TOMO 3. CAPÍTULO 122. Solo porque mañana lo vas a olvidar…LoganLa verdad se siente como una maraña en mi cabeza, como un nudo que no logro desenredar por más que tire de los hilos.No hay duda: Derrick me mintió. Ahora la pregunta es: ¿en qué más me mintió ese día?No se estaba acostando con Liliana y los gemelos no son suyos. Eso quedó bastante claro y es algo que me golpea como un ladrillo en la cara.Y lo peor es que el maldito infeliz tiene razón: nadie me obligó a creerle a él. Liliana lo desmintió hace un año, y fui tan imbécil que no le creí. Y ahora... ahora estoy atrapado en este bucle de arrepentimiento y preguntas sin respuesta.—¡Maldición! —gritó cerrando la puerta de mi habitación de un portazo y abriendo el pequeño bar.El recuerdo de los gemelos me atormenta, sobre todo la imagen del niño y el eco de la voz de Vincent en mi cabeza, diciéndome que el varoncito es idéntico a mí cuando tenía esa edad.¡Dios, no puedo sacarme eso de la cabeza!Todo esto me carcome, y lo
TOMO 3. CAPÍTULO 123. ¿Quién está tratando de matarte?LilianaEl golpe sacude todo el auto y me clava contra el asiento, con un latido de puro miedo atravesándome el cuerpo. Giro la cabeza hacia el lado de donde vino el impacto y veo una camioneta enorme, negra, con los cristales completamente entintados. No puedo ver quién está al volante, pero sé que no es alguien con buenas intenciones.—¡Logan! —grito, señalando hacia la camioneta—. ¡Nos están tratando de provocar un accidente!Él mira rápidamente hacia el retrovisor y luego de reojo a la camioneta que se nos pega como un animal rabioso. Aprieta los dientes, y sus nudillos se ponen blancos sobre el volante.—¡Ponte el cinturón! —me dice con la voz dura y cargada de rabia.Intento hacerlo, de verdad lo intento, pero mis manos tiemblan tanto que no consigo engancharlo. Y encima tengo a Logan maniobrando como loco para esquivar a la camioneta. Otro golpe llega desde el costado y el auto se tambalea. El cinturón sigue fuera de mi alc
TOMO 3. CAPÍTULO 124. El inicio de un díaLoganEl camión viene hacia nosotros como una bestia desbocada, y por un instante todo lo que puedo oír es mi respiración, fuerte y descontrolada, mezclada con el sonido de los neumáticos chirriando.Giro el volante en el último segundo, esquivándolo por un pelo.El camión no frena.Pasa de largo y, cuando miro por el retrovisor, lo veo estrellarse de lleno contra la camioneta que nos seguía. El impacto es brutal, un estruendo que sacude todo a mi alrededor; y el aire se llena de polvo y humo mientras los restos del choque quedan atrás.Freno de golpe fuera de la carretera, y el auto derrapa un poco antes de detenerse por completo. Mis manos todavía están firmemente en el volante, y me doy cuenta de que estoy temblando. Pero eso no importa. Me giro hacia Liliana y mi corazón se detiene cuando la veo.—¡Lili! —grito, soltándome el cinturón y lanzándome hacia ella.Está medio inconsciente, su cabeza ladeada contra el asiento, con sangre deslizán
TOMO 3. CAPÍTULO 125. Una opción peligrosamente tentadora.LilianaDespierto en una cama de hospital, con el aire oliendo a desinfectante y un pitido insistente que viene de alguna máquina junto a mí. Me toma un segundo recordar dónde estoy, pero lo primero que noto es que la cabeza me late como si alguien estuviera taladrándola desde dentro.Gimo, llevando una mano a mi frente, pero antes de que pueda hacer algo más, una voz familiar rompe el silencio.—Ya era hora de que despertaras, señorita “soy un problema con patas”.Abro los ojos con dificultad y ahí está Arthur, sentado en una silla junto a mi cama con su típica expresión de burla controlada. Lleva una revista en la mano, como si estuviera disfrutando de una tarde tranquila en lugar de preocuparse por mí.—Piernas, lindas piernas, por cierto —lo corrijo—. Por favor dime que no me falta ningún pedazo —le digo y mi voz sale más ronca de lo que esperaba.Arthur cierra la revista con un golpe seco y arquea una ceja.—No, pero lame
