capítulo 3

Doménico Masseria

Ha pasado un mes desde que se llevaron a Fiorella, aún no he obtenido alguna noticia de ella, todos los lugares que mi hacker descubre son piezas rotas y espacios vacíos, es como si alguien les avisara a tiempo para que huyan antes de ser encontrados. No soy hombre de lágrimas, ni de sentir dolor, mentiría si digo que extraño a mares a mi esposa, poco la recuerdo, pero enterarme que esta o estaba embarazada me desconcertó.

“Un hijo”

Eso amartilla mi cabeza cada vez que veo esa prueba de embarazo que encontré día después de ser raptada de mi casa, de mis propias narices. No tengo una pista que me lleve a ella, que me revele si aún vive o no. Un maldito mes que no se de ella al igual que de la pelirroja que no deja de colarse en mis sueños y pensamientos.

Estoy por salir a una fiesta de máscaras que me invitaron cuando me llega un audio de voz de un número desconocido.

— Dom… Domenic…ayúdame, mi amor. —  Escucho sollozos, gritos e insultos, junto con golpes. —  M… mataron nuestro bebé, cariño. Perdí mi Dante, me lo sacaron.

Escucho más llanto de su parte, mis manos tiemblan cayendo mi móvil al piso al escuchar esa confesión de Fiorella. Unas lágrimas que creí no tener se escaparon de mis ojos. Grito desesperado, frustrado, acabando todo a mi paso. Golpeo uno de mis hombres que se atravesó en esos momentos dejándolo casi muerto. Filippo me separa del hombre moribundo golpeando mi rostro para que reaccione, mi ira aumenta con su golpe, alzo mi mano golpeando la pared en vez de mi hermano menor.

— ¿Qué mierda pasa, Dominic? —  Grito algo histérico —  Casi matas a Matías a golpes, si no lo hiciste ¿Qué te hizo ese pobre hombre? Esta situación te está volviendo loco, hermano.

— Lo…lo mataron – Solté cayendo de rodillas al piso –— Mataron mi bebé, lo mataron.

En estos momentos no me importaba verme débil, había perdido lo que me podría sacar de esta mierda, el que podría hacerme querer ser una mejor persona, sería mi luz, mi balanza entre el bien y el mal y ya no estaba.

Quería venganza, mucha venganza.

— ¿Cuál bebe, Dom?

— Fiorella, tendría un hijo mío, Filippo, y me lo arrebataron.

— Dom… hermano. Ya vengarás su muerte. Vamos a la fiesta, hagamos alianzas para cobrar la vida de mi sobrino. Los haremos pagar. —  Observe a mi hermano sin poder creer una de sus palabras, pero dijo algo cierto, en esa fiesta puedo hacer alianzas que me llevaran al paradero de Favrizio. –— Vamos, hermano.

Me adentro a mi cuarto destruido, lavo mi rostro apretando mis dientes jurando que vengare a mi pequeño, solo recordarlo, hace que mi sangre hierva por dentro.

Subo al auto acompañado de Filippo que pasa mi mascara, pregunto por Matías si sobrevivió o no a mi paliza informándome que tiene 3 costillas rotas, su tabique está roto y unos cuantos huesos más, y algunos morados que pasaran en algunos días. Le daré una recompensa por mi estado de locura.

Mis ojos se instalan en Alana, una rubia preciosa que me provee armas y algo más que mercancía, sexo. Filippo se desaparece de mi vista. La rubia me ofrece un trago, creo que me ha leído el pensamiento, lo necesito en estos momentos, en este vacío que ciento por dentro por tal perdida. Mis esperanzas me las arrebataron de mis manos, pero ya encontrare el talón de Aquiles de Favrizio, y lo hare pagar muy caro.

— Hiciste de mi noche la mejor de todas con tu presencia, Dom. Será mi mejor cumpleaños. —  Balbuceo besando mis labios tocando mi entrepierna, siempre tan traviesa. —  La noche es joven. Otro trago, querido.

— Mejor la botella para celebrarte mejor, querida. — Bufe mirándola con picardía. No me culpen sufro por lo de mi bebé, aunque, la lujuria me nubla la visión ante una dama de buenos pechos, caderas angostas y unas lindas piernas largas. —  No lo crees, Alana.

— Todo a su tiempo, mi domador. La noche aún es muy joven y trae consigo sorpresas. —  Me susurro mordiendo el lóbulo de mi oreja — Debo recibir el resto de invitados… no te me vayas a perder, debo aprovechar que te dejaron la noche libre. Desde que te casaste poco te veo y ni que hablar de tocarte. Dominic, extraño nuestras secciones de sexo duro y sin control.

La miro frio tomando otro vaso de wiski, era lo único que me ayuda a calmar el fuego interno que me quema en mi interior.

