“Una cena de dos” Parte I
Dos golpecitos en mi mesa interrumpieron mi concentración de pasar aquel documento al ordenador, dejando en el aire mis dedos sobre el teclado para deslizar mi vista hacia esa encantadora sonrisa que motivaba a la mía a relucir.
Mis ojos se iluminaron sin siquiera haber sido consciente de lo mucho que lo había extrañado.
— Buenas tardes, cariño.
— Ezra… ¿Qué haces aquí? — Al caer en cuenta de mi absurda cuestión, pues Gratia, con quien mantenía esa extraña relación que aún no conocía por completo, amiga y cercana ocupaba el despacho que se encontraba cerrado por una videoconferencia privada. Mi sonrisa decayó sutilmente por la vergüenza instalándose en mis mejillas— Gratia está ocupada ahora mismo…
— Lo sé, vengo por ti.
El calor que se instaló en mi pecho sacudió mi corazón de tal forma que volvió a ganar peso la sonrisa sobre mis labios.
<“Una cena de dos” Parte II Una sonrisa se forma en mi rostro al momento en el que Ezra rodea el coche y como todo un caballero, abre mi puerta para tenderme ayuda en bajar del auto. Me siento como en esas películas tan inverosímiles que dudas puedan suceder en la vida real, por su cliché constante. Él sin soltar mi mano -que se siente tan bien en el interior de la suya- le tiende las llaves de su coche al aparcacoches que ofrece el edificio de lujo al que nos dirigimos. Su estructura es moderna en lo que puede definirse como “frívolamente urbana”, pero con esos matices que te instan a desear adentrarse entre sus paredes para confirmar la calidad de su diseño y apreciar el conjunto del mobiliario o el arte que eligieron para combinar con su exterior. Mis tacones resuenan sobre el juego de diversos mármoles pulidos que tienden de la gama perlada al intenso
“Mi primera vez”Al adentrarnos en el ascensor, me vi con la sorpresa de Ezra pulsando la ante penúltima planta del edificio, dándome a entender sin palabras de por medio que ahí nos dirigíamos.Mis nervios hicieron estragos en mi bajo vientre, como si mi cuerpo fuera mucho más consciente de lo que se venía que mi propia mente, por aún permanecer perdida en el repaso de la mágica velada que Ezra me había proporcionado.Donde no solo pude deleitarme con su profunda y cautivante voz, así como disfrutar de su compañía, sino también, conocer un poco más al hombre que parecía dispuesto a continuar aferrando mi mano.Ezra me dio a conocer diversas partes de él, aún cuando era consciente todavía me faltaba mucho por conocer o comprender, él se había a
“Destellos de realidad” — Entonces… Tú y Conrad… — Somos unidos, cariño… no solo tenemos que amar a Gratia, nos queremos y nos amamos de formas diferentes… — Se volvió escuetamente a observarme por el semáforo que le facilitaba dicha acción — Solo somos libres de vivir como queremos... Dejo caer mi cabeza sobre el asiento, perdiéndome un segundo en el letargo encantador del momento. La velada finaliza tal y como empezó, en el coche de Ezra, dirección a mi casa. — ¿Es eso lo que me ofrecéis?... ¿Libertad de ser lo que quiera ser? Cuestione sucumbida por la calma que tanto el escaso alcohol consumido en la velada como el silencio que inunda el interior del coche, ese que solo nuestras voces interrumpen con la armonía de la charla precisa para no saturar nuestro camino de ida. Ezra asintió al retomar la vista en la carretera. Verlo conducir a estas a
