—No, no lo es, dile a tu padre que le vieron la cara —dictaminó con orgullo, se dió media vuelta y siguió observando los vestidos. —Oye, ¿tú cómo sabes eso? —Porque yo soy la diseñadora —afirmó enseguida sin más dejando a la chica atónita junto a la mujer que tenía al lado. —¿Es cierto… que eres la diseñadora? —Si. —¿Por qué estás tan segura? —¿A qué fiesta vas esta noche? —A la fiesta de beneficencia. —Está bien, allí me verás y te daré una pieza única solo para ti, si me dejas llevar ese vestido. —Está bien, llevalo, soy una gran fan tuya. —Bueno eso es genial, muchas gracias —pronto la chica salió de allí. Eran las ocho y media, cuando Maylin Jones, llegó a la gran fiesta benéfica en compañía de su hermano, su vestido hacía resaltar su belleza y sus curvas, con un peinado de medio lado la mujer se veía pura y angelical. Sus accesorios eran únicos y muy llamativos, con gran naturalidad entró a la gran sala, las cámaras apuntaron a ella mostrando su belleza todos
—Mey, no fue mi intención, yo… yo me cegue por la rabia y mi abuela aun no despierta han pasado dos años y… ella sigue en coma —sus palabras apaciguaron a la chica. Respiró profundo y se sentó. —Martín, no tuve nada que ver con la caída de la abuela, yo la adoraba y aun pienso en ella, pero… yo no podría volver contigo nunca más —musitó, e intentó levantarse. —Espera. sujetando su mano la acarició haciendo que ella cerrara sus ojos con fuerza. —Por favor déjame ir. —No puedo, ¿sabes cuánto tiempo llevo esperando por este momento, sabes cuanto tiempo llevo soñando con el día que te volviera a ver? —dijo con suavidad y se levantó para acercarse, quedando justo frente a ella, bajó su mirada para ver sus ojos. —Mey, se que fui un imbécil, no debí tratarte de esa manera, y todo lo que he hecho es por ti. —¿A qué te refieres? —preguntó con su entrecejo fruncido. —Tu hermana Liz, está bajo mi control, tu padre y tu madrastra se separaron, tu padre ahora está trabajando como celad
—¡Callate Mey, cállate, me estás poniendo en una situación muy incómoda! La chica se retorcía en la silla, con sus manos en su parte intima, no podía más debía sacar el calor que sentía. —aaah —volvió a gemir y su hermano al verla, no pudo más y aceleró por todo el camino. —Señor Martín, confiaré en ti, más vale que no le hagas daño, te necesita ahora, los llevaré cerca al muelle. Al llegar al muelle los tres hombres bajaron del auto. —¿Quieres que lo haga dentro del auto con ustedes mirándola —? Todos se miraron. —Los vidrios están oscuros, nadie verá nada, hazlo rápido y ayudala o lo haré yo mismo. —No te atrevas a verla con otros ojos —farfulló. —Demasiado tarde para eso —sus palabras enojaron a Martín, y sin esperar más sujeto al hombre del cuello. —Ya entra, ella está sufriendo —masculló Christian, sujetando la mano de su cuñado. —Hermana sé que mañana me odiarás por esto, pero no puedo hacer más. Martín respiró profundo, abrió la puerta del auto, bajó la mirada de
—Está bien. Al bajar del auto, un jovencito corrió a los brazos de Mey. —¡Mami! —Hola, mi amor —le dijo con cariño, y cargó en sus brazos al chico, caminó hasta la entrada de la casa, antes de entrar volvió para ver a su hermano y le hizo señas de que estaría vigilandolo. —Ay Mey —murmuró mientras negaba con su cabeza. **** En un hotel de cinco estrellas Martín se encontraba bebiendo una copa de licor, al minuto siguiente el ringtone de su celular sonó. —Habla. —Señor, la abuela ha despertado. Martin, se levantó del sofá en un brinco y se bebió el licor en un solo trago. —¿Despertó? —pronunció con un atisbo de emoción. sin darse cuenta que detrás de él está la mujer causante del coma de la abuela. —Si, y quiere verlo a usted y a Mey… a la señora Walton —se apuró a decir Paul, antes de ser regañado por su jefe. Jenn, quien estaba estática en el lugar con una copa en sus manos, miró al hombre aterrada al escuchar lo que dijo y se llevó su man
