Dannon tragó saliva y se mantuvo mirándola con los ojos bien abiertos. Aunque la maldición no se rompiera, al menos anhelaba recuperar sus facultades lobunas. Sin embargo, luego de que su entusiasmo llegara al pico más alto, cayó de golpe. Liberó los hombros de Kallen y retrocedió un paso.—¿Qué su
Transcurrieron los días y el bosque se había tornado bastante tranquilo, como si ambos Clanes hubiesen olvidado la última batalla. Ninguna de las dos manadas daba indicios de dar el primer paso para empezar un combate. Después de la batalla de la frontera, los guardias que vigilaban los límites de
Los tres que han sido nombrados, además de Kallen, estaban presente y escuchaban atentamente las explicaciones de Dannon dentro de su estudio. —Magnus atacará al flanco derecho. Debes encargarte de todos los centinelas, guardias y guerreros que encuentres rondando la zona. Elimínalos a todos pues n
—Tú no harás nada. Te quedarás aquí y no te moverás bajo ninguna circunstancia. —Alfa, ¿de qué habrá servido adueñarme de los poderes de Minerva si no puedo hacer nada para proteger al Clan? —Lo hiciste para que esos poderes no te mataran, no para poner tu vida en riesgo de esa manera —refunfuñó—.
Luego de haber derribado a los dos centinelas, un miembro del escuadrón de Dannon fue asignado para liquidar a todos los caídos, pues el Alfa no deseaba llevar prisioneros. Una vez que el escuadrón avanzó, empezaron a dispersarse. Buscaban a otros centinelas que controlaran la zona, generalmente se
El centinela se vio en un aprieto y, en cierto modo, Magnus también lo estaba. No podía dejar que el centinela permaneciera con vida, pese a que llevara a un cachorro consigo. "No quiero prisioneros, mátenlos a todos", recordó las palabras del albino. El guerrero que se había colocado detrás del c
En ese instante, empezó a correr más rápido a pesar de su herida. En ciertos minutos, cerraba los ojos para aclarar su visión que se tornaba borrosa, a lo que terminó colisionando fuertemente contra el cuerpo de un guerrero del escuadrón de Magnus. Ambos rodaron en el suelo, pero el guerrero se lev
La luz tenue empezó a ingresar ligeramente por las rendijas de las ventanas cerradas. Había comenzado a amanecer y el Alfa Nahuel no había pegado el ojo en toda la noche. Estaba sentado detrás de su escritorio, el cual se hallaba dentro de su propia habitación, en lo que terminaba de analizar un mon