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INFILTRADO En busca de la verdad
INFILTRADO En busca de la verdad
Por: Alicia
1 La solicitud de Álvaro

Capítulo 1

La solicitud de Álvaro

(Flashback )

Me dirigí al apartamento donde había vivido tantos momentos lindos con Aurora,toque la puerta pero nadie la abrió.

Tome las llaves que aún conservaba y entre . Todo estaba limpio y ordenado como si nadie estuviera viviendo hace días . La heladera estaba abierta y limpia ,no había basura,ni ropa lavada . Fui al dormitorio y se encontró con el colchón sin nada encima ,todo guardado y en el placard no había una prenda de Aurora , no había nada ... Corrí al baño y no encontré nada de sus cosas personales . Pero algo me llamo atención sobre una repisa había una caja de test de embarazo . La tome ,la abrí pero adentro no estaba la tirilla . Salí del dormitorio , busque por todos lados algo de Aurora . Con la cajita en la mano mire a mi alrededor y sobre un mueble del living , encontré la tirilla envuelta en una hoja de papel que tenía algo escrito .

Álvaro :

Se que me buscarás en el momento que te des cuenta del error que cometiste.

Se que encontrarás las pistas que te deje y como el buen policía e investigador , que me enteré eres , estoy segura de que llegarás a este papel escrito por mi , ya te imagino agarrando este test de embarazo con una mano y leyendo esta carta . Álvaro , nos perdiste para siempre, por no confiar en mí,te equivocaste ,sabes ,creo que no eres tan bueno al final de todo .

No quiero volver a verte en mi vida ,me fallaste .

No nos busques , te lo prohíbo , ya demasiado daño ,me has hecho y que te quede claro esto ,este bebé que llevo en mi vientre, es solo mío.

Adiós señor Álvaro Méndez.

Se despide atentamente la Doctora Aurora Sáenz ,porque voy a recuperar mi licencia ,de eso no te quepa ninguna duda y SIN TÚ AYUDA !

Álvaro no podía creer lo que leía ,Valen tenía razón ,cometió el peor error de su vida con la mujer que amaba . Destrozado cayó de rodillas al piso ,ya no queda nada de aquel Álvaro, el buen policía ahora ,lo que hay es un hombre destruido por su misma arrogancia .

Álvaro cerró la puerta del apartamento con un estruendo que resonó en el pasillo vacío. Apoyó la frente contra la madera fría, su respiración pesada y entrecortada. Los recuerdos lo asaltaban sin tregua, imágenes de Aurora, su sonrisa, sus ojos llenos de amor y decepción. ¿Cómo había podido ser tan ciego? ¿Cómo se había dejado consumir por su dolor, por su ansia de justicia? Se golpeó la frente suavemente contra la puerta, una y otra vez, como si eso pudiera borrar el peso de sus errores.

"¿Qué he hecho?" murmuró, su voz apenas un susurro que se perdía en el silencio.

( Fin del Flashback )

Y así comienza INFILTRADO En busca de la verdad. La historia de Álvaro Méndez y Aurora Sáenz

***

Capítulo 1: La Llamada que Cambió Todo

Narrador omnisciente

El eco del zumbido del teléfono resonó en la habitación oscura, arrancando a Álvaro Méndez de un sueño inquieto. Con un movimiento torpe, tomó el móvil de la mesita de noche.

—Méndez —contestó, su voz rasposa aún cargada de sueño.

—Álvaro, lamento despertarte a esta hora —la voz al otro lado era suave pero tensa—. Es del geriátrico "Último Amanecer". Lamentamos informarte que tu abuelo, Juan Méndez, falleció esta noche.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire, como si el mundo se hubiera detenido en ese instante. Álvaro se incorporó lentamente, la noticia perforando su conciencia como un cuchillo.

—¿Cómo...? —su voz se quebró—. Estaba bien. No tenía problemas serios de salud.

—Murió mientras dormía. No hubo señales de sufrimiento —respondió la enfermera con tono profesional, pero la frialdad de las palabras no pudo calmar la tormenta que se desataba en su pecho.

Colgó sin despedirse, sus manos temblando. Las promesas incumplidas de visitarlo más a menudo se agolparon en su mente. Con el corazón pesado, se vistió rápidamente y se dirigió al geriátrico.

