TOMO 2. CAPÍTULO 75. La vida como la conocíaLilianaSollozo sin control, con las manos temblando y el corazón hecho pedazos. Me siento perdida, atrapada en un torbellino que no entiendo. Esto no puede estar pasando, esto no es real. Pero aquí estoy, frente a Logan, con lágrimas cayendo por mi rostro, rogándole que me escuche.—Por favor, señor Greñitas... no sé qué está pasando.—¡No me digas así! —ruge y un nuevo sollozo escapa de mi garganta.—¡Te juro que no entiendo nada! ¡Ayúdame, por favor! ¡Esto no puede ser cierto!Mi voz sale rota, ahogada, pero él no me mira. Camina de un lado a otro como un animal herido y su expresión es fría, impenetrable. Mi señor Greñitas ha desaparecido, parece un extraño ahora.—No puedo, Liliana. No puedo. —Su voz es baja, pero cargada de algo que me corta más que cualquier grito: Dolor.—Logan... yo...—No —me interrumpe, levantando una mano como si bloqueara mis palabras. Finalmente me mira, y el peso de su mirada me aplasta—. Lo más doloroso de t
TOMO 2. CAPÍTULO 76. Pruebas sobre la mesaLoganCuando la policía se lleva a Liliana siento como si mi mundo se rompiera en dos. No entiendo qué demonios está pasando. Las palabras de los oficiales me retumban en la cabeza: tráfico de órganos. Es imposible. No puede ser. Ella jamás haría algo como eso.Liliana grita que todo es una mentira, que ella no hizo nada, y este desastre colapsa en mi mente, que no para de dar vueltas. Alcanzo las llaves del auto y corro hacia mi coche, listo para seguirlos a la comisaría, cuando algo me detiene.Ella no es la única a la que se llevan. Puedo ver a Derrick esposado, escoltado por otros dos policías, con el rostro sombrío y sin siquiera intentar resistirse.Me quedo de pie en la puerta, completamente paralizado por un momento, antes de reaccionar.—¡Maldición! —grito, corriendo tras ellos. Subo a mi coche a toda velocidad y sigo la patrulla que la lleva.Llamo a Vincent y lo mando a traer a nuestros abogados, es lo único que puedo hacer por aho
TOMO 2. CAPÍTULO 77. Mentira tras mentiraLoganMe llevan a una sala de interrogatorios, una tan impersonal como en la que debe estar Lili ahora mismo y siento que se me revuelve el estómago con solo pensarlo.¿Creo que puede haber estado con otro hombre antes de mí? Sí. ¿Creo que puede estar metida en el tráfico de órganos? No, definitivamente no.Al entrar, veo a Derrick sentado frente a la mesa, esposado y con la mirada baja. No levanta los ojos cuando cruzo la puerta, pero siento su incomodidad en el aire. Yo me siento enfrente y dejo que el silencio se alargue a propósito.—Habla —digo finalmente, tratando de mantener la calma aunque por dentro quiero estallar.Él traga saliva, su garganta se mueve visiblemente mientras busca las palabras y sé lo que va a decirme, que el accidente no fue accidente y que trataron de matarme.—No sé por dónde empezar, señor St. Jhon —murmura nervioso y mis manos se hacen puños sobre la mesa.—Por la verdad, Derrick. Empieza por ahí.Finalmente me m
TOMO 2. CAPÍTULO 78. Un callejón sin salida.LilianaMe tienen encerrada en esta sala desde hace horas. No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero siento que es toda una vida. Mis muñecas todavía tienen las marcas de las esposas, aunque ya me las quitaron, y el frío de esta sala me cala los huesos. Estoy exhausta, mental y físicamente, pero no dejo de hablar, aunque sé que no me escuchan.Mi voz es un eco que rebota contra las paredes porque siento que nadie me escuchará nunca.—Ryker lo planeó todo —repito por enésima vez, aunque ya no sé si hablo para ellos o para mí misma—. Él me amenazó. ¡Me dijo que me mataría si no lo ayudaba, que me abriría como a una maldit@ res y me vendería por partes! ¡No entienden lo peligroso que es ese hombre!El detective frente a mí me observa con una expresión impasible, como si estuviera escuchando a alguien recitar la lista del supermercado. Ni siquiera parpadea.—Señorita Duque, todo eso está muy bien, pero tenemos pruebas. Pruebas contundentes que la in