Una palmada en mi espalda me saca de mis pensamientos, sonrió con amargura al ver a mi amigo Stefano acompañado de su primo Salvatore Maggadino, amigos de mi infancia y grandes aliados en mis negocios. Hacen un par de bromas al ver que no pierdo el tiempo con las chicas estando casado, no me culpen por ser un tipo atractivo. Conversamos un rato de negocios, les hable de mis problemas con Favrizio, del secuestro de Fiorella, de la perdida de mi bebé. Aprietan sus puños al escuchar el mensaje, sin decirles alguna palabra quedaron en ayudarme a encontrar y cazar esa rata y sacarla de su escondite.

— Amigo, no has pensado devolverle el favor matando a su hija —  Menciono Salvatore haciendo que abra mucho mis ojos — No lo sabias, Dominic. Me entere hace poco que tiene una hija por los labios de Frank Genovese, uno de sus mejores aliados. Escuche mencionar que es rusa, tiene como 23 años de edad y que es una hermosura. Puedes empezar por eso, Dom.

 —¿Estás seguro, Salvatore? — Pregunte con asombro —  Es una información muy valiosa para mí, amigo. — Conteste sintiendo un aire fresco en mi pecho, podre vengar la muerte de mi pequeño Dante. — Confirmare esa información y si es así, esa chiquilla deseara no ver sido hija de ese hijo de puta. Gracias, amigo, por esa información.

— Dom, somos amigos y sabes que siempre te apoyaremos, compañero. Tú has hecho lo mismo por nosotros.

Esta información no pienso compartirla con Filippo, pero si con Francesco que se salvó que lo matará a la semana al darme una foto de la pelirroja, no me dio explicaciones como la consiguió, solo se limitó a decirme lo que quería escuchar, aunque, no ha podido dar aun con su paradero, solo se su nombre, igual de hermoso como ella.

Mi botella ha quedado vacía, me cuelo en la fiesta buscando información de Favrizio que me lleve a su paradero. Buscarlo a él, es como buscar una aguja en un pajar. No se esconderá toda la vida, en algún momento, debe asomar su cabeza y ahí estaré para darle su merecido. Conocer gente es algo bueno, te lleva hacer negocios muy jugosos.

Alana se acerca por mi espalda dejando un casto beso en mi cuello, mi amigo atiende el llamado de esa preciosa chica, volteó a mirarla encontrándome con esos lindos ojos verdes esmeraldas escondidos en esa mascara gris. Estoy por besarla cuando mis ojos se clavan en una pelinegra de curvas preciosas, ese vestido rojo le calza a la perfección, sus ojos se conectan con los míos alzando su copa quitando su masticara de su rostro. La observo fijo, Alana toma mi rostro para que la observe, sin embargo, mi mirada vuelve a la chica del elegante carmesí sin hallarla, se ha esfumado. Mi móvil vibra en mi bolsillo, lo saco para revisar el mensaje viendo una imagen del rostro de ella y una parte de sus pechos con un mensaje “No me reconoces, bambino… veo mejor tu pierna”.

¡Diablos!

Me suelto del agarre de Alana buscando a mis hombres para que la busquen por todos lados hasta debajo de las piedras. Les doy la descripción de como viste, les muestro la fotografía que me envió.

— La traen conmigo o no se aparezcan ante mí sin ella. juro que los mato a todos si no la encuentran.

— ¿Por qué huyes de mí, muñeca? —  balbuceo para mis adentros.

— ¿Qué paso, Dominic? —  Pregunto alarmada Alana — Pensé que tendríamos acción esta noche, domador. Tengo unos jugueticos de los que tanto te gustan.

Mientras Alana hablaba mis pensamientos estaban en otro lado, vuelvo en sí, al sentir su mano tocando mi paquete.

— Dominic, compláceme, por favor.

— Eso hare, muñeca. —  Dije. Quería sacarme la frustración que tenía al tenerla tan cerca y dejarla escapar en mi propia cara. —  Jugaremos a tu estilo, rubia.

La chica sonríe lamiendo sus labios tomando mis manos sacándome del jardín adentrándome a la casa subiendo las escaleras adentrándonos a un cuarto oscuro. En mi afán por poseerla o que ella me posea, dejo la puerta media abierta. Ataco mis labios sin piedad, es una loba feroz sacándome de encima mi ropa, disfrutó de su olor, de sus toques salvajes. Su boca es toda una maestra hundiendo todo mi falo en su garganta, algunas arqueadas se hicieron presentes, tome su cabello llevando el ritmo, gimo al sentir que estoy por correrme en su boca, me mira fijo a los ojos con una gran sonrisa sin desatenderme. Está por terminar para recibir mi corrida cuando escucho su voz abriendo la puerta.

— ¡UFF! Espero no interrumpir nada.

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