TOMO 2. CAPÍTULO 78. Un callejón sin salida.LilianaMe tienen encerrada en esta sala desde hace horas. No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero siento que es toda una vida. Mis muñecas todavía tienen las marcas de las esposas, aunque ya me las quitaron, y el frío de esta sala me cala los huesos. Estoy exhausta, mental y físicamente, pero no dejo de hablar, aunque sé que no me escuchan.Mi voz es un eco que rebota contra las paredes porque siento que nadie me escuchará nunca.—Ryker lo planeó todo —repito por enésima vez, aunque ya no sé si hablo para ellos o para mí misma—. Él me amenazó. ¡Me dijo que me mataría si no lo ayudaba, que me abriría como a una maldit@ res y me vendería por partes! ¡No entienden lo peligroso que es ese hombre!El detective frente a mí me observa con una expresión impasible, como si estuviera escuchando a alguien recitar la lista del supermercado. Ni siquiera parpadea.—Señorita Duque, todo eso está muy bien, pero tenemos pruebas. Pruebas contundentes que la in
TOMO 2. CAPÍTULO 79. Un punto finalLoganLa imagen de Liliana desplomándose frente a mí no deja de repetirse en mi cabeza mientras me obligan a salir de la sala de interrogatorios. Grito por alguien que la ayude, aunque siento que mi voz apenas sale. Una oficial entra rápidamente y se queda con ella. Yo, en cambio, no puedo. No puedo estar ahí.—Señor St Jhon, por favor, acompáñeme —me dice uno de los agentes, con ese tono que mezcla falsa amabilidad con autoridad.Mis pasos se sienten pesados mientras me llevan por los pasillos de la comisaría. Todo es un caos, voces, teléfonos, murmullos, pero para mí, es como si todo estuviera en silencio. Dentro de mi cabeza solo escucho el eco de mis propios pensamientos: ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Cómo demonios pasó esto?Cuando me encuentro en una sala aparte, mis abogados ya están esperándome; y mi hermano Vincent me mira con seriedad, como si no supiera si debería autorizar o no que me cuenten lo que va a pasar.—Escúpelo, sabes que me lo t
TOMO 2. CAPÍTULO 80. El inicio de un infiernoLilianaCuando abro los ojos, lo primero que siento es el frío del suelo bajo mí y un dolor punzante en la cabeza. Me toma unos segundos recordar dónde estoy, y cuando lo hago el miedo me golpea como una ola.Estoy en una celda. Las paredes son de un gris opresivo, y el aire huele a humedad y desesperación. Me incorporo lentamente, el cuerpo me pesa como si no fuera mío.—¿Qué…? —murmuro, llevándome una mano a la frente, y una oficial aparece al otro lado de los barrotes.Tiene un rostro duro, inexpresivo, como si hubiera visto demasiadas cosas en este lugar.—El fiscal quiere hablar contigo —dice sin ningún tipo de emoción, y no sé si debería sentir alivio o más miedo.Mi garganta se cierra, pero asiento débilmente. Me llevan por un pasillo que parece interminable, hasta otra pequeña sala de interrogatorios, tan insoportable como la anterior. En cuanto entro, ahí está él: el fiscal. Alto, impecablemente vestido, y con una expresión que me
TOMO 2. CAPÍTULO 81. Anestesia para el corazónLoganCuando vuelvo a la hacienda no quiero ver a nadie, no quiero escuchar a nadie, y definitivamente no quiero pensar en nada. Paso directamente a mi habitación, cierro la puerta con llave y no salgo por días. Me traen comida, pero apenas la toco. Lo único que beber, como su el alcohol fuera la anestesia perfecta para mi maldito corazón hecho pedazos.Debí seguir siendo un maldito ogro después de despertarme. Jamás debí permitirme sentir… todas estas cosas por ella. La botella de whisky que tenía escondida en el escritorio de mi despacho ahora está casi vacía, pero no me importa.El dolor es insoportable, pero no es solo por Liliana. Es por todo: por los niños que no son míos, por las mentiras, por la traición, por la humillación de haberla defendido frente a todos y ahora saber que estaba equivocado. Me odio por haber sido tan ciego.Pierdo la cuenta de cuántos días paso encerrado. Escucho voces afuera de la habitación, pero no me impo
