TRECE

“Disfrutando la fragancia que destilas.”

A falta de agua a mano en la barra predispuesta del catering, ya llevo mi segunda copa.

O al menos eso pretendo.

Sé que el alcohol y yo no somos muy buenos aliados, pero necesito bajar el nudo que presiona cada vez más fuerte mi garganta, ese que comienza a extenderse por mi pecho hasta hacer retorcer mis entrañas.

¿Por qué las cosas no pueden ser más sencillas?

Yo solo quería un trabajo estable, que me distrajera lo suficiente como para no pensar en lo mucho que he desperdiciado mi tiempo, mis años.

Tengo veintidós años y hasta hace unos días no había sentido mi corazón aletear a tal intensidad que desde que los problemas empezaron a venir uno tras uno.

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