capítulo 11

Domenico Masseria

Al fin tengo a esa diabla entre mis manos. No tengo ninguna intención de dejarla ir a ningún lado, aunque está preparada para la guerra. No había notado el infrarrojo que apunta a mi pecho, ella sonríe enarcando una de sus cejas con una risita perversa. Esto me enciende a mil, soy un horno que quema. Me lo pienso unos segundos si ejerzo no prisión al no dejarla ir. Es una cajita de sorpresa, mi ángel caído.

— Veo que me subestimas mucho, Domenico…¿será porque soy mujer? Te puedo asegurar que tengo más ovarios o en tu plano más pelotas que cualquiera de tus hombres. — Me apunta con su arma en mi pecho con una sonrisa perversa muy sexy. Lame sus labios con dulzura — me dejarás ir y me tendrás al caer la noche en tu casa. ¿Aceptas el trato?

— ¿Por qué deber&iacut

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