Sin ánimos de fingir que no estaba prestando atención a la situación, Taylor caminó descaradamente a la oficina de su esposo y pegó su oído de la puerta. No había podido ignorar la nerviosa actitud de Jung aquella mañana y Patrick no se veía mucho mejor; el Teniente del precinto setenta y siete de Sacramento podía entender los nervios crispados de Jung, pues aquellas últimas semanas habían sido un infierno personal para el extranjero. La carta informando sobre la prisión preventiva de Jason había llegado sólo hace unos dos días y las noticias sobre Ethan en la prisión estatal no eran mucho mejores, como siempre, los detectives no eran muy bien recibidos en aquel tipo de lugares. Kai seguía desaparecido y los ánimos en general estaban por el piso…
Pero era la primera vez en aquel mes que veía aquella expresión en el rostro de
Los dedos del coreano se cerraron firmemente alrededor de su arma mientras asomaba su cabeza por el pasillo del lujoso hotel. Aún podía sentir los gritos del gerente retumbar en sus oídos cuando le explicaron la situación, el hombre pensaba que iban a destruir el lugar por completo y, aunque quizás hubiera algunos problemas en la habitación 448, ninguno tenía la intención de que aquello se les escapara más de las manos.Pocos segundos después de realizar su inspección, Jung volvió su vista a Patrick, quien daba órdenes al equipo detrás de él. Aunque le parecía algo exagerado tener a cinco sujetos aparte de ellos dos, totalmente armados y listos para todo, entendía que no podían ser muy cuidadosos al enfrentarse a un tipo al que habían estado persiguiendo por tanto tiempo y sin ninguna pista, pero… Vamos.—¿Listo?
—¿No fue muy rápido? —Jung apartó su mirada de su computadora al escuchar los pasos de su compañero de escritorio acercándose nuevamente.—Ugh, el Capitán Cox simplemente es imposible —dijo el pobre hombre de mediana edad, aparentemente demasiado cansado para lidiar con su superior— ¿Por qué no mejor vas tú? La gente de la misma edad se entiende mejor…—Pero…—Anda, desde que ambos llegaron parecen llevarse bien.—Uhm… —el coreano se volvió a la oficina del capitán y apretó sus labios— Vas a deberme un café grande luego, estoy bastante ocupado.—Sí, sí. Gracias, compañero. —Palmeó el hombro del castaño y volvió a tomar asiento en su lugar luego de entregarle las numerosas carpetas.Jung tomó air
La poca luz que se colaba entre las claras cortinas de su habitación logró incomodarlo lo suficiente como para hacerlo retorcerse en su cama. Su mano se extendió por el frío colchón y se levantó de golpe al no sentir a Patrick a su lado; su corazón se aceleró ansiosamente al pensar que todo había sido un sueño, pero respiró aliviado al ver que su cama ya no llevaba las sucias sábanas que habían tenido que quitar en medio de la madrugada y que su cuerpo sólo iba cubierto por una manta.Miró alrededor y olfateó un poco, Patrick debía estar en la cocina preparando algo. Su vista se encontró con la de Pickles, quien iba de paso por la habitación y le dedicó una mirada de "sé lo que hiciste anoche", antes de estirar una de sus patas traseras y comenzar a lamerla. Era imposible, pero aun así su rostro se sonrojó viole
—Pat, basta… —El coreano se dio la vuelta para encarar a su novio, sus mejillas ardían de la vergüenza mientras éste mantenía una brillante sonrisa en sus labios— Estamos en un lugar público —regañó en un susurro mientras subía la mano del menor que seguía bajando por su espalda.—Yo quería que nos quedáramos en el departamento y viésemos una película, pero tú quisiste venir al cine. Es básicamente tu culpa. —Se encogió de hombros como si nada y Jung frunció su ceño— Es nuestro último día juntos, no voy a desperdiciar ningún segundo. Te lo buscaste.—¿No tienes ni un gramo de pudor en tu cuerpo? —suspiró.—Lo dejé en casa, no lo necesito aquí —rio.—Aun así…Jung guardó
—Adorable —Natasha volvió a colocar el cintillo con orejas de gato sobre la cabeza de Patrick y él suspiró—. Déjalo, no seas aguafiestas. —Dio una palmada en su hombro y volvió a tomar asiento a su lado.—Sí, no seas aguafiestas. —Ethan, la abeja gigante, le regaló una gran sonrisa mientras daba un sorbo a su café.—No me gusta disfrazarme. —Intentó quitarse las orejas de gato una vez más, pero Natasha volvió a golpear su mano.—Ah, Teniente, dígale algo. —La patrullera se levantó de su asiento y miró al distraído Taylor que iba entrando a la sala de descanso con un café en su mano. El castaño se volvió a verlos, acomodó sus anteojos y guardó silencio por algunos segundos.—… Algo. —Soltó y fue a tomar asiento al gr
—Oh… —Simon detuvo el auto al ver la luz roja del semáforo y guardó silencio por algunos segundos— y… ¿Ya lo pensaste? —preguntó casualmente, luchando consigo mismo para no volverse a ver al menor y mostrar interés, pero Jung sabía que moría por saber.—¿Que si lo pensé? —bufó— Lo he pensado mucho… Y aún no creo que sea una buena idea, pero… —Mordió su labio y se recostó del asiento— Patrick intenta hacerme creer que estará bien y que el capitán Martínez no le dará tanto trabajo porque lo odia… ¿Pero sabes lo que le ocurrió a su amigo Thomas hace un par de meses? —Se movió en su asiento, Simon retomó la marcha— El sujeto al que perseguían los descubrió y le disparó cuatro veces, ¡el hombre cayó
Las cajas acumuladas sobre el escritorio del coreano lograron sacarle un pesado suspiro. Apenas y había logrado acostumbrarse a aquel lugar y ya estaba empacando para volver a Sacramento; no iba a negar que estaba completamente extasiado de poder volver a casa con Patrick y Sophie, los extrañaba y sinceramente no creía poder aguantar un poco más estando lejos, así que estaba muy feliz, pero…—¿Tu novio vendrá por ti o quieres que te lleve? —Simon se acercó a él y posó su vista en todas las pertenencias del menor.—¿Qué te hace pensar que no me iré solo?—¿Tú? ¿Con todas estas cosas? —Se volvió a verlo con una de sus cejas alzadas— ¿Más las cosas que aún tienes en tu departamento? —Soltó una risita que hizo al coreano fruncir su ceño— ¿Te
El sudor frío corría por su espalda mientras su mirada vagaba por cada esquina de aquel lugar en busca de algo que pudiera utilizar para salir de aquel problema. Podía escuchar cómo las balas chocaban contra las paredes, rompían los vidrios de las ventanas, incluso podía escuchar uno que otro grito, no pudiendo distinguir si provenían de sus compañeros o de los bastardos que operaban en aquel almacén.Asomó su cabeza sólo un poco, sin ánimos de ensañar su ubicación a nadie, y recorrió con su mirada aquel improvisado laboratorio; las balas iban y venían de un lado a otro y no se le apetecía pasar por en medio de ellas y terminar tan agujereado como un queso suizo.—Debí tomar esa semana extra de reposo. —Thomas suspiró a su lado y él chasqueó su lengua— ¿Qué carajos crees que haces?