—Hola Abuelo, ¿ya despertó? —inquirió enseguida y con un toque de entusiasmo. —No hijo, aún no despierta. —Entonces, ¿para qué me llamas? —Hijo, para darte ánimos, ya me han contado lo que sucedió, espero regrese pronto, se que… —Olvidalo abuelo, la perdí, fuí muy cruel con ella. …. Tres horas después, el golpeteo en la puerta llamó su atención nuevamente. —¡Siga! —contestó con desgana. —Señor Walton, lo siento, pero he encontrado este USB, debajo del tapete, a lo mejor se le cayó cuando subía las escaleras —dijo la mujer, pero el joven, sin darse vuelta le dijo: —déjalo por hay, o metelo en uno de los cajones de allá. —señaló y enseguida la mujer hizo lo que él dijo. 8 meses después. En la Isla Je. Meylin compró un celular y enseguida marcó un número, había estado hablando con Lena, y ya era tiempo de que supiera donde estaba. —¿Lena? —Si, espera ya te hablo —la chica que se encontraba con Fernando, se alejó un poco para poder hablar con ella. —Amiga, quiero darte
Al llegar a la compañía, bajaron del auto y se dirigieron a las oficinas, mientras caminaban en dirección a los ascensores, no se dieron cuenta de todo el alboroto que había en la recepción, el nuevo socio multimillonario había llegado y con él su asistente y una mujer, los guiaron a la sala de negocios donde fueron invitados y recibidos con amabilidad. Caminando con total naturalidad y elegancia, la mujer que usaba zapatillas de 5cm y el hombre a su lado se acercaban a la gran sala de negocios. En la sala las personas que se encontraban discutiendo de negocios, volvieron para ver a las personas que entraban, Mey, entraba con una sonrisa amplia que se reflejó en los ojos de todos, su gran belleza deslumbrante por poco y hace caer a Martín, que enseguida sintió su corazón palpitar con más fuerza. Al contrario de Meylin, que al ver al hombre que la había lastimado, su sonrisa se congeló. Pronto Martín se levantó de su silla y ella al ver eso intentó salir, Christian que vio su re
Meylin, miró la mano del hombre que la sujetaba y luego volvió hacia su rostro. —Señor, no me toque, y ya le dije que no me llamo Mey, mi nombre es Lyn para usted, le agradecería que no me hable como si me conociera. —Mey, te conozco, eres mi esposa. —Oh, ya que lo menciona señor, espero este en la isla Je, en estos días ya que pronto le haré llegar la firma para el divorcio, no quiero volverlo a ver nunca en mi vida —la chica pronunció esas palabras fuerte y claro para él, al instante miró hacia atrás y el rostro de jenn, estaba distorsionado. —Ya veo que ella nunca le dijo, que me encontraba en este lugar, dígale que se lo agradezco —sus palabras dejaron atónito al hombre, sin darse cuenta que ella se soltó de su agarre con desdén, dio vuelta en sus talones y salió con Christian. El joven CEO miró a la mujer detrás de él y frunciendo su entrecejo se acercó a ella. —¿Tu sabias que Mey, estaba aquí? —inquirió con enojo, el rostro de la mujer palideció al instante, pero pronto res
—No, no lo es, dile a tu padre que le vieron la cara —dictaminó con orgullo, se dió media vuelta y siguió observando los vestidos. —Oye, ¿tú cómo sabes eso? —Porque yo soy la diseñadora —afirmó enseguida sin más dejando a la chica atónita junto a la mujer que tenía al lado. —¿Es cierto… que eres la diseñadora? —Si. —¿Por qué estás tan segura? —¿A qué fiesta vas esta noche? —A la fiesta de beneficencia. —Está bien, allí me verás y te daré una pieza única solo para ti, si me dejas llevar ese vestido. —Está bien, llevalo, soy una gran fan tuya. —Bueno eso es genial, muchas gracias —pronto la chica salió de allí. Eran las ocho y media, cuando Maylin Jones, llegó a la gran fiesta benéfica en compañía de su hermano, su vestido hacía resaltar su belleza y sus curvas, con un peinado de medio lado la mujer se veía pura y angelical. Sus accesorios eran únicos y muy llamativos, con gran naturalidad entró a la gran sala, las cámaras apuntaron a ella mostrando su belleza todos