TOMO 2. CAPÍTULO 82. Un millón de preguntas sin respuestasLilianaMe sacan de la celda temprano, aún no ha amanecido, pero tampoco es como si importara. Apenas he dormido, la mente me da vueltas pensando en todo lo que ha pasado, pero por más que lo intento solo consigo hundirme en la desesperación.La oficial que me escolta no dice nada mientras me lleva por los pasillos fríos de la comisaría. Siento las esposas apretadas en mis muñecas, aunque no las necesiten. Es como si quisieran recordarme una y otra vez que soy culpable, aunque yo sepa que no lo soy.Mi abogado, el joven que parece más confundido que yo, y mucho más impaciente, me espera en la entrada; y su rostro tiene esa mezcla de incomodidad y resignación que me hace pensar que solo soy un estorbo para su carrera.—Liliana, tengo que ser honesto contigo —dice en cuanto llego a él—. El traslado a la cárcel del condado es inevitable. El fiscal está decidido a procesarte, y el juicio podría tardar meses en comenzar.—¿Meses? —
TOMO 2. CAPÍTULO 83. Un clavo que… intenta sacar a otro.LoganLos días pasan sin sentido, como si el tiempo hubiera dejado de importar. Me despierto, reviso pendientes, visito un hospital, hablo con la junta directiva, vuelo a otro estado, reviso más pendientes, y me voy a dormir. No pienso, no siento. Me muevo como un autómata porque es lo único que puedo hacer para no pensar en Liliana. Cada vez que su nombre aparece en mi mente, lo aplasto con la misma disciplina que uso para manejar la empresa.He pasado por todos los hospitales de la costa este y ahora estoy en Nueva York, tratando de mantenerme ocupado. Pero no importa cuánto haga, el vacío sigue ahí. Me siento en la oficina temporal que prepararon para mí y llamo a mis abogados para saber cómo van las cosas.—¿Hay alguna novedad sobre el caso y los hospitales? —pregunto sin saludar y por el ruido me doy cuenta de que tiene puesto el altavoz, quizás en su sala de juntas.—Por ahora no hay motivos de preocupación. Los documentos
TOMO 2. CAPÍTULO 84. Un monstruoLilianaDetrás de mí tengo el sonido de las puertas metálicas y el eco de las botas de los guardias, que me ponen los nervios de punta. La sala huele a cloro y metal, me da náuseas y mis puños se ponen lívidos de tanto apretarlos, porque frente a mí está él. Basta que la puerta se abra y lo vea para que sienta que la sangre se me hiela en las venas.Es Ryker.Me levanto de golpe, haciendo que la silla caiga hacia atrás, y lo único que me sale es escupir contra el cristal que nos separa:—¡Eres un infeliz! ¡Un maldito mentiroso!Pero él no se inmuta. Se sienta frente a mí con esa sonrisa torcida que siempre odié, como si fuera dueño del mundo, mientras detrás de mí una de las guardias me grita que me siente.Obedezco porque sé que no tengo otra opción, alargo la mano para alcanzar el teléfono y él hace lo mismo del otro lado.—Te lo advertí, Liliana —dice con su asqueroso tono casual, como si estuviéramos hablando del clima—. Te dije que no jugaras conm
TOMO 2. CAPÍTULO 85. La última esperanzaLilianaCuando Ryker sale de la sala de visitas, siento que mi cuerpo pierde toda la fuerza. Me recuesto contra la pared, con las manos temblando y las lágrimas cayéndome sin control.Su amenaza resuena en mi cabeza como un eco interminable: "Volveré por ellos". Mis hijos. Mis hijos que aún no han nacido, que apenas estoy comenzando a aceptar. Siento el peso del miedo y la desesperación apoderarse de mí.—Por favor, necesito ayuda —le digo a la guardia con la voz rota cuando me lleva de regreso a mi celda—. Por favor, necesito hacer una llamada. Es urgente.La mujer me lanza una mirada aburrida, como si no importara lo que diga.—No puedes, todavía no te toca. Tu día de llamada es dentro de dos días.—¡Por favor! —insisto, con la garganta apretada—. ¡Jamás he usado esa llamada desde que estoy aquí y han pasado semanas! ¡Pero la necesito ahora, tengo que hablar con alguien!—Ya te dije que no —gruñe y su tono es cortante, como un golpe seco.La