Se levantó en un brinco. —¡Marti! —gritó, pero fue ignorada y al mismo tiempo los guardaespaldas se miran confundidos, excepto uno que sabía perfectamente de qué hablaba su jefe, sintiendo sus piernas temblar, tenía conocimiento de que este hombre no se andaba por las ramas, trago grueso y escuchó a su jefe decir:—Los que no saben de qué rayos hablo, den un paso atrás —suelta y el hombre había quedado inmovil en el lugar.—Jefe, ella me sedujo, de verdad siento mucho… —dijo pero Martín levantó su mano para que se detuviera, sin nada más que hacer aceptó su destino, había hecho lo que el jefe había mencionado antes. Jenn, que se encontraba sorprendida al escuchar las palabras del hombre grito: —¡Eres un idiota! —Salgan —ordenó a los demás y enseguida estos dieron la vuelta y salieron de la habitación. —¡Sí lo fui, fui un idota, por haberte escuchado! —grito. —¡Me enviaste a que matara a la esposa del señor Waltón y me negué!. —¡Callate! —¡No, no lo haré! —contestó —, ¡Luego me d
El tono de llamada terminada llegó a sus oídos, confundido por el comportamiento de su jefe, levantó su hombro ignorando todo y siguió con su trabajo. Mientras tanto Martín, ya se encontraba manejando en dirección a la villa donde vive Mey.Reviso la dirección y la imagen del celular verificando que estuviera en el lugar correcto. Pero al levantar la vista, miro a una pareja que se acercaba y esa pareja no era otra que Fernando y Lena, quienes tocaron el timbre y poco después, abrieron la enorme puerta de madera. Mey, abrió la puerta con una sonrisa en su rostro y detrás de ella un pequeño abrazo su pierna. —mi hijo —susurro y su rostro cambió al ver a su mejor amigo traicionarlo. —Mira mi amor, la tía Lena, está aquí —Mey, levanto al niño en sus brazos y se los presento a su mejor amiga y al novio que estaba a su lado. —Hola, pero que guapo eres —dijo Lena. —Estas muy grande. —Hola, campeón mira te hemos traído regalos. —¡Siiii! —el pequeño levantó sus manos en el aire emocion
Una semana después, una mujer en compañía de un pequeño, su asistente, un hombre y dos mujeres mayores, llegaron al aeropuerto. La mujer elegante portaba gafas de montura gruesa, y vestimenta elegante. el pequeño al igual que su madre, portaba unas gafas especiales para su tamaño y una gorra, caminando de la mano con naturalidad, llegaron a la puerta de salida, nadie sabía que ella viajaría, nadie sabía que la diseñadora más exitosa, había llegado a la gran ciudad.—Señora, el auto está esperando allá. La chica señaló y guió a su jefa y a los demás al lugar, se subió al auto, seguida por los demás y este enseguida aceleró por el camino. —La villa en el condominio Villa Real, está a su disposición, he hecho los cambios pertinentes para eso. Mey, asintió con la cabeza levemente y agradeció, luego bajó la ventanilla del auto y respiro profundo, Ágata, al verla sujeto su mano y la apretó. —Se siente bien volver.—Si, extrañaba este lugar —sonríe mientras mira por la ventana, el cielo e
—Tu, ¿cómo te enteraste que era tu hermano? —Meylin, le contó toda la historia, mientras llegaban a la villa, caminando como una familia de tres, entre risas y plática, se dio cuenta que aún ama a este hombre. Martín acostó al pequeño Liam, en la cama y Meylin, enseguida trajo dos toallas y aseo al pequeño Liam, para ponerle la pajamas, bajo la mirada de su esposo, quien estaba maravillado al ver el cuadro tan conmovedor frente a él, arrepintiéndose por completo de todo lo que había hecho, la mujer que ama habia traido a un pequeño ángel, con ella y esta vez los protegerá a los dos. Mey, se agacho un poco y deposito un beso sobre la frente de Liam, Martín al ver eso quiso repetir su acción, se acercó a Mey, y le preguntó. —¿Puedo hacerlo? —ella asintió con la cabeza de acuerdo, y él enseguida depositó un beso también esbozando una sonrisa. —¿Yo… soy su padre verdad? —le pregunto con una sonrisa en sus labios y un atisbo de tristeza. Mey, asintió con la cabeza, sabía y podía sentir