CAPÍTULO 1. ¡Sálvela!Liliana. —Ya no podemos seguir esperando, tu madre necesita un trasplante de riñón de emergencia. ¡Tienes que firmar para que podamos prepararla! —me apremia mientras mis ojos van al nombre bordado en su bata: Dr. Ryker.Frente a mí un doctor que no conozco me mira con impaciencia. Mi madre lleva esperando un milagro por años, pero en los últimos días su enfermedad se agravó de golpe.Tengo la mente un poco en blanco y otro poco en shock mientras reviso estos papeles que apenas entiendo. Son decenas y de todos ellos depende la vida de mi madre, y todos tengo que entregarlos con urgencia.—Entonces… si firmo esto, ¿mi mamá subirá en la lista para recibir un trasplante urgente, verdad? —pregunto y la voz se me quiebra porque estoy desesperada.A pocos metros de mí aquellos monitores a los que está conectada lanzan alarmas cada pocos minutos. —Sí, señorita Duque, así es —responde él, con un tono que me hace sentir como si fuera una niña tonta y asustada... quizás
CAPÍTULO 2. Una promesaLiliana“¡Llamen al doctor Benson!”“¡Traigan al equipo de trauma!”“¡Preparen el quirófano!”“¡Desocupen el piso!”Todos aquellos gritos resuenan a mi alrededor hasta que detengo a un médico por la bata.—¡Espere, oiga, escúcheme! —demando casi con violencia—. ¿Cómo que van a desocupar el piso? ¡Mi madre está grave!—El dueño del hospital acaba de llegar. Tuvo un accidente y está en estado crítico. ¡Es una emergencia, señorita!Siento que el corazón se me rompe un poco más. ¿Cómo puede ser? Todo el hospital parece estar pendiente solo de este hombre, mientras mi madre… mientras mi madre se queda sola, muriéndose y sin que nadie la ayude.—¡Necesito que un médico vea a mi madre, ahora! ¡Le hicieron un trasplante y se ve mal! —reclamo y el médico me mira con impaciencia, pero finalmente me hace un gesto para que lo guíe y corre a la habitación de mi madre detrás de mí.Estoy temblando y siento que las piernas apenas me responden. Cada vez que miro a mamá, el dol
CAPÍTULO 3. Cayendo en una trampaLilianaMi cuerpo no responde. Todo es oscuro y frío, pero siento un par de voces que retumban en mi cabeza, distantes y profundas. Mi conciencia va y viene por momentos, hasta que escucho un tono que reconozco y un escalofrío recorre mi espalda.“Prepárenla para el procedimiento”. Es la voz del doctor Ryker… estoy segura de que es él.¿Procedimiento? ¿Qué procedimiento? Lucho por abrir los ojos, por mover mis manos, hacer cualquier cosa, pero mi cuerpo sigue inmóvil. Luego solo hay silencio, oscuridad y miedo.Cuando abro los ojos otra vez, lo primero que siento es una sensación de mareo. La luz blanca y cegadora del cuarto me molesta, y los sonidos de los monitores y el típico olor a desinfectante me dicen que sigo en el hospital. Giro la cabeza y veo una vía conectada a mi muñeca, y todo el pánico sale de golpe.—¡¿Qué me hicieron?! —Mi voz sale como un susurro al principio, pero luego se vuelve más fuerte y desesperada—. ¡¿Qué me hicieron?!Una en
CAPÍTULO 4. Sin salidaLas palabras del doctor Ryker me golpean como una bofetada en pleno rostro. No puedo comprender lo que acaba de decir, siento que el mundo a mi alrededor se desvanece, que estoy atrapada en una de esas pesadillas horribles que parecen interminables.—¡¿De qué demonios está hablando?! —le espeto azorada, mirándolo como si fuera un completo loco.Miro al hombre en la cama, con el rostro pálido y rodeado de máquinas que pitan y zumban con insistencia.—Deja que te lo explique —responde él con esa voz fría que parece inhumana—. Este hombre es Logan St Jhon, magnate, hacendado, multimillonario…—Es el dueño de este hospital… —recuerdo porque en la entrada está su apellido.—Exacto, y este pobre hombre tuvo hace unos días un accidente con un caballo. Está muriendo, Liliana, y lamentablemente no hay nada que podamos hacer por él.Siento una mezcla de confusión y horror. Mi estómago se revuelve con cada palabra suya, porque presiento que eso no es cierto.—¿¡Y eso qué t