Se dibujó una dulce sonrisa en los labios de Débora y sus ojos verdosos se cristalizaron. —Eres tan diferente a lo que dicen de ti —colocó su mano en la mejilla de Dannon—. He oído que eras un ser frío y despiadado igual que tu padre, pero me has demostrado que se equivocan. Eres bueno y noble, com
El albino sintió una punzada en el pecho, odiaba ver a Débora tan agobiada y no con la expresión alegre a la que se había acostumbrado. En ese instante, la rodeó con los brazos y se aferró a ella. —No puedes volver a Dion —declaró—. Te quedarás conmigo. —¿Cómo? —preguntó, aturdida—. ¿Me llevarás
—¡Esta puede ser la solución, el fin de la guerra y de nuestra rivalidad! —expresó Débora—. ¡Casándome con Dannon, los Mordou y los Ginebra pueden formar parte de un solo Clan! Apollo corrió hacia su dirección y saltó sobre ella, derrumbándola en el suelo. —¡Cállate! —gruñó—. ¡Jamás permitiría que
Fue buena idea que Serena le indicara a Dannon que tomara asiento, pues éste había perdido toda fuerza tras recuperar aquellos dolorosos recuerdos. Su rostro se tornó pálido y su expresión denotó horror. Estaba anonadado debido a que acababa de tener un duro golpe de realidad y sus heridas emocional
La castaña lo miró con desazón. Aunque entendió la posición de Dannon, le agobió su actitud hostil. Temía a que se dejara cegar por su odio y que arriesgara su propia vida con tal de conseguir su venganza. Unos segundos después, escucharon que alguien tocó la puerta. —Alfa —la voz de Izan atravesó
Dannon elevó la espada con el propósito de blandirla hacia el cuello de Luka y cortarle la garganta de un solo tajo. Sin embargo, la voz de Andrómeda lo detuvo por un instante. —¿Planeas acabar con todos tus centinelas? —articuló—. A este paso, te quedarás sin ejército. Dannon incrustó la vista en
Serena lo miró con ojos suplicantes y lacrimosos pues Dannon la estaba asfixiando a tal punto de hacerla lagrimear. Le rogó con la mirada que la soltara y el Alfa tuvo que hacerlo pues, de otro modo, no podría hablar. La sacerdotisa empezó a toser con intensidad y respiró aceleradamente para recupe
Al día siguiente, Isaac y Serena fueron juntos al lugar donde la sacerdotisa había encontrado a la joven, pero no se hallaba allí. Caminaron un poco más, con cautela para no espantarla si alcanzaba verlos primero. Avanzaron una pequeña distancia más, hasta que percibieron el olor a hojas y tallos q