“En cama de algodón…”
Entreabrí mis ojos al percibir una suave fragancia cosquillear mi nariz, intente ver más allá del pecho donde permanecía recostada, intentando identificar los cálidos y firmes brazos de aquel desconocido, pero mis parpados pesaban de forma que el sueño consiguió alcanzarme mucho antes de poder satisfacer mi curiosidad.
Me sentía extrañamente acogida, como si permaneciera sobre un mullido y cálido algodón gigante, o el símil a la representativa estampa de nube que tan comúnmente exponen en las caricaturas.
Mis brazos rodearon por inercia el cuerpo al que creía estar aún sujeta, en la inconsciencia del sueño hasta terminar rodeándolo por completo.
Ahí libere un pesado suspiro.
No quería aún
“Despertando del sueño”Mentiría si no dijera que en este mismo instante, parezco un cachorrito asustadizo a punto de echarse a correr en cualquier momento.Tras despertarme en casa de Ezra, hablar parte del problema con Ezra y Conrad, me vi regresando a casa escoltada por Conrad.Tenía suerte de vivir en un bloque de apartamentos, no tendría el famoso cliché de mi madre enterándose de la posibilidad de su hija pasando la noche en casa de un apuesto millonario y mientras más evitara la posibilidad de que ella se enterase de los hombres que me rodeaban, mejor para mi salud mental.Claro que no me libré de la reprimenda aún a pesar de haberla avisado con anterioridad de la posibilidad de quedarme en las cercanías donde se llevara a cabo dicho evento, con esas mismas palabras de siempre remarcando lo nula que e
“El pacto con Lilith y sus demonios.” Cuando el hambre revuelve mis tripas, recorre mis venas y puntillea mis dedos, la desesperación se apodera de mi conciencia. La gula aumenta el desespero, reclamando entre gritos lo que tanto exijo. El deseo en mi crece, sin control, sin miedo, sin nada más que lo detenga…como el estallido de aquel cohete que pronto plagara el cielo oscuro de colores, en una explosión de eufórico placer. Cuando el hambre se presenta, imponente, exigente en cada centímetro de mi cuerpo, sin tregua alguna, enmudeciendo la fila de pensamientos que me exige mantener el control de mi cuerpo. La desesperación se apodera de mi conciencia. Rascando, raspando, aruñando la sensible superficie que me separa del limbo. El misil que impacta contra mi núcleo, se pierde
[Contenido +18] “La historia que nunca termina” En cuanto nuestras bocas se separaron fui consciente de mis actos, de lo que había desatado, como si los hilos de aquello que me había poseído por ese instante se hubieran aflojado, brindándome el desconcierto que brillaba en mi al caer en lo cometido. El agarre de Gratia en mí nunca no se aflojó aun cuando la angustia y el pudor se apropiaban de mi rostro, una vez contemple como sus ojos volvían a abrirse, enfocándome con la dureza ardiente que hacía vibrar todo mi ser. Era consciente aún de la mano que afirmaba posesivamente su agarre en una de mis nalgas y el cómo su fragancia me embriagaba al punto de dejarme arrastrar nuevamente por mis deseos. Por aquello que necesitaba. Su nariz rozó por un breve segundo la mía, al inclinar ligeramente su cabeza
“Una cena de dos” Parte I Dos golpecitos en mi mesa interrumpieron mi concentración de pasar aquel documento al ordenador, dejando en el aire mis dedos sobre el teclado para deslizar mi vista hacia esa encantadora sonrisa que motivaba a la mía a relucir. Mis ojos se iluminaron sin siquiera haber sido consciente de lo mucho que lo había extrañado. — Buenas tardes, cariño. — Ezra… ¿Qué haces aquí? — Al caer en cuenta de mi absurda cuestión, pues Gratia, con quien mantenía esa extraña relación que aún no conocía por completo, amiga y cercana ocupaba el despacho que se encontraba cerrado por una videoconferencia privada. Mi sonrisa decayó sutilmente por la vergüenza instalándose en mis mejillas— Gratia está ocupada ahora mismo… — Lo sé, vengo por ti. El calor que se instaló en mi pecho sacudió mi corazón de tal forma que volvió a ganar peso la sonrisa sobre mis labios. <
“Una cena de dos” Parte II Una sonrisa se forma en mi rostro al momento en el que Ezra rodea el coche y como todo un caballero, abre mi puerta para tenderme ayuda en bajar del auto. Me siento como en esas películas tan inverosímiles que dudas puedan suceder en la vida real, por su cliché constante. Él sin soltar mi mano -que se siente tan bien en el interior de la suya- le tiende las llaves de su coche al aparcacoches que ofrece el edificio de lujo al que nos dirigimos. Su estructura es moderna en lo que puede definirse como “frívolamente urbana”, pero con esos matices que te instan a desear adentrarse entre sus paredes para confirmar la calidad de su diseño y apreciar el conjunto del mobiliario o el arte que eligieron para combinar con su exterior. Mis tacones resuenan sobre el juego de diversos mármoles pulidos que tienden de la gama perlada al intenso
“Mi primera vez”Al adentrarnos en el ascensor, me vi con la sorpresa de Ezra pulsando la ante penúltima planta del edificio, dándome a entender sin palabras de por medio que ahí nos dirigíamos.Mis nervios hicieron estragos en mi bajo vientre, como si mi cuerpo fuera mucho más consciente de lo que se venía que mi propia mente, por aún permanecer perdida en el repaso de la mágica velada que Ezra me había proporcionado.Donde no solo pude deleitarme con su profunda y cautivante voz, así como disfrutar de su compañía, sino también, conocer un poco más al hombre que parecía dispuesto a continuar aferrando mi mano.Ezra me dio a conocer diversas partes de él, aún cuando era consciente todavía me faltaba mucho por conocer o comprender, él se había a
“Destellos de realidad” — Entonces… Tú y Conrad… — Somos unidos, cariño… no solo tenemos que amar a Gratia, nos queremos y nos amamos de formas diferentes… — Se volvió escuetamente a observarme por el semáforo que le facilitaba dicha acción — Solo somos libres de vivir como queremos... Dejo caer mi cabeza sobre el asiento, perdiéndome un segundo en el letargo encantador del momento. La velada finaliza tal y como empezó, en el coche de Ezra, dirección a mi casa. — ¿Es eso lo que me ofrecéis?... ¿Libertad de ser lo que quiera ser? Cuestione sucumbida por la calma que tanto el escaso alcohol consumido en la velada como el silencio que inunda el interior del coche, ese que solo nuestras voces interrumpen con la armonía de la charla precisa para no saturar nuestro camino de ida. Ezra asintió al retomar la vista en la carretera. Verlo conducir a estas a
“En el limbo de la mente” Jalé el portón de cristal de mi edificio, esperando que de alguna forma se despejara el mal trago en el que mi madre me había sumido en la madrugada. El frío matutino impacto contra mi rostro, generando que acomodara mi abrigo en espera de conseguir entrar en calor. No había pegado ojo y no por lo que me hubiera gustado. Culpar al calor que ellos me provocaban se veía una mejor escusa que la que realmente era, me había pegado esas cuatro horas restantes, repasando mentalmente todo lo que quise haberle dicho a mi madre. Sintiendo de vuelta esa carga de remordimientos que atolondraban mi mente y sumergían aún más la poca seguridad que estaba comenzando a saborear. Mi madre tiene razón, no sirvo para nada, si quiera puedo enfrentarme a ella. Me mude lejos de su casa, de su hogar, de su control, con los falsos pretexto