Capítulo 7: La información ha llegado. —¿Podrías por favor, por favor entregarme el celular? —Ah, ahora si puedes hablarme bien, ¿Para qué lo quieres? —inquirió. La niña volcó sus ojos, molesta, pero aun así dijo: —Es para revisar algo que tengo pendiente, yo… estoy por renunciar a la empresa donde trabajo. —Bien, ya que estas por renunciar a tu trabajo, no te molestes en buscar uno —masculló, dejándola con la boca abierta. —Señor Waltón, no se quien… La pequeña mujer no terminó de hablar, en ese instante el asistente entró a la oficina con una carpeta en sus manos, dirigiéndose a su jefe, directamente. —Señor, la información que pidió esta mañana, ha llegado. El hombre volvió para ver a la niña que se encontraba inmovil en la mitad de la oficina, recibió la carpeta y espero a que Paul, saliera. Respiró hondo y abrió la carpeta en sus manos. —Meylin Jones, 23 años, graduada en la prestigiosa universidad del país con honores —arqueo una ceja y prosiguió —. Diseñadora de Joy
—¡Oh, mi niña! —Ágata en cuanto vio a la chica corrió a ella para ayudarla a quitarse la venda de los ojos. —¿Agata? —inquirió, y al poder ver el rostro de la mujer esbozó una sonrisa. —Por Dios mi niña, llegamos a tiempo —su voz tembló. —Gracias —juntas se levantaron del colchón, mientras observaban al hombre. —Llévatelo y asegurate de que hable y que se pudra en la cárcel —el rostro del hombre se distorsionó al oír eso. —¿Quién diablos eres, para dar tal orden? —El hombre que hará de tu vida un infierno —susurró cerca. —¡Mierda! —grito al ver el rostro del joven. —Espera, Espera… —Mey, se apuró a decir antes de que se lo llevaran y se acercó a él a pasos largos. —¡Eres un imbécil! —lo abofeteó tan fuerte que el rostro de él se distorsionó, sin decir una palabra se dejó llevar por los policías. Mey, vio como se lo llevaban pensativa, el otro hombre escapó y ya no es seguro para ella estar en la isla, alguien sabe que está en ese lugar. volvió para ver a Agatha, y luego
—Señor el joven que contrató para que revisara las cámaras, ha tenido un accidente. Martín, que se encontraba en la oficina, se levantó de la sala de reuniones y salió a toda prisa. —Estaré allí pronto, llama a una ambulancia y a la policía, que investiguen todo. 20 minutos después llegó a la villa y enseguida se acercó, para la mala suerte de Jenny, al hombre lo llevaban en una camilla, no estaba muerto, pero se encontraba en coma. —¿Quien se dio cuenta? —inquirió Martín. —Señor la mujer encargada del aseo, ya la policía la está interrogando. —Está bien, envíela al estudio en cuanto termine. —Sí señor. Al entrar la mujer al estudio, enseguida fue interrogada por él también, descubriendo que decía la verdad, le pidió que saliera. —Espera, ¿has visto a Jenn? —inquirió. —No señor, no la he visto pero tampoco la he visto salir de la villa. —Está bien —contestó, pensativo se dirigió a la habitación de Jenn, en cuanto la vio dormir volvió a salir de a
—Ah… él, él no quiere nada con otra mujer, dañaste todo, todo lo que una vez tuve… me lo arrebataste, pero hoy acabaré con esto —la mujer sacó un cuchillo de la manga de la camisa y sin pensarlo dos veces lo llevó hacia la chica, sin darse cuenta que un hombre metió su mano para recibir el corte. —Ah —se quejó el chico mientras cerraba sus ojos, todo pasó en cámara lenta, la mujer mayor y la chica sorprendidas por lo que sucedía justo frente a ellas, observaron el rostro del chico. —¡Maldita sea! —al darse cuenta que no había logrado nada la mujer, soltó el cuchillo y corrió en dirección a las escaleras, nadie la detuvo, y nadie se dio cuenta de lo ocurrido, hasta que Mey, gritó. —¡Por favor llamen a una ambulancia! —exclamó, y al mismo tiempo Ágata se agacho para ayudarlo. El chico cayó de rodillas en el suelo, bajo la mirada de las pocas personas que se encontraban allí. —Tranquila —susurro soportando el dolor. —¿Pero… pero… qué… qué hacías aquí? —inquirió entre lágrimas
