Aquel dolor punzante que se había instalado en su cuello hace algunas semanas comenzó a molestarlo nuevamente mientras dejaba el pequeño pastel a su lado en el asiento y acomodaba su cinturón de seguridad. Sus compañeros de trabajo le habían preparado una pequeña sorpresa y él había hecho su mejor esfuerzo por parecer feliz por ello. Ethan había acostumbrado a dejar su cumpleaños de lado los últimos dos años. No sentía ganas de celebrarlo desde que Joshua ya no estaba a su lado y la verdad preferiría simplemente olvidar la fecha.
Su mano se dirigió a la puerta de su departamento y la abrió lentamente, echando otro vistazo al pequeño pastel y preguntándose si había sido mala idea comprarlo. ¿En qué estaba pensando?
Las luces estaban apagadas como todos los días y la foto en la repisa de la sala estaba alza
Un nudo se formó en su garganta y sus dedos apretaron el sobre que sostenía en su mano, ¿qué demonios significaba aquello? ¿Cómo se suponía que debía tomárselo? Debía ser una broma. Debía ser…Su mirada recorrió toda la calle de enfrente y la entrada de la casa, volvió a las fotos en sus manos y tomó una gran calada de aire. ¿Por qué estaba pasando esto ahora? La imagen de él y Patrick besándose en la entrada era la primera, le seguía una foto perfectamente tomada de ellos caminando, tomándose de la mano en su paseo de fin de semana… ¡Incluso había una foto de ellos bailando a escondidas en la boda de Jonathan y Taylor! ¡¿Qué carajos estaba pasando?!Sintió que aquello lo superaba y decidió entrar a la casa, escondiendo las fotos dentro de su chaqueta al ver c&oacut
—¿Qué se supone que haremos? —El coreano dio un paso atrás, alejándose del pelinegro que había extendido su mano. Aquella situación lo había hecho más consciente de sus interacciones en público, aunque quizás eso ya era un caso perdido.—No lo sé —Patrick admitió, acercándose de igual forma al mayor y tomando la carta de sus manos. Su ceño fruncido— ¿Qué quieres hacer? —preguntó.—¿Por qué me lo preguntas a mí? —suspiró.—Porque este es tu caso —bajó su voz—, es tu mejor amigo y también tu compañero... —Asintió, mirando alrededor, cuidando que nadie se acercara a la puerta de la azotea.—Sí, pero es nuestra relación de la que estamos hablando aquí —bufó, Patrick
—¿Así que no es una broma, ni una trampa, ni te están inculpando, ni nada por el estilo? —Las cejas de Jonathan se fruncieron de una manera tan apretada que casi parecían fundirse la una con la otra— Bien, tenía que asegurarme, no podía enviar a otro de mis hombres a prisión así sin más…—Oh, bueno saberlo. —Patrick chasqueó su lengua y se cruzó de brazos, volviéndose a la ventana mientras inflaba sus cachetes y fruncía su ceño, sacando una risita de los labios del nervioso Jung.El coreano apartó la mirada de su disgustado novio y se volvió a ver a su compañero. Ethan no parecía dispuesto a dar más información de la que ya había dado, incluso si eso significaba que no podría volver a casa y que pasaría aquella noche tras las rejas… O hasta que todo se resolvier
Sin ánimos de fingir que no estaba prestando atención a la situación, Taylor caminó descaradamente a la oficina de su esposo y pegó su oído de la puerta. No había podido ignorar la nerviosa actitud de Jung aquella mañana y Patrick no se veía mucho mejor; el Teniente del precinto setenta y siete de Sacramento podía entender los nervios crispados de Jung, pues aquellas últimas semanas habían sido un infierno personal para el extranjero. La carta informando sobre la prisión preventiva de Jason había llegado sólo hace unos dos días y las noticias sobre Ethan en la prisión estatal no eran mucho mejores, como siempre, los detectives no eran muy bien recibidos en aquel tipo de lugares. Kai seguía desaparecido y los ánimos en general estaban por el piso…Pero era la primera vez en aquel mes que veía aquella expresión en el rostro de
Los dedos del coreano se cerraron firmemente alrededor de su arma mientras asomaba su cabeza por el pasillo del lujoso hotel. Aún podía sentir los gritos del gerente retumbar en sus oídos cuando le explicaron la situación, el hombre pensaba que iban a destruir el lugar por completo y, aunque quizás hubiera algunos problemas en la habitación 448, ninguno tenía la intención de que aquello se les escapara más de las manos.Pocos segundos después de realizar su inspección, Jung volvió su vista a Patrick, quien daba órdenes al equipo detrás de él. Aunque le parecía algo exagerado tener a cinco sujetos aparte de ellos dos, totalmente armados y listos para todo, entendía que no podían ser muy cuidadosos al enfrentarse a un tipo al que habían estado persiguiendo por tanto tiempo y sin ninguna pista, pero… Vamos.—¿Listo?
—¿No fue muy rápido? —Jung apartó su mirada de su computadora al escuchar los pasos de su compañero de escritorio acercándose nuevamente.—Ugh, el Capitán Cox simplemente es imposible —dijo el pobre hombre de mediana edad, aparentemente demasiado cansado para lidiar con su superior— ¿Por qué no mejor vas tú? La gente de la misma edad se entiende mejor…—Pero…—Anda, desde que ambos llegaron parecen llevarse bien.—Uhm… —el coreano se volvió a la oficina del capitán y apretó sus labios— Vas a deberme un café grande luego, estoy bastante ocupado.—Sí, sí. Gracias, compañero. —Palmeó el hombro del castaño y volvió a tomar asiento en su lugar luego de entregarle las numerosas carpetas.Jung tomó air
La poca luz que se colaba entre las claras cortinas de su habitación logró incomodarlo lo suficiente como para hacerlo retorcerse en su cama. Su mano se extendió por el frío colchón y se levantó de golpe al no sentir a Patrick a su lado; su corazón se aceleró ansiosamente al pensar que todo había sido un sueño, pero respiró aliviado al ver que su cama ya no llevaba las sucias sábanas que habían tenido que quitar en medio de la madrugada y que su cuerpo sólo iba cubierto por una manta.Miró alrededor y olfateó un poco, Patrick debía estar en la cocina preparando algo. Su vista se encontró con la de Pickles, quien iba de paso por la habitación y le dedicó una mirada de "sé lo que hiciste anoche", antes de estirar una de sus patas traseras y comenzar a lamerla. Era imposible, pero aun así su rostro se sonrojó viole
—Pat, basta… —El coreano se dio la vuelta para encarar a su novio, sus mejillas ardían de la vergüenza mientras éste mantenía una brillante sonrisa en sus labios— Estamos en un lugar público —regañó en un susurro mientras subía la mano del menor que seguía bajando por su espalda.—Yo quería que nos quedáramos en el departamento y viésemos una película, pero tú quisiste venir al cine. Es básicamente tu culpa. —Se encogió de hombros como si nada y Jung frunció su ceño— Es nuestro último día juntos, no voy a desperdiciar ningún segundo. Te lo buscaste.—¿No tienes ni un gramo de pudor en tu cuerpo? —suspiró.—Lo dejé en casa, no lo necesito aquí —rio.—Aun así…Jung guardó