—Mey, no fue mi intención, yo… yo me cegue por la rabia y mi abuela aun no despierta han pasado dos años y… ella sigue en coma —sus palabras apaciguaron a la chica. Respiró profundo y se sentó. —Martín, no tuve nada que ver con la caída de la abuela, yo la adoraba y aun pienso en ella, pero… yo no podría volver contigo nunca más —musitó, e intentó levantarse. —Espera. sujetando su mano la acarició haciendo que ella cerrara sus ojos con fuerza. —Por favor déjame ir. —No puedo, ¿sabes cuánto tiempo llevo esperando por este momento, sabes cuanto tiempo llevo soñando con el día que te volviera a ver? —dijo con suavidad y se levantó para acercarse, quedando justo frente a ella, bajó su mirada para ver sus ojos. —Mey, se que fui un imbécil, no debí tratarte de esa manera, y todo lo que he hecho es por ti. —¿A qué te refieres? —preguntó con su entrecejo fruncido. —Tu hermana Liz, está bajo mi control, tu padre y tu madrastra se separaron, tu padre ahora está trabajando como celad
—¡Callate Mey, cállate, me estás poniendo en una situación muy incómoda! La chica se retorcía en la silla, con sus manos en su parte intima, no podía más debía sacar el calor que sentía. —aaah —volvió a gemir y su hermano al verla, no pudo más y aceleró por todo el camino. —Señor Martín, confiaré en ti, más vale que no le hagas daño, te necesita ahora, los llevaré cerca al muelle. Al llegar al muelle los tres hombres bajaron del auto. —¿Quieres que lo haga dentro del auto con ustedes mirándola —? Todos se miraron. —Los vidrios están oscuros, nadie verá nada, hazlo rápido y ayudala o lo haré yo mismo. —No te atrevas a verla con otros ojos —farfulló. —Demasiado tarde para eso —sus palabras enojaron a Martín, y sin esperar más sujeto al hombre del cuello. —Ya entra, ella está sufriendo —masculló Christian, sujetando la mano de su cuñado. —Hermana sé que mañana me odiarás por esto, pero no puedo hacer más. Martín respiró profundo, abrió la puerta del auto, bajó la mirada de
—Está bien. Al bajar del auto, un jovencito corrió a los brazos de Mey. —¡Mami! —Hola, mi amor —le dijo con cariño, y cargó en sus brazos al chico, caminó hasta la entrada de la casa, antes de entrar volvió para ver a su hermano y le hizo señas de que estaría vigilandolo. —Ay Mey —murmuró mientras negaba con su cabeza. **** En un hotel de cinco estrellas Martín se encontraba bebiendo una copa de licor, al minuto siguiente el ringtone de su celular sonó. —Habla. —Señor, la abuela ha despertado. Martin, se levantó del sofá en un brinco y se bebió el licor en un solo trago. —¿Despertó? —pronunció con un atisbo de emoción. sin darse cuenta que detrás de él está la mujer causante del coma de la abuela. —Si, y quiere verlo a usted y a Mey… a la señora Walton —se apuró a decir Paul, antes de ser regañado por su jefe. Jenn, quien estaba estática en el lugar con una copa en sus manos, miró al hombre aterrada al escuchar lo que dijo y se llevó su man
Se levantó en un brinco. —¡Marti! —gritó, pero fue ignorada y al mismo tiempo los guardaespaldas se miran confundidos, excepto uno que sabía perfectamente de qué hablaba su jefe, sintiendo sus piernas temblar, tenía conocimiento de que este hombre no se andaba por las ramas, trago grueso y escuchó a su jefe decir:—Los que no saben de qué rayos hablo, den un paso atrás —suelta y el hombre había quedado inmovil en el lugar.—Jefe, ella me sedujo, de verdad siento mucho… —dijo pero Martín levantó su mano para que se detuviera, sin nada más que hacer aceptó su destino, había hecho lo que el jefe había mencionado antes. Jenn, que se encontraba sorprendida al escuchar las palabras del hombre grito: —¡Eres un idiota! —Salgan —ordenó a los demás y enseguida estos dieron la vuelta y salieron de la habitación. —¡Sí lo fui, fui un idota, por haberte escuchado! —grito. —¡Me enviaste a que matara a la esposa del señor Waltón y me negué!. —¡Callate! —¡No, no lo haré! —contestó —, ¡Luego me d