Al llegar, el silencio del lugar lo envolvió. El cuerpo de su abuelo yacía en paz, pero Álvaro no podía aceptar esa calma. Algo no encajaba. Durante el velorio, un vacío insaciable lo invadía, una sensación de que había algo más, algo oculto tras esa muerte aparentemente tranquila.

Días después, aún atormentado, regresó a la jefatura. La rutina parecía ofrecerle una falsa normalidad. Pero una conversación capturada al azar cambió todo.

—Algo no está bien en "Último Amanecer". No son muertes normales —la voz femenina, baja y cargada de preocupación, captó su atención.

Álvaro se detuvo. Desde su oficina, observó a una mujer de unos treinta años hablando con Yessica, la secretaria. Su rostro denotaba urgencia.

—No puedo hacerlo sola. Necesito ayuda —imploró la mujer.

—¿Aurora Sáenz? —preguntó Álvaro, acercándose después de que la mujer se marchara.

Yessica asintió, sorprendida por la intromisión.

—Es doctora en el geriátrico. Dice que hay algo extraño en las muertes recientes, incluyendo la de tu abuelo.

Las palabras retumbaron en la mente de Álvaro. No podía ignorar lo que acababa de escuchar. Impulsado por la sospecha y el deseo de justicia, se dirigió directamente a la oficina de Horacio Funes, su jefe.

—¿Qué demonios te pasa, Méndez?

.Álvaro abrió la puerta y entró. Horacio Funes estaba sentado detrás de su escritorio, con una montaña de papeles apilados a los lados. Era un hombre robusto, de unos 60 años, con cabello canoso y un rostro marcado por las arrugas de años en la fuerza. Apenas levantó la mirada al verlo entrar.

—¿Qué pasa, Méndez ? —dijo sin rodeos—. No me gusta verte fuera de tu día libre.

Álvaro cerró la puerta con cuidado y avanzó unos pasos. Su mirada azul era dura, determinada.

—Necesito su ayuda, jefe —dijo con seriedad.

Horacio levantó la vista por completo y se inclinó ligeramente hacia adelante en la silla.

—¿De qué estás hablando?

Álvaro tragó saliva y respiró profundo. Tenía que ser directo.

—Quiero entrar de INFILTRADO en el geriátrico Último Amanecer. Necesito hacerlo como enfermero —soltó, midiendo la reacción de su jefe.

El comisario lo miró con una mezcla de confusión y escepticismo.

—¿De qué hablas, Méndez? ¿Qué tiene que ver un geriátrico con la policía?

—Mi abuelo murió ahí hace unos días —respondió Álvaro, con un tono más bajo, pero firme—. Su muerte no tiene sentido. No estaba enfermo. Lo fui a ver el día anterior y estaba bien. Me senté con él, le llevé el café que tanto le gustaba. Estaba lúcido, sonriente. Y a la mañana siguiente, recibí la llamada: había muerto mientras dormía.

El rostro de Horacio se suavizó apenas un poco.

—Lo siento, Álvaro —dijo con sinceridad—. Juan era un buen hombre. Pero a veces las cosas pasan , y no podemos hacer nada.

Álvaro negó con la cabeza, apretando los dientes .

—No , jefe . Esto no fue natural. No solo lo siento en las entrañas, sino que escuché algo.

Horacio lo miró con interés.

—¿Qué escuchaste?

— Vine a la jefatura y vi a una mujer hablando con Jessica, la secretaria. Decía que las muertes en ese geriátrico no son normales . Que más de diez personas han muerto en los últimos cinco años en situaciones dudosas. Ella trabaja ahí, jefe, pero está pidiendo ayuda porque sola no puede.

Horacio se inclinó aún más hacia adelante, entornando los ojos.

—¿Quién es esa mujer?

—Aurora Sáenz —respondió Álvaro—. Es doctora en el geriátrico. Debe tener unos treinta años, una mujer decidida. Dice que hay algo raro, pero necesita apoyo para investigarlo.

Funes se quedó en silencio un momento, como si procesara lo que estaba escuchando.

—¿Estás diciéndome que quieres entrar infiltrado en ese lugar porque escuchaste un rumor? —preguntó finalmente.