“En el limbo de la mente” Jalé el portón de cristal de mi edificio, esperando que de alguna forma se despejara el mal trago en el que mi madre me había sumido en la madrugada. El frío matutino impacto contra mi rostro, generando que acomodara mi abrigo en espera de conseguir entrar en calor. No había pegado ojo y no por lo que me hubiera gustado. Culpar al calor que ellos me provocaban se veía una mejor escusa que la que realmente era, me había pegado esas cuatro horas restantes, repasando mentalmente todo lo que quise haberle dicho a mi madre. Sintiendo de vuelta esa carga de remordimientos que atolondraban mi mente y sumergían aún más la poca seguridad que estaba comenzando a saborear. Mi madre tiene razón, no sirvo para nada, si quiera puedo enfrentarme a ella. Me mude lejos de su casa, de su hogar, de su control, con los falsos pretexto
“Retazos de realidad y fantasía” Parte 1 Atrapo el pipote rosa de mi batido de frutas, ese que nada más sorber enfría y colma de sabor mi paladar, mientras espero a que Conrad pague nuestro pedido. Los resultados de las pruebas me los enviaran en el transcurso de esta semana, como era de esperar en un sitio privado del que alguno de ellos se ocupo de pagarlo, puesto no me habían pedido ningún tipo de intercambio económico. Ahora nos encontrábamos en una pastelería que por Conrad, había descubierto servían desayunos. Al principio creí que desayunar para él era ir a algún restaurante caro y de nuevo ponerme entre la encrucijada de los altos precios del establecimiento, pero no, este lugar a parte de tener un aroma increíble, era accesible, por lo que no repuse en pagar mi mitad del pedido y Conrad no opuso resistencia. Me gustaba ser mimada, pero aún no me acostumb
“Retazos de realidad y fantasía” Parte 2 Los nudillos de Conrad golpearon ligeramente la superficie de la puerta abierta de aquel despacho, donde en la lejanía de su amplitud se ubicaba Levian, concentrado en los documentos sobre su escritorio, ignorando las increíbles vistas tras suya. Así como yo misma también las ignoré en cuanto puse mi enfoque en el atractivo hombre serio y firme tras el robusto escritorio. El mismo que al alzar su foco de interés hacia el dueño de la interrupción, su densa y frívola mirada no se apartó de la mía. Levian no hizo ningún aspaviento de sorpresa, él prácticamente se quedó tan estoico como siempre. — El desayuno grandullón. Escuché un bufido malhumorado por parte del atractivo gentleman y no pude impedir que una sonrisita se me escapara al apreciar de primera plana, la relación de ese par.
“Retazos de realidad y fantasía” Parte 3Desde que Conrad tuvo que retirarse con cierto apuro, no antes de tener una escueta conversación con Levian en la puerta de su despacho, me había limitado a permanecer en el despacho de Conrad.Recogiendo las sobras del desayuno, indagando entre los pocos libros que formaban uno de sus grandes estantes al costado del despacho, tomando asiento en su sillón y sonriendo como una niña pequeña que finge tener el poder y la autoridad que el dueño de ese lugar.Había estado empujando, alejando lo mayormente posible, aquello por lo que en parte había aceptado quedarme aquí, en espera de Conrad.Eso que por fin me atrevía a llevar a cabo, tras salir del despacho de Conrad y desfilar hacia el frente, donde la puerta cerrada del despacho de Levian se ubicaba.<
“Retazos de realidad y fantasía” Parte 4 — Ella está bien… No, está aquí conmigo… Sí… Me removí extrañamente cómoda donde me encontraba por la voz profunda que se deslizaba escasamente en mi soñar. Apreté el lateral de mi rostro contra la superficie blanda y fría que aportaba confort a mi cabeza, así como mis manos instaron a acomodar nuevamente aquello que me cubría y proporcionaba calor. — Se lo diré... Y Conrad, relájate… La mención de ese nombre me insto a querer remover el sueño en mí, así como poco a poco reconocer la abrasadora voz de Levian meciendo mis oídos. Escuché movimiento a mi alrededor, mientras me estiraba aún más sobre la cómoda superficie en la que me encontraba. Me sentía como si hubiera descansado por horas o incluso mucho más de lo que lo hacía en una semana. Como si todo aquello que me agobiase y estresase