Manizales- Colombia.
En la Perla del Ruiz anochecía, Jairo sentado en la barra de uno de los bares de la ciudad, bebía una copa de aguardiente; mientras «Por tu primer beso by Jorge Celedón» se escuchaba en el ambiente.
—Fue por tu primer beso, que amé en la vida, es por tu adiós, mi reina, que iré a llorar…—Tarareaba recordando el día que fue a buscar a Milagros, y no la encontró, solo aquella carta que le martillaba el corazón cada vez que la leía.
La melodía seguía sonando, y él seguía entonando la letra, hasta que una hermosa morena, se le acercó muy sonriente:
—Hola guapo, me has tenido abandonada —pronunció la joven de manera seductora, acariciando el rostro de Jairo, quien de inmediato sonrió.
—Hay problemas en la hacienda, mi patrón está preso —comentó con aflicción.
—Yo conozco una técnica muy buena para quitarte
Parece que Jairo también tiene cuentas que arreglar con Milly. ¿Qué pasará cuando se reencuentren?
New York- Usa. La noche caía sobre la gran manzana; Angélica, caminaba de prisa a su departamento, de pronto detuvo su paso de golpe al ver la impresionante silueta masculina de Carlos Duque avanzar hacia ella. —¿A ti no te quedó claro que no quería volver a verte? Él sacó del bolsillo de su abrigo un pañuelo blanco y lo agitó frente a sus ojos. —Vengo a hacer las paces con vos — indicó él. —¿Y qué te hace suponer que yo deseo eso? —indagó la joven. —Si te invito a cenar... ¿Aceptarías mis disculpas? —le preguntó él, con la mirada intensa y una sonrisa demasiado sensual, que Angélica, sintió como si le prendieran fuego a su piel, desde la punta de los pies hasta la cabeza, se erizó. —Pero traigo el uniforme del trabajo —indicó ella—, y no sé si quieras esperar a qué me cambie de ropa.
Manizales- Colombia Dos días después. Una densa neblina se elevaba sobre los edificios de la ciudad. Carlos desde el gran ventanal de su oficina en el consorcio, sostenía entre sus manos una taza de café. Sus ojos fríos permanecían ausentes, ese día se conmemoraba cinco años de la muerte de Elizabeth. Varias gotas de lluvia bañaron los cristales como acompañando la tristeza de aquel hombre de corazón solitario. De nada habían servido los títulos, los reconocimientos, ni el haberse convertido en un gran empresario, cuando su vida se hallaba sumida en la completa soledad. No tenía un hogar, a casa de su madre no deseaba ir ese día, tampoco podía refugiarse en la Momposina porque ahora su hermano residía ahí con su esposa, tampoco deseaba visitar en apartamento de su padre en la ciudad, como siempre se sint
Angélica negó con la cabeza, bebió de golpe de la copa de vino, entonces miró a Carlos. —Yo no puedo darte una respuesta en este momento —respondió Angélica, en ese momento los máximos líderes del partido conservador se acercaron a saludar a Carlos Mario Duque, acompañados de una elegante mujer, de estatura mediana, de cabello oscuro, piel canela y hermosos ojos marrones. —Estimado doctor Duque, un placer vernos por acá —saludó con ironía Jerónimo Escobar—. Señorita un gusto conocerla —pronunció mirando a Angélica. —Buenas noches— respondió la joven. Carlos, aniquilaba con la vista a Escobar y observaba de pies a cabeza a la mujer que lo acompañaba. —Preciso teníamos que coincidir en New York pues —satirizó Carlos. —Para que vea como es la vida mi estimado doctor Duque, por cierto, felicidades; sabemos de muy buena fuente que es
