—¿Nahuel se atrevió a venir aquí? ¿A buscar a una inmunda sangre mal-dita? —refunfuñó Dannon y se puso de pie, para luego incrustar la mirada en Andrómeda—. Claro, como eres su única carta de poder, arriesga a sus lobos para dar contigo.—Será mejor que me dejes ir si no quieres que se desate una sa
Esto le sirvió para no morir en ese instante y ya ni siquiera pudo optar por asesinar a Dannon, pues su prioridad era huir. Por lo tanto, tomó su forma lobuna y salió lo más rápido que pudo de la prisión.El Alfa luchó por liberarse de las cadenas hechas con magia oscura, hasta que finalmente desapa
[Una hora antes…]Izan se hallaba en la mansión cumpliendo con la última orden de Dannon de cuidar a Kallen. Estaban en una habitación diferente ya que el Alfa había destrozado la alcoba principal.Mientras que Cloe se mantenía cerca de Kallen, el Beta observaba el exterior a través de la ventana.—
Kallen se quedó callada mientras meditaba acerca de lo que Serena le acababa de decir, a lo que Cloe rompió el silencio.—¿A qué se habrá referido? —cuestionó, intrigada.La híbrida incrustó los ojos en ella y cierta idea rondó por su cabeza, pero decidió no mencionárselo a Cloe.«¿El fruto dentro d
Los guerreros de los Clanes empezaron a pelear entre sí. Izan estaba por sumarse a la batalla, a lo que Dannon lo detuvo.—Espera, Izan —articuló—. Tú debes ir por el pez más gordo —señaló, mirando a Nahuel—. Encárgate de él y yo me concentraré en Andrómeda.Almir había conseguido sacar a Magnus de
Emmet no estaba dispuesto a dejar a Dannon ileso. Tenía que infligirle algún daño de gravedad tal y como lo hizo con Izan, pues ansiaba recuperar su orgullo y honrar a su manada.Siguieron forcejeando por varios segundos, cuando de pronto, un dardo se incrustó repentinamente en el cuello de Emmet.É
Kallen llegó al campo de lucha montando en el dorso de Cloe y se ocultaron entre los arbustos para observar la escena desde dicha posición. La médica buscó con la mirada a Emilse y Adrián. Kallen, por su parte, buscaba a Dannon. Sin embargo, a quien alcanzó a ver fue a Andrómeda. Permaneció divisá
La híbrida miró la mano con la que la había aventado, dándose cuenta del inmenso poder que poseía. En lo que Andrómeda procuraba levantarse, tosió un par de veces y, en la segunda ocasión, escupió una hebra de sangre, llevando la mano a su pecho. Aparentemente, su herida se había abierto de nuevo.