Él miraba por la ventana de la cabaña del padre Helge, mientras yo le miraba, sin decir nada. Hacía tan sólo una hora que nos habíamos confesado frente a la iglesia, habíamos confesado nuestros sentimientos, y no habíamos hablado demasiado desde entonces.
No había vuelto a hablar con él, desde que me marché a casa, después de vestirme, dejándole allí, dormido, incapaz de enfrentar la situación. No podía volver a aceptarle, aún tenía demasiado miedo a que volviese a irse, a que volviese a dejarme. El traqueteo del autobús me calmaba, pero al levantar la vista, mis miedos volvieron. Él acababa de entrar y caminaba por el pasillo, deteniéndose frente a mí. ¿por qué estás aquí? – se encogió de hombros, antes de contestar. Supongo que no me apetece caminar – contestó, como si tal cosa, sentándose junto a mí. Le ignoré, por completo. No voy a disculparme por lo de la otra noche – le dije, molesta – cada día deseé que volvieses – él miró hacia mí – y ahora que estás aquí… ni siquiera sé si puedo ser esa persona. Eres esa persona que lo sacrificaría todo por un buen amigo – me cal
En aquella oscura noche sin luna, el viento movía los árboles, sin cesar, moviendo las hojas aquí y allá, arrancando algunas, llevándolas lejos de su lugar de origen. Hacía frío, mucho más del habitual y había una ligera niebla que no parecía proceder de ninguna parte, bordeando el pueblo, junto al bosque. Una niña con el cabello negro, dos lazos sujetando sus cabellos en un par de coletas, cada una a cada lado de la cabeza, un vestido azul, de época, se encontraba. Tenía una sonrisa maquiavélica en su rostro, con la mirada fija en la iglesia. Su piel era blanca, mucho más blanca de lo que cualquier otra piel pudiese ser, ojeras bajo sus ojos y pequeñas motas de ceniza en sus mejillas. Aquel cuerpo humano no estaba echo para aguantar el espíritu de un dios, y eso dejaba una marca, justo las que se estaban formando en su delicada piel, quemándola. Debía encontrar un recipiente apropiado, había luchado mucho por estar donde estaba, no pod
Desperté en el sofá del padre Helge, pero no era él quién estaba allí, luciendo preocupado, mientras daba vueltas por la habitación, sin tan siquiera darse cuenta de que estaba despierta. Justo iba a hablarle, para que notase mi presencia cuando me percaté de que tenía unas marcas de quemadura en mis muñecas. De hecho, si las tocaba, me dolían. ¿Qué…? – comencé, sin comprender. Él se percató entonces, de mi presencia, sorprendiéndose - ¿qué es esto? – se miró las manos, tragó saliva, y luego se sentó en el sofá, junto a mí, justo cuando yo me sentaba, y miraba hacia él, sin comprender. Arr me avisó de que algo así podría suceder – me dijo. Le miré, sin comprender. Intenté agarrar su brazo, pero él se echó hacia atrás. Le miré, sin comprender – no podemos tocarnos, Agatha. ¿Qué? – pregunté, con incredulidad - ¿cómo…? Tuve que llamar al pa
PARTE I - LA SEMILLA DEL MALMi primer día de clase, en el colegio, fue algo que nunca jamás podré olvidar.Cuando llegué a aquel feucho pueblo al norte Bergen, pude darme cuenta de que había algo raro en el ambiente. La gente evitaba pasar por el este del pueblo, incluso daba un rodeo si era posible, y solían cuchichear sobre la tranquilidad del lugar, cómo si fuese algo realmente raro.Papá y yo tuvimos que dejar atrás la capital, y mudarnos a un lugar alejado de los periodistas que querían hacerme preguntas sobre el accidente. Todo el mundo quería saber por qué había sido la única superviviente en el accidente que acabó con la vida de mamá. Pero yo no podía ayudarles, nunca lo haría, pues no podía recordar absolutamente nada.Así que allí estábamos, después de haber dejado atr&aac
Habían pasado seis años desde aquello, desde que comprendí que acercarse a Ivar Kalahar no era buena idea.En aquella época estábamos en el instituto, yo ya tenía un grupo de amigos, Aren, Olaf, Elin y Kaira. Los cinco éramos muy amigos, aunque ya había una pareja entre ellos, pues Aren y Kaira llevaban seis meses juntos, como novios. Así que, hacía una larga temporada que no quedaban con nosotros.Era una buena estudiante, aunque me gustaba mucho hacer escapadas al campo, donde solíamos ir a beber más que nada, así que, se puede decir que era más rebelde de lo que debía.Solía escaparme por la ventana de mi habitación e irme con Olaf y Elin al bosque, nos lo pasábamos en grande. Por eso, aquella noche no fue una excepción, estábamos allí, cerca de la playa, alrededor de una candela que nosotros mismos h
Ivar era más interesante de lo que todos creían, él era fascinante. Cuando más sabía de él más quería saber, así que, los días se me pasaron en un momento, estar con él era muy fácil, y me encantaba.Hemos quedado esta noche para ir al bosque – me dijo Olaf, justo cuando salíamos de clase - ¿te apuntas?Claro – respondí, pues lo cierto era que hacía tiempo que no los veía, siempre estaba con Ivar últimamente.El bicho raro te está mirando – se quejaba, haciendo que mirase hacia atrás, justo hacia donde él miraba, y lo encontrase allí, observándome. Quizás quería decirme algo, quizás no quería acercarse por mis amigos.Nos vemos luego – me desped&i
No volví a acercarme a él, una parte de mí aun tenía miedo, aún seguía sin poder explicarse lo ocurrido, recordando el pasado, algo en lo que no solía pensar: la muerte de mamá.Cuando mamá murió, cuando el auto cayó por el barranco hacia el río, cuando sobreviví misteriosamente… algo similar sucedió esa tarde.Cerré los ojos, pensando en esa tarde, haciendo todo lo posible por recordar, poniendo todo mi empeño en ello. Le vi entonces.Mamá conducía hacia Sandvika, mientras yo miraba por la ventana. Estaba nevando, y la música que sonaba en aquel momento era agradable. Me encantaba la forma en la que la nieve cubría todo a nuestro alrededor de un espeso paño blanco, era como si estuviésemos en el cielo, como si…La radio comenzó a emitir sonidos extra&ntild
Las cosas cambiaron después de ese día, todos a nuestro alrededor se dieron cuenta de ello, pues nosotros estábamos todo el día juntos, incluso me sentaba con él, dejando un poco de lado a mis amigos.Él reía mucho más desde que estábamos juntos, siempre bromeábamos, siempre me hacía sentir bien. Y yo seguía buscando respuestas, pero hasta el momento no había encontrado nada en la biblia, ni en la iglesia.¿qué es lo que sigues buscando con tanto ahínco? – preguntó él, mientras yo dejaba el libro sobre las distintas religiones sobre la mesa, y cogía otro trozo de “pinnakjot”Creo que lo que hay dentro de ti no es un demonio – le dije, haciendo que él me mirase con sorpresa – he estado investigando, y no es eso.&iqu