unos pasos hacia ella, siguiendo el sonido.—Colibrí, ¿estás aquí? —le dijo, tratando de tranquilizarla. Pero no pudo llegar hasta ella. La cadena se lo impedía.—Sí, estoy aquí. Me sangra la pierna, me he puesto un vendaje con un trozo del vestido —le contestó ella, con voz temblorosa. —¿Qué va a hacer Raphael con nosotros?—Nada, Colibrí, yo sé que podemos escapar de esta pesadilla
En medio de esa oscuridad, el tiempo se le hace eterno. No sabe cuánto ha pasado desde que Raphael los encerró en ese lugar. Su estómago le ruge de hambre, pero lo que más le duele a Luca es el costado, donde cada vez que respira puede sentir como una daga atravesara su pulmón. No lejos de él puede escuchar el sollozo de dolor de Anastasia. La herida de su pierna cada vez se pone peor, escucha su respiración entrecortada, al tocar los dedos de su mano, siente el calor que emana de su cuerpo.Luca quería tomar más que la punta de sus dedos, quería aliviar su dolor, apretarla y hacerla sentir segura. —Anastasia, ¿estás bien? —le pregunta Luca.Ella tarda en responder. Parece que cada palabra le cuesta un esfuerzo sobrehumano.—Sí, no te preocupes —dice con un hilo de voz.Él niega con la cabeza. Sabe que ella no está bien. Lo puede sentir, si ella no recibe atención médica pronto, la infección puede terminar con su vida.—No estás bien, ¡Raphael! —grita con desesperación—. ¡Raphael! —