"Carcajada" el hombre se burló de él. —Aunque lo supiera jamás te diría dónde está… Debe tener un motivo por el cual huyo de ti —dijo entre risas, dejando en silencio al joven. —Te dejo porque eres un estupido, igual que tu hermano, el muy maldito maltrataba a mi hermana, se merecía lo que le sucedió, pero mi hermana no se merecía eso… ¡ah! —Los golpes que recibió lo callaron enseguida haciendo que gritara de dolor. —¡Callate! —exclamó Martín. —Mi hermano no era ese tipo de hombre. —¡Si, sí lo era, y sabes muy bien que tu padre lo era, espero que ella nunca vuelva a ti o terminara mal igual que mi hermana! —Martín no pudo contener más su ira, golpeando al joven tan fuerte como podía, aún colgando de las cadenas. —¡Señor lo matara, señor! —los hombres de Martín lo detuvieron, y el asistente enseguida tuvo que sacarlo de allí. *** Dos días después. El gran día de la boda de Liz había llegado, estaba tan emocionada que sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a su madre. —¿Mamá
—Hola Abuelo, ¿ya despertó? —inquirió enseguida y con un toque de entusiasmo. —No hijo, aún no despierta. —Entonces, ¿para qué me llamas? —Hijo, para darte ánimos, ya me han contado lo que sucedió, espero regrese pronto, se que… —Olvidalo abuelo, la perdí, fuí muy cruel con ella. …. Tres horas después, el golpeteo en la puerta llamó su atención nuevamente. —¡Siga! —contestó con desgana. —Señor Walton, lo siento, pero he encontrado este USB, debajo del tapete, a lo mejor se le cayó cuando subía las escaleras —dijo la mujer, pero el joven, sin darse vuelta le dijo: —déjalo por hay, o metelo en uno de los cajones de allá. —señaló y enseguida la mujer hizo lo que él dijo. 8 meses después. En la Isla Je. Meylin compró un celular y enseguida marcó un número, había estado hablando con Lena, y ya era tiempo de que supiera donde estaba. —¿Lena? —Si, espera ya te hablo —la chica que se encontraba con Fernando, se alejó un poco para poder hablar con ella. —Amiga, quiero darte
Al llegar a la compañía, bajaron del auto y se dirigieron a las oficinas, mientras caminaban en dirección a los ascensores, no se dieron cuenta de todo el alboroto que había en la recepción, el nuevo socio multimillonario había llegado y con él su asistente y una mujer, los guiaron a la sala de negocios donde fueron invitados y recibidos con amabilidad. Caminando con total naturalidad y elegancia, la mujer que usaba zapatillas de 5cm y el hombre a su lado se acercaban a la gran sala de negocios. En la sala las personas que se encontraban discutiendo de negocios, volvieron para ver a las personas que entraban, Mey, entraba con una sonrisa amplia que se reflejó en los ojos de todos, su gran belleza deslumbrante por poco y hace caer a Martín, que enseguida sintió su corazón palpitar con más fuerza. Al contrario de Meylin, que al ver al hombre que la había lastimado, su sonrisa se congeló. Pronto Martín se levantó de su silla y ella al ver eso intentó salir, Christian que vio su re
Meylin, miró la mano del hombre que la sujetaba y luego volvió hacia su rostro. —Señor, no me toque, y ya le dije que no me llamo Mey, mi nombre es Lyn para usted, le agradecería que no me hable como si me conociera. —Mey, te conozco, eres mi esposa. —Oh, ya que lo menciona señor, espero este en la isla Je, en estos días ya que pronto le haré llegar la firma para el divorcio, no quiero volverlo a ver nunca en mi vida —la chica pronunció esas palabras fuerte y claro para él, al instante miró hacia atrás y el rostro de jenn, estaba distorsionado. —Ya veo que ella nunca le dijo, que me encontraba en este lugar, dígale que se lo agradezco —sus palabras dejaron atónito al hombre, sin darse cuenta que ella se soltó de su agarre con desdén, dio vuelta en sus talones y salió con Christian. El joven CEO miró a la mujer detrás de él y frunciendo su entrecejo se acercó a ella. —¿Tu sabias que Mey, estaba aquí? —inquirió con enojo, el rostro de la mujer palideció al instante, pero pronto res