Ay ñoooooooooooooo, amigas, yo amo a esta pareja y lo mal que me caía Lucía...
POV. LUCÍA.— ¡Más! — Gemí sobre los labios de mi esposo.Sí, decir esposo se sentía diferente ahora, se sentía genial, divertido, cálido, seguro y sobre todo me hacía sentir feliz.Por fin podía tener eso que siempre había querido de Sebastián, justo como lo soñé el día que caminé hacía el altar y lo vi con sus ojos brillantes, me lamentaba por el tiempo perdido, pero estaba dispuesta a recuperarlo. Aunque parecía que las 24 horas eran insuficientes y con el trabajo y con el bebé y todo lo demás que estaba pasando a nuestro alrededor, las cosas eran más bien frenéticas. — Dilo — Seb estaba hundiéndose en mí violentamente y yo tenía mis manos apoyadas en el cristal de la ducha.— ¡Carajo! — Gemí.— Lu, dilo — amaba la voz demandante de Sebastián.— Tu-tuya — solté al fin y sus manos rodearon mi cuello apretando con fuerza, dejándome un poco sin aire, pero sin ser agresivo.Amaba a ese hombre.Mientras más me hacía el amor, más mi mente se llenaba de todos esos buenos y bellos recuerd
POV. FELIPE.— ¡¿Dónde estás mujer?! — La erección me dolía y dolía mucho.Era un dolor fastidioso, pero que moría en deseo por sacarlo de mí interior y dejarlo todo en la principal culpable.Carmen.Mientras seguía buscándola por todo el apartamento, mi mente no dejaba de viajar al pasado, al primer día que la vi, nuestro primer encuentro y sonreí sacudiendo la cabeza. * * * FLASHBACK * * * — Estás ebrio — dijo Antonio con algo de desprecio en su voz.— No. Bueno solo un poco — suspiré y me reí.— Sebastián te va a moler a golpes.— Que se joda — dije riendo de nuevo. Escuché la risa de Antonio y luego un vaso de agua fría caía sobre mi rostro con una violencia tal que me puse de pie de donde no sabía que estaba sentado.— ¡¿Qué carajos?! — me tambaleé pero ya me sentía mejor.— Toma, bebé este café, la chica con la que debemos hacer el trabajo no tarda en llegar y este lugar parece más una pocilga. Sí, ese era Sebastián con su tono autoritario y molesto. Tomé la taza de café de s
POV. ANTONIO.— ¡Te vas a mojar! — le grite a Marie mientras la veía saltar en los charcos que se formaban por la calle. Sin embargo ella no dijo nada, solo me miró y estiró su mano para que yo la tomara, estaba aguardando a que parara de llover en la entrada de la cafetería donde nos habíamos puesto cita ese día, simplemente negué con la cabeza.Odiaba los días soleados, porque por lo general mi rostro se ponía rojo como un tomate, los días lluviosos me hacían doler los huesos que estaban pegados con metal, los días de primavera eran un fastidio para mi rinitica nariz y los días de otoño… Bueno, esos días eran tranquilos así que supongo que estaban bien. — ¡Ven aquí! — Le grité de nuevo y gruñí.Pero no tenía claro porque, podría ser porque estaba haciendo frío y se iba a resfriar, o porque se iba a subir a mi auto empapada y lo iba a mojar, o porque su vestido blanco se estaba comenzando a transparentar ganándose así las miradas inescrupulosas de lo que se hacían llamar hombres.¿P
POV. LUCÍA.— Abre — le pedí por millonésima vez a Marie.Pero ella solo abría para ir por algo de comer, en realidad solo bebía café y un par de galletas.— ¿Qué hacemos? — Carmen preguntó moviendo la perilla de la puerta con fuerza.— Rompamos la puerta — dijo Loren que traía un martillo y yo no tenía idea de donde lo había sacado.— Podemos llamar a alguien que haga eso por nosotras — Francisca que estaba mirando su celular habló al fin —, el cerrajero llega en 10 min — levantó los ojos y todas la miramos como si le hubieran salido 5 cabezas —. ¿Qué? — Río —. No me voy a quebrar las uñas, tampoco voy a intentar llamarla en vano,necesitamos soluciones.Torcí mis ojos y reí.— Las amo — dije en voz baja.Carmen me abrazó, Francesca acarició mis mejillas y Loren rodeó mi cintura dándome un beso en la mejilla.— Tu esposo porque no ha intervenido en esto — Loren preguntó cuando se puso de pie junto a Carmen, para darle paso a Francisca que iba a abrirle al cerrajero.— Dice que Antonio
