—¿Alfa? —pronunció él—. ¿Se encuentra bien? —No —contestó con un tono de enfado. —¿Se siente adolorido? ¿Lo está atacando la migraña? —No se trata de eso —refutó. Guardó silencio por un momento, tornándose pensativo. Luego, procedió a hablar nuevamente—. Cuando estábamos en el mundo humano, me pr
Los presentes escucharon atentamente la explicación que Dannon les estaba dando acerca de su estado. —Pero ¿qué es exactamente lo que esa loba quiere de ti? —agregó Adrián—. ¿Porqué te maldijo? Digo, es evidente que el odio fue lo que la incentivó, pero ¿cuál es la razón de ese odio? —Débora es un
—¿Cómo dices? —Dannon lo miró aún más descolocado. —Hay una leyenda en el mundo humano, la cual afirma que, cuando un hombre es mordido por un lobo, puede transformarse en uno —aseveró—. La existencia de los licántropos resultó ser cierta, así que asumo que esto también lo es. Dannon se quedó escr
En lo que Dannon y Kallen se dirigían al santuario de Áurea, Izan permaneció sentado en el estudio y se dedicó a releer los informes acerca de la persecución de Débora para cerciorarse de que ningún detalle relevante haya pasado desapercibido. Media hora después, escuchó que alguien tocó la puerta.
—No te necesito —alegó. —Para tu desgracia, no tomaré en cuenta si estás de acuerdo o no —declaró—. Iré contigo, aunque no te agrade la idea. Emilse lo fulminó con la mirada, para luego marcharse y cerrar la entrada de un portazo. ***** El santuario de Áurea se hallaba ubicado en la cumbre de un
El Alfa se mantuvo unos minutos analizando sus alternativas. —La última opción es la más prudente, y la que más me agrada —expresó—. Dejar que esa hechicera siga con vida es dar rienda suelta a que se reproduzca, y no puedo permitirlo. —Ten cuidado, Dannon. Eres el líder y las decisiones están en
—Claro que me importas —aseveró—. Me importa tu bienestar y tu seguridad. Si vas sola, estaré intranquilo pues no sabré si estás bien o no. Por esa razón, debo ir contigo para asegurarme de que estarás a salvo. Emilse tragó saliva mientras mantuvo la mirada incrustada en la de Izan, en esos ojos do
Tras llegar del santuario, Dannon escoltó a Kallen hasta la alcoba principal y la dejó durmiendo. Luego, se dirigió al estudio, en donde Izan lo esperaba. —¿Cómo te fue con la sacerdotisa? —No muy bien —acotó—. Me dio algunas opciones para romper la maldición, pero evadió varias de mis preguntas.