Ivar era más interesante de lo que todos creían, él era fascinante. Cuando más sabía de él más quería saber, así que, los días se me pasaron en un momento, estar con él era muy fácil, y me encantaba.
¿Qué mosca le habría picado?
Ese día fue muy raro, porque cuando fui a la cabaña, como cada tarde, nadie me abrió la puerta. Insistí, llamé repetidas veces, pero parecía que no había nadie allí.
Me di la vuelta y me marché a casa, pensando en ello. Era raro, que él no estuviese en casa, que no se hubiese acordado de nuestra cita para hacer el trabajo.
Pasé frente a la iglesia, y me quedé sorprendida de verle allí, cuchicheando con el padre Helge.
El padre dejó de hablar, pues él se dio la vuelta y miró hacia mí, como si supiese que estaba allí. Pero ¿cómo podía saberlo?
Apretó los puños, molesto, mientras el cura le agarraba del brazo, intentando que volviese a calmarse.
¿Qué había sido aquello? No podía entenderlo.
***
Caminaba junto a Olaf y Elin hacia el bosque, siguiendo el sendero que conectaba el pueblo con él, mientras una cuarta persona aparecía, a paso ligero, adelantándonos, pues en cierta forma también era el camino hacia su casa.
Sus ojos miraban hacia mi mano, la misma que agarraba el brazo de mi amigo, y entonces me percaté de algo. Había una oscuridad en ellos que estaba empezando a emerger de las pupilas.
Ivar hizo un movimiento con la cabeza, lanzando a Olaf por los aires, haciendo que se chocase contra un árbol y cayese inconsciente al suelo.
Elien corrió tras él, mientras yo me llevaba las manos la boca, horrorizada por lo que acababa de presenciar, mientras él se fijaba en mí, tragando saliva, dándose cuenta de que yo había descubierto que era malo, justo lo que el resto del pueblo ya sabía, pues había sido testigo de ello cuando él tan sólo era un niño de diez años.
Sus ojos volvieron poco a poco a la normalidad, sin dejar de observarme, y cuando volvieron del todo caminó hacia mí, pero yo me eché hacia atrás, horrorizada, a pesar de que sabía que la persona que me miraba en ese momento no era la misma que minutos antes.
Él volvió a tragar saliva, y entonces se marchó, sin más, corriendo hacia casa, mientras yo volvía la vista hacia Olaf y Elien.
No volví a acercarme a él, una parte de mí aun tenía miedo, aún seguía sin poder explicarse lo ocurrido, recordando el pasado, algo en lo que no solía pensar: la muerte de mamá.Cuando mamá murió, cuando el auto cayó por el barranco hacia el río, cuando sobreviví misteriosamente… algo similar sucedió esa tarde.Cerré los ojos, pensando en esa tarde, haciendo todo lo posible por recordar, poniendo todo mi empeño en ello. Le vi entonces.Mamá conducía hacia Sandvika, mientras yo miraba por la ventana. Estaba nevando, y la música que sonaba en aquel momento era agradable. Me encantaba la forma en la que la nieve cubría todo a nuestro alrededor de un espeso paño blanco, era como si estuviésemos en el cielo, como si…La radio comenzó a emitir sonidos extra&ntild
Las cosas cambiaron después de ese día, todos a nuestro alrededor se dieron cuenta de ello, pues nosotros estábamos todo el día juntos, incluso me sentaba con él, dejando un poco de lado a mis amigos.Él reía mucho más desde que estábamos juntos, siempre bromeábamos, siempre me hacía sentir bien. Y yo seguía buscando respuestas, pero hasta el momento no había encontrado nada en la biblia, ni en la iglesia.¿qué es lo que sigues buscando con tanto ahínco? – preguntó él, mientras yo dejaba el libro sobre las distintas religiones sobre la mesa, y cogía otro trozo de “pinnakjot”Creo que lo que hay dentro de ti no es un demonio – le dije, haciendo que él me mirase con sorpresa – he estado investigando, y no es eso.&iqu