TOMO 2. CAPÍTULO 79. Un punto finalLoganLa imagen de Liliana desplomándose frente a mí no deja de repetirse en mi cabeza mientras me obligan a salir de la sala de interrogatorios. Grito por alguien que la ayude, aunque siento que mi voz apenas sale. Una oficial entra rápidamente y se queda con ella. Yo, en cambio, no puedo. No puedo estar ahí.—Señor St Jhon, por favor, acompáñeme —me dice uno de los agentes, con ese tono que mezcla falsa amabilidad con autoridad.Mis pasos se sienten pesados mientras me llevan por los pasillos de la comisaría. Todo es un caos, voces, teléfonos, murmullos, pero para mí, es como si todo estuviera en silencio. Dentro de mi cabeza solo escucho el eco de mis propios pensamientos: ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Cómo demonios pasó esto?Cuando me encuentro en una sala aparte, mis abogados ya están esperándome; y mi hermano Vincent me mira con seriedad, como si no supiera si debería autorizar o no que me cuenten lo que va a pasar.—Escúpelo, sabes que me lo t
TOMO 2. CAPÍTULO 80. El inicio de un infiernoLilianaCuando abro los ojos, lo primero que siento es el frío del suelo bajo mí y un dolor punzante en la cabeza. Me toma unos segundos recordar dónde estoy, y cuando lo hago el miedo me golpea como una ola.Estoy en una celda. Las paredes son de un gris opresivo, y el aire huele a humedad y desesperación. Me incorporo lentamente, el cuerpo me pesa como si no fuera mío.—¿Qué…? —murmuro, llevándome una mano a la frente, y una oficial aparece al otro lado de los barrotes.Tiene un rostro duro, inexpresivo, como si hubiera visto demasiadas cosas en este lugar.—El fiscal quiere hablar contigo —dice sin ningún tipo de emoción, y no sé si debería sentir alivio o más miedo.Mi garganta se cierra, pero asiento débilmente. Me llevan por un pasillo que parece interminable, hasta otra pequeña sala de interrogatorios, tan insoportable como la anterior. En cuanto entro, ahí está él: el fiscal. Alto, impecablemente vestido, y con una expresión que me
TOMO 2. CAPÍTULO 81. Anestesia para el corazónLoganCuando vuelvo a la hacienda no quiero ver a nadie, no quiero escuchar a nadie, y definitivamente no quiero pensar en nada. Paso directamente a mi habitación, cierro la puerta con llave y no salgo por días. Me traen comida, pero apenas la toco. Lo único que beber, como su el alcohol fuera la anestesia perfecta para mi maldito corazón hecho pedazos.Debí seguir siendo un maldito ogro después de despertarme. Jamás debí permitirme sentir… todas estas cosas por ella. La botella de whisky que tenía escondida en el escritorio de mi despacho ahora está casi vacía, pero no me importa.El dolor es insoportable, pero no es solo por Liliana. Es por todo: por los niños que no son míos, por las mentiras, por la traición, por la humillación de haberla defendido frente a todos y ahora saber que estaba equivocado. Me odio por haber sido tan ciego.Pierdo la cuenta de cuántos días paso encerrado. Escucho voces afuera de la habitación, pero no me impo
TOMO 2. CAPÍTULO 82. Un millón de preguntas sin respuestasLilianaMe sacan de la celda temprano, aún no ha amanecido, pero tampoco es como si importara. Apenas he dormido, la mente me da vueltas pensando en todo lo que ha pasado, pero por más que lo intento solo consigo hundirme en la desesperación.La oficial que me escolta no dice nada mientras me lleva por los pasillos fríos de la comisaría. Siento las esposas apretadas en mis muñecas, aunque no las necesiten. Es como si quisieran recordarme una y otra vez que soy culpable, aunque yo sepa que no lo soy.Mi abogado, el joven que parece más confundido que yo, y mucho más impaciente, me espera en la entrada; y su rostro tiene esa mezcla de incomodidad y resignación que me hace pensar que solo soy un estorbo para su carrera.—Liliana, tengo que ser honesto contigo —dice en cuanto llego a él—. El traslado a la cárcel del condado es inevitable. El fiscal está decidido a procesarte, y el juicio podría tardar meses en comenzar.—¿Meses? —