Luca y Anastasia se bajaron del coche y se dirigieron a la entrada de la mansión donde se celebraba la subasta. Luca llevaba una pistola escondida en la parte baja de su pierna y un micrófono en la oreja para comunicarse con su padre y sus hombres. Anastasia iba vestida con un elegante vestido rojo que resaltaba su belleza, pero también su nerviosismo. Luca le dio un beso en la frente y le susurró al oído.—Tranquila, mi amor. Todo va a salir bien. Vamos a recuperar a nuestra Esmeralda y nos vamos a ir de aquí lo más rápido posible.—¿Y si nos descubren? ¿Y si Helen se da cuenta de que estamos aquí? ¿Si la aleja de nosotros y no podemos…? —preguntó Anastasia con voz ansiosa, temiendo más por la seguridad de su hija.—No va a pasar nada, te aseguro que actuaremos lo más rápido posible para sacar a nuestra hija de esta maldita mansión. Confía en mí, por favor. Te amo.—Confió en ti y te amo —respondió Anastasia, apretando su mano.Entraron en la mansión gracias a una invitación que habí
Luca se bajó de la camioneta y se dirigió a la fábrica donde Anastasia le había dicho que estaban escondiendo después que él auto donde iban le poncharon las llantas. Cuando las dejó ir con su padre, nunca pensó que el maldito de Raphael los persiguiera, sabía de los alcances de Raphael, lo peligroso que era, ahora estaba sumamente preocupado, pues él no se detendría ante nada para conseguir lo que quería y era a ellos dos muertos.Luca no iba a permitir que le hiciera daño a su familia, a los que más amaba en el mundo. Entró a la fábrica por una puerta lateral y se escondió detrás de unas cajas. Con el teléfono en la mano, habló con Anastasia con la que no había perdido comunicación. —Amor, ¿dónde están? —susurró mirando él lugar.—Estamos en el segundo piso, en una oficina. Hay una ventana que da al patio trasero. ¿Puedes venir por nosotros? —Luca vio la puerta de la oficina, pero los hombres de Raphael merodeaban las escaleras que subían a la oficina.—Aguanta un poco más, ya es
Luca protegió a Anastasia con su cuerpo, mientras buscaba su arma con su mano en su espalda. Gruñó al percatarse que se le cayó cuando tomo Anastasia en sus brazos.Los hombres de Raphael los rodearon, dos de ellos traían sujeto con correas a dos perros que no dejaban de ladrar.La carcajada burlona de Raphael fue más fuerte que los ladridos de los perros.—No saben cuanto deseaba esto —dijo Raphael al estar cara a cara con Luca —tenerlos para hacerle pagar, tú —miró a Luca —pagaras las atenciones que me dieron en la prisión gracias a ti —se acercó a Anastasia, extendió su mano para tocar su mejilla —y tú pagaras el no haberme dado tu corazón…—¡Déjala en paz, bastardo! —gritó Luca, lanzando un puño que se impactó en el rostro de Raphael, que lo hizo retroceder.Los hombres de Raphael al ver la agresión lo sujetaron, al volver a encarar a Luca, Raphael saco su arma para apuntarle a la cabeza, Anastasia sollozo de temor.—Tú no estás en posición de dar ordenes —dijo Raphael que se limp
Luca se despertó con un latigazo de dolor en la cabeza. No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente, ni dónde estaba. Lo único que veía era oscuridad. Intentó moverse, pero sintió una presión en el tobillo izquierdo. Bajó la mirada y vio su tobillo izquierdo encadenado, con una cadena larga que estaba sujeta a la pared de metal.—¡Maldición! —exclamó, furioso. ¿Dónde los había llevado Raphael? ¿Qué había hecho con Anastasia? El temor se apodero de él sin saber de ella, sin poder hacer nada para protegerla de ese bastardo se atrevía hacerle daño.—¿Luca? —oyó la voz de Anastasia, débil y asustada. Dio unos pasos hacia ella, siguiendo el sonido.—Colibrí, ¿estás aquí? —le dijo, tratando de tranquilizarla. Pero no pudo llegar hasta ella. La cadena se lo impedía.—Sí, estoy aquí. Me sangra la pierna, me he puesto un vendaje con un trozo del vestido —le contestó ella, con voz temblorosa. —¿Qué va a hacer Raphael con nosotros?—Nada, Colibrí, yo sé que podemos escapar de esta pesadilla