Estar cerca de Ivar era peligroso, no porque le tuviese miedo, si no porque podía hacer que él se agitase al hacerlo enfadar, y ello podría despertar a esa cosa que llevaba dentro. Esa era la teoría. Por eso no volví a ser la misma después de ese día, no dejaba de pensar en las cosas que hacía, temiendo su reacción a cada momento.Mi padre estaba muy enfadado porque me acercase tanto a él, pero yo tenía que hacerlo, le había prometido que no me alejaría de él, jamás. Además, quería descubrir quién era Arr, y por qué mató a mamá aquella tarde.Aquella noche fuimos a la feria, había miles de cosas que quería probar, como montarme en la noria con él, aunque fui incómodo, pues él tuvo que mantener sus emociones a rayas para evitar que algo sucediese.No pasa nada &nda
Abrí el libro que había sacado el día anterior de la biblioteca, titulado “La verdad sobre los elfos oscuros” y me tumbé en la cama, escuchando la lluvia que caía fuera de la casa, aquel sábado por la mañana.“A diferencia de lo que dicen la mayoría de los escritos que aún se conservan sobre los elfos oscuros de las leyendas escandinavas, no eran de piel oscura, eran tan normales como nosotros. No tenían las orejas puntiagudas ni los dientes afilados. Tenían un aspecto tan normal como cualquier humano. Lo único que los hacía diferentes al resto eran sus ojos, de un negro intenso, que te hacían palidecer con tan sólo encontrarte en su punto de mira”Sus ojos eran negros – repetí, pensando en ese tal Arr. Para luego volver la vista hacia la lectura, leyendo aquí y allá, sin prestar mucha atenci&
Salí de la cabaña, percatándome de que había escampado, y corrí, mientras Ivar me seguía, acelerándose, molesto con la situación.Espera – me pidió, deteniéndome junto a un árbol, se parecía a aquel en que nos detuvimos una vez – no te vayas así – insistió, mirando hacia mí, mientras sus ojos comenzaban a volverse oscuros – no volveré a mencionarlo – sus ojos eran oscuros, y él se marchó durante un momento, él no era el que me devolvía la mirada en aquel momento.¿Ivar? – le llamé, pero yo ya sabía que no era él, pues no podía verle, ni siquiera me reconoció.Feiya – llamó hacia mí, mientras yo le miraba sin comprender, pues ese no era mi nombre. Sus ojos,
No tenía miedo de estar a su lado, no le temía como el resto del pueblo, no había nada malo dentro de él, solo era diferente al resto. La gente siempre ha temido lo diferente, desde la antigüedad.Sus ojos se volvía negros, y se convertía en la persona que vivía dentro de él, se convertía en ese ser oscuro que no había tenido opción cuando murió. Era Arr, en cierta forma se sentía como si fuese familia, pues mi madre y él lo fueron, en otra vida. Tan sólo quedaba un interrogante, ¿cómo había muerto ese ser? En los libros que había leído solían decir que los seres oscuros como él eran realmente difíciles de matar.¿En qué piensas? – quiso saber él. Levanté la cabeza, despacio, observándole un momento, sonriendo después, volviendo a recostar
El resto de los días fueron raros. Puse una pared de distancia entre él y yo, me asustaba que pudiese volver a besarme de esa manera, yo sólo quería ser su amiga, nada más, aún era demasiado joven para pensar en él de esa forma. Tan sólo quería cuidarle, pero no estaba preparada para ver nada más, no quería ver visiones sobre mi madre y Arr de esa manera romántica, y me aterraba ver la muerte de mi tío. Si había sido asesinado, o si había muerto por alguna equivocación… no quería saberlo.Quería ayudarle, pero no de esa manera.Sabía que esto iba a pasar – se quejaba uno de los chicos, mirando de reojo a Ivar – el bicho raro te ha asustado ¿no?No – contesté, porque odiaba que lo llamasen de esa forma – pero no quiero dejar de lado a mis ami
Estaba allí, en el bosque, casi había oscurecido, pensando en qué quizás había hecho mal en ir. Justo iba a arrepentirme y a marcharme a casa, cuando le vi, llevaba una camiseta blanca y unos pantalones negros, y sus ojos eran oscuros. No era Ivar, era Arr, lo reconocí en seguida.¿Qué has hecho con él? – recriminé, molesta. Sonrió, divertido, estallando en carcajadas justo después.¿Qué le has hecho, sobrina? – preguntó, con malicia – Ese chico ni siquiera quiere venir a despedirse de ti.¿Despedirse? – pregunté, con el alma en vilo.Nos marchamos del pueblo esta noche, ¿no te lo ha dicho? – negué con la cabeza, horrorizada – Hay cosas que necesitamos hacer – añadió, al