La celebración por la boda de María Paz y Joaquín, continuaba. Carlos, aprovechaba para hablar con la prensa sobre si candidatura, sin embargo, cada que podía y con discreción observaba a Daniela, quién al disimulo también lo miraba a él. Los invitados iban y venían degustando los deliciosos bocaditos servidos en las mesas, fue entonces que Lina María, se acercó al mayor de los hermanos Duque. —Carlos Mario, ¿vos no me vas a saludar? ¿No pensás presentarme a tu prometida? Él con un gesto de disgusto, besó la mejilla de Lina. —Hola tía, te presento a Angélica Zambrano, mi futura esposa. —Mucho gusto, señora —respondió la joven. —Un placer, niña —contestó Lina, observando con atención a la chica venezolana. —¿Vos estás segura de querer casarte con este amargado? Carlos fulminó con la mirada a su tía. Angélica se atragantó con el trago
María Paz, al ver a Daniela, salir corriendo fue tras de ella, la condujo hasta la casa, la llevó hacia su habitación. —Esto es una locura María Paz —comentó, sollozando. —¿No sé cuánto tiempo pueda resistir sin decirle la verdad? —Eso debiste pensar antes Elizabeth —murmuró María Paz. —No me llames así por favor —suplicó. —Lo siento —se disculpó—. Daniela, debiste confiar en él, desde el principio y denunciar a la bruja. —Para vos es muy fácil decirlo... ¿Vos creés que alguien hubiera creído en la palabra de una simple empleada doméstica? —cuestionó—. La bruja armó todo un plan para asesinarme, y así yo no hablara y dijera lo que sé. —Hubieran abierto una investigación —comentó María Paz. Daniela negó con la cabeza, y se mofó. —Era mi palabra contra la de la una pobre inválida, ni el mismo
Angélica dio vuelta dándole la espalda para poder acomodarse su ropa, sin embargo, mientras él la había escudriñado con los ojos, ella había hecho lo mismo. Entonces recordó donde lo había visto. Era imposible olvidar a un hombre tan atractivo y elegante como él. A diferencia de la mirada sombría de Carlos, los ojos de Mondragón tenían un brillo especial, y su sonrisa no era fingida como la del doctor Duque, era sobrio, elegante, y ese varonil aroma que usaba inundó la estancia. Él se aclaró la garganta, entonces ella giró. —¿Ustedes no piensan dejarme en paz? —indagó la joven venezolana, y lo miró con atención. —¿Puedo pasar? —preguntó Mondragón, no había querido ser atrevido y entrar sin el permiso de ella. —Yo no invito a desconocidos a mi departamento —repuso Angie. Él ladeó los labios en una sonrisa seductora.&nb
Bogotá- Colombia.Días después.Los imponentes edificios de la capital colombiana se apreciaban desde lo alto del avión como una especie de miniatura.Jorge, el hijo de Milagros, divisaba la ciudad, emocionado, mientras aterrizaban en el Aeropuerto Internacional El Dorado.Lina María, caminaba de un lado a otro impaciente; eran casi ocho años de ausencia desde que su hija se marchó del país, con su pequeño de veinte y cuatro meses en brazos y se abrió camino sola.La llegada del vuelo proveniente de Dubái, se anunció por el parlante. Lina se acercó a los vidrios de la sala de espera a observar el aterrizaje, las escaleras fueron colocadas en las puertas del avión mientras los pasajeros bajaban.La se
Angélica lo observó de pies a cabeza, era elegante, de buena presencia, educado, se veía una persona de clase, o al menos eso aparentaba.Entonces Mondragón sacó de las bolsas, varios tipos de vino, copas, quesos.—Lo primero que vos debés saber es que los vinos blancos acompañan los quesos blandos y de sabores fuertes —explicó—. Este licor jamás se toma de golpe... esa fue una gran equivocación —le dijo a Angélica, mientras descorchaba y servía el vino en las copas.Las mejillas de la joven se tiñeron de un leve rubor, recordó la vergüenza que le hizo pasar Carlos en el restaurante, aspiró profundo y resopló.—¿Cómo sabes todas estas cosas? —preguntó contemplando con atención a Francisco.&mdash