“De champán, trajes de gala y personas extrañas” Parte IV
Ni siquiera recaigo en la entrada que debo haber causado al deslizarme con cierto apuro por las puertas de la terraza en la que una hora atrás había conocido por Ezra y donde había sido besada por Conrad.
De vuelta me vi caminando ahora con cierta tregua para mis pies y mi respirar agitado, al rincón en el que nos habíamos acomodado Ezra y yo con anterioridad.
Mis manos fueron posadas sobre la piedra del muro en un intento de buscar apoyo.
La primera bocanada no consiguió su cometido, el aire parecía no pasar por mi tráquea y llenar mis pulmones, como si algo se lo impidiera.
Para quien no estuviera tan acostumbrada como yo a este tipo de ataque de ansiedad, le causaría una mayor presión, pero para mi que era algo recurrente en mi sistema, solo me limite a insistir
“Disfrutando la fragancia que destilas.”A falta de agua a mano en la barra predispuesta del catering, ya llevo mi segunda copa.O al menos eso pretendo.Sé que el alcohol y yo no somos muy buenos aliados, pero necesito bajar el nudo que presiona cada vez más fuerte mi garganta, ese que comienza a extenderse por mi pecho hasta hacer retorcer mis entrañas.¿Por qué las cosas no pueden ser más sencillas?Yo solo quería un trabajo estable, que me distrajera lo suficiente como para no pensar en lo mucho que he desperdiciado mi tiempo, mis años.Tengo veintidós años y hasta hace unos días no había sentido mi corazón aletear a tal intensidad que desde que los problemas empezaron a venir uno tras uno.
“En cama de algodón…”Entreabrí mis ojos al percibir una suave fragancia cosquillear mi nariz, intente ver más allá del pecho donde permanecía recostada, intentando identificar los cálidos y firmes brazos de aquel desconocido, pero mis parpados pesaban de forma que el sueño consiguió alcanzarme mucho antes de poder satisfacer mi curiosidad.Me sentía extrañamente acogida, como si permaneciera sobre un mullido y cálido algodón gigante, o el símil a la representativa estampa de nube que tan comúnmente exponen en las caricaturas.Mis brazos rodearon por inercia el cuerpo al que creía estar aún sujeta, en la inconsciencia del sueño hasta terminar rodeándolo por completo.Ahí libere un pesado suspiro.No quería aún
“Despertando del sueño”Mentiría si no dijera que en este mismo instante, parezco un cachorrito asustadizo a punto de echarse a correr en cualquier momento.Tras despertarme en casa de Ezra, hablar parte del problema con Ezra y Conrad, me vi regresando a casa escoltada por Conrad.Tenía suerte de vivir en un bloque de apartamentos, no tendría el famoso cliché de mi madre enterándose de la posibilidad de su hija pasando la noche en casa de un apuesto millonario y mientras más evitara la posibilidad de que ella se enterase de los hombres que me rodeaban, mejor para mi salud mental.Claro que no me libré de la reprimenda aún a pesar de haberla avisado con anterioridad de la posibilidad de quedarme en las cercanías donde se llevara a cabo dicho evento, con esas mismas palabras de siempre remarcando lo nula que e
“El pacto con Lilith y sus demonios.” Cuando el hambre revuelve mis tripas, recorre mis venas y puntillea mis dedos, la desesperación se apodera de mi conciencia. La gula aumenta el desespero, reclamando entre gritos lo que tanto exijo. El deseo en mi crece, sin control, sin miedo, sin nada más que lo detenga…como el estallido de aquel cohete que pronto plagara el cielo oscuro de colores, en una explosión de eufórico placer. Cuando el hambre se presenta, imponente, exigente en cada centímetro de mi cuerpo, sin tregua alguna, enmudeciendo la fila de pensamientos que me exige mantener el control de mi cuerpo. La desesperación se apodera de mi conciencia. Rascando, raspando, aruñando la sensible superficie que me separa del limbo. El misil que impacta contra mi núcleo, se pierde
[Contenido +18] “La historia que nunca termina” En cuanto nuestras bocas se separaron fui consciente de mis actos, de lo que había desatado, como si los hilos de aquello que me había poseído por ese instante se hubieran aflojado, brindándome el desconcierto que brillaba en mi al caer en lo cometido. El agarre de Gratia en mí nunca no se aflojó aun cuando la angustia y el pudor se apropiaban de mi rostro, una vez contemple como sus ojos volvían a abrirse, enfocándome con la dureza ardiente que hacía vibrar todo mi ser. Era consciente aún de la mano que afirmaba posesivamente su agarre en una de mis nalgas y el cómo su fragancia me embriagaba al punto de dejarme arrastrar nuevamente por mis deseos. Por aquello que necesitaba. Su nariz rozó por un breve segundo la mía, al inclinar ligeramente su cabeza
“Una cena de dos” Parte I Dos golpecitos en mi mesa interrumpieron mi concentración de pasar aquel documento al ordenador, dejando en el aire mis dedos sobre el teclado para deslizar mi vista hacia esa encantadora sonrisa que motivaba a la mía a relucir. Mis ojos se iluminaron sin siquiera haber sido consciente de lo mucho que lo había extrañado. — Buenas tardes, cariño. — Ezra… ¿Qué haces aquí? — Al caer en cuenta de mi absurda cuestión, pues Gratia, con quien mantenía esa extraña relación que aún no conocía por completo, amiga y cercana ocupaba el despacho que se encontraba cerrado por una videoconferencia privada. Mi sonrisa decayó sutilmente por la vergüenza instalándose en mis mejillas— Gratia está ocupada ahora mismo… — Lo sé, vengo por ti. El calor que se instaló en mi pecho sacudió mi corazón de tal forma que volvió a ganar peso la sonrisa sobre mis labios. <
“Una cena de dos” Parte II Una sonrisa se forma en mi rostro al momento en el que Ezra rodea el coche y como todo un caballero, abre mi puerta para tenderme ayuda en bajar del auto. Me siento como en esas películas tan inverosímiles que dudas puedan suceder en la vida real, por su cliché constante. Él sin soltar mi mano -que se siente tan bien en el interior de la suya- le tiende las llaves de su coche al aparcacoches que ofrece el edificio de lujo al que nos dirigimos. Su estructura es moderna en lo que puede definirse como “frívolamente urbana”, pero con esos matices que te instan a desear adentrarse entre sus paredes para confirmar la calidad de su diseño y apreciar el conjunto del mobiliario o el arte que eligieron para combinar con su exterior. Mis tacones resuenan sobre el juego de diversos mármoles pulidos que tienden de la gama perlada al intenso
“Mi primera vez”Al adentrarnos en el ascensor, me vi con la sorpresa de Ezra pulsando la ante penúltima planta del edificio, dándome a entender sin palabras de por medio que ahí nos dirigíamos.Mis nervios hicieron estragos en mi bajo vientre, como si mi cuerpo fuera mucho más consciente de lo que se venía que mi propia mente, por aún permanecer perdida en el repaso de la mágica velada que Ezra me había proporcionado.Donde no solo pude deleitarme con su profunda y cautivante voz, así como disfrutar de su compañía, sino también, conocer un poco más al hombre que parecía dispuesto a continuar aferrando mi mano.Ezra me dio a conocer diversas partes de él, aún cuando era consciente todavía me faltaba mucho por conocer o comprender, él se había a