“Retazos de realidad y fantasía” Parte 3
Desde que Conrad tuvo que retirarse con cierto apuro, no antes de tener una escueta conversación con Levian en la puerta de su despacho, me había limitado a permanecer en el despacho de Conrad.
Recogiendo las sobras del desayuno, indagando entre los pocos libros que formaban uno de sus grandes estantes al costado del despacho, tomando asiento en su sillón y sonriendo como una niña pequeña que finge tener el poder y la autoridad que el dueño de ese lugar.
Había estado empujando, alejando lo mayormente posible, aquello por lo que en parte había aceptado quedarme aquí, en espera de Conrad.
Eso que por fin me atrevía a llevar a cabo, tras salir del despacho de Conrad y desfilar hacia el frente, donde la puerta cerrada del despacho de Levian se ubicaba.<
“Retazos de realidad y fantasía” Parte 4 — Ella está bien… No, está aquí conmigo… Sí… Me removí extrañamente cómoda donde me encontraba por la voz profunda que se deslizaba escasamente en mi soñar. Apreté el lateral de mi rostro contra la superficie blanda y fría que aportaba confort a mi cabeza, así como mis manos instaron a acomodar nuevamente aquello que me cubría y proporcionaba calor. — Se lo diré... Y Conrad, relájate… La mención de ese nombre me insto a querer remover el sueño en mí, así como poco a poco reconocer la abrasadora voz de Levian meciendo mis oídos. Escuché movimiento a mi alrededor, mientras me estiraba aún más sobre la cómoda superficie en la que me encontraba. Me sentía como si hubiera descansado por horas o incluso mucho más de lo que lo hacía en una semana. Como si todo aquello que me agobiase y estresase
[Contenido +18]“Retazos de realidad y fantasía” Parte 5— No.La mano de Levian impidió mi intento de salirme de su regazo.Necesitaba alejarme por completo de él antes de cometer un vergonzoso acto como aquel. Si quiera podía mirarle a la cara mientras esperaba se apiadará de mí y me dejara salir de encima suya.— No era una petición… Quiero que te toques Davinia, quiero que te corras estando sobre mi… Tú viniste a mí, dame algo a cambio, Ángel.Y lo peor de todo es que quería, quería hacerlo, quería hacer un estropicio sobre sus caros pantalones de traje, quería sentirlo bajo mía, duro, mientras me corría pensando en todo esto, pensando en él, pensando en la locu
“Entre pensamientos” La pequeña sonrisa en mis labios parecía no querer desaparecer, aún a pesar de ya haberme despedido de Levian y encontrarme a punto de adentrarme a mi apartamento. Intenté darme los ánimos necesarios para cruzar la puerta y recibir lo que tuviera que recibir de mi madre, pero para mi sorpresa, lo único que me recibió nada más entrar por la puerta, fue un sepulcral silencio. Extrañada, encendí la luz por la poca claridad que el atardecer me ofrecía, esperando ver el rastro de mi madre por alguna parte. Pero nada, la mujer por la que muchas veces alargaba mis idas a mi hogar, no estaba. Mejor para mí… Supuse, al colgar mi bolso en el perchero de la entrada, aliviada de no obtener su bombardeo constante de críticas o preguntas incomodas. Me descalcé al adentrarme en mi habitación
“Té de menta, miel y limón” Al momento de alzar mi enfoque de la pantalla del ordenador, hacia la dueña de aquel taconear que se aproximaba por el pasillo, una sonrisa se plantó en mi cara.Una sonrisa que perdió fuerzas al ver como la elegante e intimidante rubia desfilaba sin si quiera darme una rápida visual, hasta desaparecer en el interior del despacho.Había esperado tan siquiera un “Hola” o destellos dulces como los de la llamada de a noche. Pero en cambio solo había recibido su atractiva imagen desfilar ajena al mundo a su alrededor, antes de adentrarse tras las puertas de su despacho, esas que cerró sin siquiera voltearse a darme un fugaz ojear tras esas gafas oscuras de diseñador.La sonrisa se había muerto en mis labios, formando ese nudo en mi garganta al que intente resta
“Un espacio para dos” PARTE 1 Apenas había terminado de guardar lo importante en mi escritorio y apagar el ordenador cuando Gratia salió de su despacho. Portaba de vuelta su chaqueta de cuero marrón y su cartera amplia bajo el brazo, en esa elegancia que intimidaría a cualquier monarca e inclusive a los más altos diseñadores de la elite. Me contempló tras sus gafas oscuras, a la par que cerraba la puerta tras suya. — ¿Lista? Agarré mi bolso y mi abrigo, con la sonrisa aflorando en mis labios. — Lista. Señalice a medida salía de mi recoveco de trabajo. Gratia adelanto su caminar, desfilando ante mis ojos como modelo de pasarela, un caminar al que pretendía adaptarme a pesar de mi baja estatura. Y mis inútiles piernas cortas… — Señora Graham, el abogado del señor Gross se encuentra en la recepción principal… Anunció sorpresivamente quien ocup
“Un espacio para dos” PARTE 2 Nunca había tenido tanta tensión acumulada en mis músculos, decir que no estaba incomoda respecto a esta situación era quedarse muy lejos de la realidad. Incomoda, angustiada, nerviosa. ¿Conocéis esa sensación de querer leer la mente de otra persona para anteceder lo que pueda soltar su bocota? Pues justo así me encuentro, rogando que milagrosamente ahora tuviera la capacidad de leer la mente de mi madre. Incluso percibía la gota de sudor que amenazaba con resbalar por mi frente. ¿Cómo había llegado a esta situación? Fácil… ¿Como decirle un “No” a Gratia sin quedar mal? Sobre todo, cuando luce tan predispuesta a tender por más tiempo esa neutral bandera blanca entre nosotras. Estoy conociendo a Gratia como futura amante, no como la jefa a la que estoy acostumbrada a temerle y salir huyendo… y nada, ni na
“Un espacio para dos” PARTE 3— Puedes dejarlo en mi habitación.La voz de Gratia se deslizo suavemente detrás mía, a medida nos adentrábamos a su casa desde el garaje, ese que hasta ahora no había conocido.Intentaba no dejarme llevar por la repentina timidez que me generaba el estar en su casa, a solas, pudiendo pasar cualquier cosa entre nosotras.A medida que subía los peldaños de la escalera principal, siendo muy consciente de como la mujer que mantenía en un pulsar frenético mi corazón, me seguía en un completo y cómodo silencio, un cumulo de cuestiones comenzó a aglomerarse en mi cabeza.¿Dormiría con Gratia? ¿En la misma cama?Mis mejillas se calentaron ante la repentina idea de sentir su cuerpo contra el mío, en una calidez inofensiva,
“Una probadita de delicioso pecado” PARTE 1Su orden fue directa, tan clara y tajante que incluso se incrustó en mi el desesperante deseo de arrancar la ropa, que ahora, sentía agobiarme.Gratia carecía de sutileza.Pero a mi sexo parecía encantarle ese hecho…Mis muslos se apretaron entre si, consecuente de que no debería tomármelo de esta forma, al fin y al cabo, tendría que estar sintiéndome devastada al haberme hecho ilusiones con creer encontrar una ternura que me había llegado a entumecer, distrayéndome por unos segundos de lo que realmente implicaba el que estuviera aquí, ahora, con ella de esta forma.Tras liberar el agarre en mi mentón y abandonarme en el interior de su vestidor, sin esperar que la siguiera, volvió a adentrarse en su habitación.A