—Estaba en la alacena, escondido detrás de un montón de utensilios —expuso con una media sonrisa. —Acabas de sacar la reserva de mi papá. —Ya no la beberá de todos modos —se encogió de hombros—. ¿La terminamos juntos? —Creí que los licántropos tenían otro tipo de dieta, como carne cruda de animal
—¿Porqué no quieres que te acompañe? ¿Estás ocultándome algo? —arqueó una ceja, a lo que la veterinaria dio un respingo por su suposición tan acertada. No le había dicho que Adrián le entregó una nueva lista y, si la veía, sin duda no dejaría de preguntar hasta que Emilse se lo explicara. —Necesito
Izan quedó petrificado ante la confesión de Emilse. Le había dicho aquello para que lo negara, pero jamás imaginó que terminaría aceptándolo. Incrustó la mirada en ella y tuvo la pequeña esperanza de que se retractara, pero la joven se mantuvo firme. —No… puedes estar hablando en serio —soltó él.
Tras varios minutos de dedicarse a encender las llamas, la joven bajó la cremallera del pantalón del Beta y, con cierta dificultad, logró sacárselo. Se colocó en posición y, sin siquiera dudarlo, tomó la virilidad del hombre y procuró sentarse sobre éste. Al hacerlo, lanzó un quejido de dolor. —¡Co
Izan y Emilse no volvieron a tocar el tema durante el viaje de retorno al bosque. El Beta no se retractó con su decisión, pero, por dentro, no dejó de pensar en ello. Tras regresar a Áurea, separaron sus caminos. Izan se desplazó hacia la mansión, mientras que Emilse fue al dispensario. En la maña
—Buenos días, Izan —alegó con delicadeza, dando un asentimiento. —Es un honor tenerla en esta mansión. Por favor, adelante —expresó, apuntando con la mano al interior del estudio. —Te lo agradezco —ingresó al lugar, a lo que Izan cerró la puerta tras salir. —Buenos días, Serena —agregó Dannon, ap
—No es un asunto que pueda tomarse a la ligera, Dannon. No se trata de un simple capricho mío. —Me lo dirás tarde o temprano, me da igual la promesa que hayas hecho. Serena desató un suspiro. —Te lo preguntaré una vez más, ¿puedo alojarme aquí? —destacó—. Si no me darás tu consentimiento para lle
La hechicera guardó silencio, para luego dedicarle una sonrisa mordaz. —Estoy decepcionada —expresó de repente. Cuando vivían juntos lo trataba con formalidad, pero ya no tenía planeado seguir haciéndolo—. Creí que después de haberte lanzado la maldición, moverías cielo y tierra tratando de encontr