Álvaro lo miró fijamente.

—No es un rumor, jefe. Mi abuelo llevaba un año ahí, y ahora está muerto. Diez personas en cinco años no es casualidad. Además, hay algo más. Hace 15 años, denunciaron problemas con las cañerías del lugar. Plomo, mercurio, metales pesados. Si el agua está contaminada, puede matar a las personas mayores, lentamente.

Horacio dejó escapar un largo suspiro y se recostó en su silla.

—¿Y cómo sabes eso?

—Aurora la doctora de mi abuelo se lo dijo a Jessica y yo le creo. Y si está en lo cierto , entonces alguien tiene que pagar por todas esas muertes.

Su jefe lo estudió en silencio. Álvaro parecía agotado, pero su mirada era de puro acero . Era el tipo de hombre que no soltaba un hueso hasta que encontraba la verdad. Horacio lo conocía bien : era terco, pero también era uno de sus mejores hombres.

—¿Por qué infiltrarse como enfermero? —preguntó finalmente .

Álvaro enderezó los hombros.

—Antes de entrar a la policía , estudié enfermería un tiempo. Tengo lo básico para hacer el trabajo sin levantar sospechas . Si entro ahí, puedo moverme por el lugar, hablar con el personal, revisar registros. Nadie me verá como una amenaza.

Horacio tamborileo los dedos sobre el escritorio, pensativo.

—Esto es arriesgado , Álvaro. No sabemos con quién estás lidiando. Si tienen algo que esconder, no se van a quedar de brazos cruzados.

—Lo sé, jefe. Pero se lo debo a mi abuelo. Necesito saber la verdad . Si al final no es nada, me daré por satisfecho. Pero si alguien está matando a esas personas, no voy a dejarlo pasar.

El comisario lo observó largo rato, sin decir nada. Finalmente, asintió con un gruñido .

—Está bien. Pero lo haremos a mi manera. —Señaló a Álvaro con el dedo—. No quiero que actúes como un cowboy ahí adentro. Vas a mantenerme informado de cada paso que des, ¿me oyes?

—Lo prometo, jefe —respondió Álvaro con firmeza.

Horacio se inclinó hacia un lado y sacó una libreta de contactos.

—Conozco a alguien en Recursos Humanos del geriátrico. Voy a conseguirte un puesto temporal como enfermero. Eso te dará acceso, pero no será un trabajo sencillo. Vas a tener que hacerlo bien para que no sospechen.

—Gracias, jefe —dijo Álvaro, con un peso menos en el pecho.

—No me des las gracias todavía —gruñó Horacio—. Si descubres algo turbio, avísame. Si te pones en peligro por no decirme nada, te saco de ahí de un tirón. ¿Entendido?

—Entendido .

Horacio lo miró con severidad, pero también con respeto.

—Cuídate, Álvaro . La verdad a veces tiene un precio alto.

—Estoy dispuesto a pagarlo —respondió Álvaro , antes de ponerse de pie y salir de la oficina .

La mirada de Funes se endureció, pero vio la resolución en los ojos de su oficial.

—Bien, pero harás esto bajo mis condiciones —cedió finalmente—. Nada de actuar por tu cuenta.

Con el plan en marcha, Álvaro asumió una nueva identidad como enfermero en "Último Amanecer". Sus primeros días fueron de observación. El lugar parecía idílico, pero Álvaro sabía que las apariencias engañaban.

Aurora Sáenz, la doctora que había solicitado ayuda, lo recibió con cordialidad. Era evidente que llevaba una carga emocional, pero no sospechaba que Álvaro era más que un simple enfermero.

—¿De dónde vienes? —preguntó un día mientras trabajaban juntos.

—De un hospital de la ciudad. Necesitaba un cambio de ritmo —respondió, su voz muy calmada, manteniendo su fachada.

La relación profesional creció, pero Álvaro mantenía sus emociones a raya, ocultando su conexión personal con el lugar y su verdadera misión. Cada interacción, cada palabra de Aurora, le ofrecía pistas mientras avanzaba en su búsqueda de la verdad.

Lo que no sabía era que las sombras que acechaban en "Último Amanecer" eran más oscuras de lo que jamás imaginó.

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