—¿No fue muy rápido? —Jung apartó su mirada de su computadora al escuchar los pasos de su compañero de escritorio acercándose nuevamente.
—Ugh, el Capitán Cox simplemente es imposible —dijo el pobre hombre de mediana edad, aparentemente demasiado cansado para lidiar con su superior— ¿Por qué no mejor vas tú? La gente de la misma edad se entiende mejor…
—Pero…
—Anda, desde que ambos llegaron parecen llevarse bien.
—Uhm… —el coreano se volvió a la oficina del capitán y apretó sus labios— Vas a deberme un café grande luego, estoy bastante ocupado.
—Sí, sí. Gracias, compañero. —Palmeó el hombro del castaño y volvió a tomar asiento en su lugar luego de entregarle las numerosas carpetas.
Jung tomó air
La poca luz que se colaba entre las claras cortinas de su habitación logró incomodarlo lo suficiente como para hacerlo retorcerse en su cama. Su mano se extendió por el frío colchón y se levantó de golpe al no sentir a Patrick a su lado; su corazón se aceleró ansiosamente al pensar que todo había sido un sueño, pero respiró aliviado al ver que su cama ya no llevaba las sucias sábanas que habían tenido que quitar en medio de la madrugada y que su cuerpo sólo iba cubierto por una manta.Miró alrededor y olfateó un poco, Patrick debía estar en la cocina preparando algo. Su vista se encontró con la de Pickles, quien iba de paso por la habitación y le dedicó una mirada de "sé lo que hiciste anoche", antes de estirar una de sus patas traseras y comenzar a lamerla. Era imposible, pero aun así su rostro se sonrojó viole
—Pat, basta… —El coreano se dio la vuelta para encarar a su novio, sus mejillas ardían de la vergüenza mientras éste mantenía una brillante sonrisa en sus labios— Estamos en un lugar público —regañó en un susurro mientras subía la mano del menor que seguía bajando por su espalda.—Yo quería que nos quedáramos en el departamento y viésemos una película, pero tú quisiste venir al cine. Es básicamente tu culpa. —Se encogió de hombros como si nada y Jung frunció su ceño— Es nuestro último día juntos, no voy a desperdiciar ningún segundo. Te lo buscaste.—¿No tienes ni un gramo de pudor en tu cuerpo? —suspiró.—Lo dejé en casa, no lo necesito aquí —rio.—Aun así…Jung guardó
—Adorable —Natasha volvió a colocar el cintillo con orejas de gato sobre la cabeza de Patrick y él suspiró—. Déjalo, no seas aguafiestas. —Dio una palmada en su hombro y volvió a tomar asiento a su lado.—Sí, no seas aguafiestas. —Ethan, la abeja gigante, le regaló una gran sonrisa mientras daba un sorbo a su café.—No me gusta disfrazarme. —Intentó quitarse las orejas de gato una vez más, pero Natasha volvió a golpear su mano.—Ah, Teniente, dígale algo. —La patrullera se levantó de su asiento y miró al distraído Taylor que iba entrando a la sala de descanso con un café en su mano. El castaño se volvió a verlos, acomodó sus anteojos y guardó silencio por algunos segundos.—… Algo. —Soltó y fue a tomar asiento al gr
—Oh… —Simon detuvo el auto al ver la luz roja del semáforo y guardó silencio por algunos segundos— y… ¿Ya lo pensaste? —preguntó casualmente, luchando consigo mismo para no volverse a ver al menor y mostrar interés, pero Jung sabía que moría por saber.—¿Que si lo pensé? —bufó— Lo he pensado mucho… Y aún no creo que sea una buena idea, pero… —Mordió su labio y se recostó del asiento— Patrick intenta hacerme creer que estará bien y que el capitán Martínez no le dará tanto trabajo porque lo odia… ¿Pero sabes lo que le ocurrió a su amigo Thomas hace un par de meses? —Se movió en su asiento, Simon retomó la marcha— El sujeto al que perseguían los descubrió y le disparó cuatro veces, ¡el hombre cayó
Las cajas acumuladas sobre el escritorio del coreano lograron sacarle un pesado suspiro. Apenas y había logrado acostumbrarse a aquel lugar y ya estaba empacando para volver a Sacramento; no iba a negar que estaba completamente extasiado de poder volver a casa con Patrick y Sophie, los extrañaba y sinceramente no creía poder aguantar un poco más estando lejos, así que estaba muy feliz, pero…—¿Tu novio vendrá por ti o quieres que te lleve? —Simon se acercó a él y posó su vista en todas las pertenencias del menor.—¿Qué te hace pensar que no me iré solo?—¿Tú? ¿Con todas estas cosas? —Se volvió a verlo con una de sus cejas alzadas— ¿Más las cosas que aún tienes en tu departamento? —Soltó una risita que hizo al coreano fruncir su ceño— ¿Te
El sudor frío corría por su espalda mientras su mirada vagaba por cada esquina de aquel lugar en busca de algo que pudiera utilizar para salir de aquel problema. Podía escuchar cómo las balas chocaban contra las paredes, rompían los vidrios de las ventanas, incluso podía escuchar uno que otro grito, no pudiendo distinguir si provenían de sus compañeros o de los bastardos que operaban en aquel almacén.Asomó su cabeza sólo un poco, sin ánimos de ensañar su ubicación a nadie, y recorrió con su mirada aquel improvisado laboratorio; las balas iban y venían de un lado a otro y no se le apetecía pasar por en medio de ellas y terminar tan agujereado como un queso suizo.—Debí tomar esa semana extra de reposo. —Thomas suspiró a su lado y él chasqueó su lengua— ¿Qué carajos crees que haces?
—¿El día de traer a tus padres? —Patrick parpadeó varias veces mientras miraba al sonriente Kyle asentir.—No lo hicimos el año pasado así que esta vez estamos mandando un aviso a los padres —aseguró, Patrick tomó la hoja de papel que le ofrecía y la inspeccionó.—Esto… —parpadeó varias veces, bastante sorprendido.—Le pedimos a los niños que ellos mismos hicieran el aviso. Este es el de Sophie —rio bajo y desvío su mirada a la pequeña de coletas que se abrazaba a la pierna de su padre y lo miraba hacia arriba.—Lo hice con marcador rosa —afirmó, Patrick la miró con una sonrisa.—Ya veo, linda. —Acarició su cabello y ella le enseñó todos sus dientes en una amplia sonrisa.—¿Nos vemos mañana entonces? &m
Martes, 11:34 am:La mirada del coreano se posó en los vidrios de la rota ventana que ahora estaba en la ennegrecida alfombra y apretó sus labios, se sentía mal por la anciana que vivía en aquel departamento con su estúpido hijo, quien no había podido mantener su nariz alejada del contrabando de drogas, ganándose una persecución policiaca que terminó por romper la puerta de su departamento, una mesa de té y la pobre ventana por la cual había intentado escapar.Observó al cansado Ethan, que seguía forcejeando con el terco adolescente que se movía como un psicópata al tratar de sacarse la esposas, cosa que evidentemente no iba a pasar. El mayor tiró de su oreja y lo regañó como si se tratara de un niño del kínder, una escena muy graciosa ante los ojos del castaño, sobre todo porque el sujeto dej&oa