En medio de esa oscuridad, el tiempo se le hace eterno. No sabe cuánto ha pasado desde que Raphael los encerró en ese lugar. Su estómago le ruge de hambre, pero lo que más le duele a Luca es el costado, donde cada vez que respira puede sentir como una daga atravesara su pulmón. No lejos de él puede escuchar el sollozo de dolor de Anastasia. La herida de su pierna cada vez se pone peor, escucha su respiración entrecortada, al tocar los dedos de su mano, siente el calor que emana de su cuerpo.Luca quería tomar más que la punta de sus dedos, quería aliviar su dolor, apretarla y hacerla sentir segura. —Anastasia, ¿estás bien? —le pregunta Luca.Ella tarda en responder. Parece que cada palabra le cuesta un esfuerzo sobrehumano.—Sí, no te preocupes —dice con un hilo de voz.Él niega con la cabeza. Sabe que ella no está bien. Lo puede sentir, si ella no recibe atención médica pronto, la infección puede terminar con su vida.—No estás bien, ¡Raphael! —grita con desesperación—. ¡Raphael! —
Anastasia observó con curiosidad el gesto de Nicolás, que parecía ocultar algo en su chamarra. Se preguntó qué sería lo que le había traído a Luca, y si podría ser algo para ayudarlos a salir de ese maldito lugar. Mientras tanto, Luca miraba fijamente el plato de comida que Nicolás le había puesto delante. No tenía apetito, pero sabía que debía comer algo para mantenerse fuerte. Sin embargo, algo le llamó la atención: un pequeño objeto metálico que sobresalía entre la ensalada. Lo cogió con cuidado y lo examinó. Era una llave.—¿Por qué tardas tanto Nicolás? —preguntó otro hombre con desesperación desde la puerta —¡date prisa…!—Ya voy —respondió con enfado Nicolás, mientras buscaba con una linterna algo en el suelo —el jefe me mando por la tarántula.—Ya se la orden del jefe —respondió el hombre con asco —odio esos malditos animales…—Yo también — Nicolás la encontró en un rincón, le pidió al de la puerta que le diera una pecera que llevaba…Nicolás se acercó a Anastasia, le entregó
Después de unos minutos salieron del lugar donde Raphael los tenía encerrados, Luca se dio cuenta que era un sótano donde los mantuvo, pues subieron por un tramo largo de escaleras, eso provocó que cada paso que daba Anastasia se quejaba por el dolor que le causaba la pierna herida. Maldijo en silencio a Raphael, cada gruñido y sollozo de su Colibrí, selo haría pagar muy pronto.Cruzaron una puerta, el hombre de Raphael lo arrastró por un camino, Luca de inmediato percibió que era tierra lo que pisaba, a empujones lo subieron a una camioneta, el dolor de su costado le fue insoportable cuando lo aventaron a la parte trasera. Después de él, siguió Anastasia que se quejó sonoramente.—¡Maldito Raphael! —dijo Anastasia —se ha abierto la herida de la pierna. Pero Raphael no prestó atención a las palabras de Anastasia, Luca lo escuchó caminar a la parte delantera de la camioneta.—¿Ya tienes las coordenadas? —escuchó que preguntaba Raphael a alguien.—Si las tengo —respondió ese hombre.
Anastasia se resistía con todas sus fuerzas, pataleando y mordiendo la mano, pero él no se inmutaba. Era como si fuera de hierro, ningún golpe le hacía daño. Su agarre era tan fuerte que le cortaba la respiración. La arrastró hasta el interior de una cueva que se encontraba en medio del lugar que Raphael había organizado tal perversidad.Cuando al fin la dejó en el suelo, Anastasia dio media vuelta para enfrentarse al sujeto, pero al levantar la vista, sus ojos se abrieron de asombro.Era Luciano el padre de Luca, que al fin había llegado a ellos. Al verlo, sus ojos se llenaron de lágrimas y alivio. Él le sonrió y le hizo un gesto para que se acercara. Ella corrió hacia él y lo abrazó con fuerza, mientras él le susurraba palabras de consuelo. —Ya todo paso —dijo con suavidad —te pido una disculpa si te asuste figlia, pero no podía correr el riesgo que gritaras y alertaras a los hombres…—Lo entiendo —se soltó de los brazos del padre de Luca —hay que ir por Luca —intento salir de la c