Izan acostumbraba despertar con el alba pues le gustaba deleitarse con el rocío que dejaba la frialdad de la noche. Se levantaba de la cama y se paseaba por el jardín para disfrutar de la tranquilidad antes de que empezara el caos de mucamas y sirvientes moviéndose de un lado a otro dentro de la man
—¿Lo dice en serio? —frunció el ceño y lo miró con extrañeza—. ¿No será simplemente una coincidencia? —Lo consideraría si no lo hubiese comprobado por mí mismo. Dannon explicó lo ocurrido con Kallen, que al escucharla ejecutar la lira su jaqueca se disipó y que, tras pasar la noche con ella en el
«¿Porqué está aquí? ¿Le habrá sucedido algo al Alfa?» se preguntó, inquieta. Pero, al mismo tiempo, le alegraba verla, ya que aprovecharía que estaba allí para hablar con ella y comentarle acerca de los dolores en el vientre que había estado experimentando últimamente. En cuanto Cloe llegó al despa
—¿Sacerdotisa? ¿Crees que necesitaré un exorcismo? —cuestionó Dannon en tono mordaz. —Esperemos que no —replicó Cloe—. Por favor, piense en lo que le dije sobre los prisioneros. Mientras tanto, le recetaré unas plantas medicinales para su herida y para aliviar las jaquecas. —Te aconsejo que te olv
—¿Eso es malo? —agregó. —Esperemos que no —replicó—. Solo hubo dos híbridos en el Clan Mordou. El primero fue un macho y tú eres la primera hembra. No tenemos registros sobre las híbridas, así que con tu existencia hemos estado aprendiendo. El híbrido macho había preñado a una de nuestras lobas y e
Dannon entornó los ojos, mirándola con la expresión seria. —No fue la misma, ha cambiado. Pero no te preocupes —agregó rápidamente. —¿Usted… está siendo honesto conmigo? ¿O se lo está inventando porque quiere volver a pasar la noche con la híbrida con la excusa de que es la única que lo hace senti
—¿Porqué hay un establo aquí? Ni siquiera hay caballos —comentó Débora tras llegar a la caballeriza. Casi nunca salía de la mansión, pero, esa tarde, decidió hacerlo. Era la primera vez que veía el establo y no tenía idea de que su existencia se debía a que Dannon lo mandó construir para resguardar
Una vez que se marchó, Kallen y Dannon se miraron a los ojos. —¿En qué lo puedo ayudar, Alfa? —preguntó ella. —Aguardaré por ti en mi estudio. Quiero que vayas para allá en una hora y que lleves la lira. Tocarás nuevamente para mí esta noche, hasta que me quede dormido. —¿Acaso dormirá en el estu