POV. ANTONIO.La música vibraba en mis oídos, el humo y los olores me hacían sentir abrumado, todo era demasiado para mí.— ¡Viniste! — chilló la chica de ojos verdes y sonreí.Sonreí por mera cortesía, no porque estuviera feliz de verdad. Aunque si estaba feliz de verla, pero no en ese lugar.— Hola — salude como siempre.— ¡Ven! — Tiro de mi mano con fuerza.De repente ya estábamos en medio de la pista de baile y mis manos sobre su trasero, ella misma las colocó allí, se colgó de mi cuello y me beso. No me detuve, aquello era intenso, delicioso, peligroso también, pero me gustaba.— Eres el mejor beso de mi vida — susurró sobre mis labios mientras una de sus manos bajaba en medio de mis pantalones y apretó aquella erección que palpitaba hasta mi cabeza.El sonido de la música electrónica se hizo más intenso y sus movimientos también, apoye mi frente en su hombro y no me importo que nadie me estuviera viendo, tampoco creía que alguien lo hiciera, todos estaban absorbidos por completo
POV. ANTONIO.— ¡Suéltalo! — Esa voz.Sentía mis labios secos, mi cabeza pesada, mis ojos ardían un poco y reí porque sabía que estaba alucinando.Marie, mi hermosa Marie.— Te dije que lo sueltes, z0rra asquerosa.Volví a reír, definitivamente Marie diría palabrotas como esa.El pinchazo finalmente nunca llegó así que con las pocas fuerzas que sentí, me enderece y me senté adecuadamente, mis ojos estaban casi nublado por el cansancio, así que parpadee varias veces porque no podía creer que habían tantas personas en esa habitación, incluyendo a la luz de mi vida.— ¿Qué… ¿Qué haces aquí?— Si tengo que repetir que sueltes a mi… — Marie dudo y yo quería saber que iba a decir —. A mi esposo, te voy a arrancar cada pelo de la cabeza.— Ustedes no tienen autorización para entrar, Antonio no tiene autorización para recibir visitas — las palabras eran frías y determinadas. — ¿Por qué? — Le pregunté sin quitar mis ojos de Marie —. ¿Por qué prohibiste las visitas? — Antonio, mi amor, yo…— ¡
POV. SEBASTIÁN. —Soy capaz de destruir lo que me rodea por diversión, no quieres imaginarte lo que te puedo hacer por venganza.— Eres un niño.— Es lo que quieres creer.— Es lo que me has demostrado toda la vida — río —. Haciendo siempre las cosas por el bien de los demás y no por el propio, tú no tomas lo que te mereces o lo que te pertenece, tu recibes las migajas de lo que los demás te quieren dar. No sabes lo que significa pedir perdón y no permiso, tienes miedo de tomar las decisiones equivocadas porque siempre anteponer a esos tontos que llamas amigos y a esa putx que dices amar — se sentó en la silla del estudio —. Así nunca vas a ser poderoso y temido.Reí y caminé por la habitación hasta que puse mis manos sobre la fina madera y me incliné un poco para mirarlo, su cuerpo se inclinó hacia adelante y estábamos a centímetros.— Confundes la bondad con debilidad, el amor con compasión y la benevolencia de mi mano dura con fragilidad, pero lo que no sabes es que no conozco el te
— ¡NO LO HAGAS!— ¿Por qué no? — La voz era tan suave que parecía una caricia.— Yo no tengo nada que ver.— Eres daño colateral.— Por favor — La mujer estaba suplicando y sus ojos estaban demasiado rojos, demasiado llenos de lágrimas.Había mucho dolor en su rostro, en su cuerpo, ella nada tenía que ver y tampoco tenía porque pagar las consecuencias de personas con las que ni siquiera se relacionaba directamente, pero allí estaba encerrada en su propia oficina y con un arma en su frente.¿Culpa de quién?De Dan.El hombre se sentó en la silla que era de Samantha y esperó a que su teléfono sonará.— ¿Qué? — Dijo el hombre al otro lado del teléfono,con evidente desinterés.— Vamos a jugar un juego…— ¿A qué quieres jugar? — Por cada día que pase y que no me entregues lo que es mío, yo voy a derrocar cada una de tus piezas, empezando por los peones.— Intentalo — sonrío Sebastián con arrogancia.— Solo recuerda querido hijo que para llegar al rey y dejarlo en jaque también debo destru