Días después.
Gabo, observaba emocionado las enormes plantaciones de café alrededor del camino. Al llegar a la Momposina, el que salió a recibirlos fue el propio Carlos.
Elizabeth, al verlo, sintió los fuertes latidos de su corazón, durante esos días ella recibió obsequios por parte de él, libros, flores, chocolates, en cada regalo que le enviaba le ponía una frase escrita por él mismo, aquellos objetos no los mandaba a comprar, era él mismo que los escogía para ella, y eso tenía mucho valor para la joven, que nerviosa caminó hasta acercarse a él.
—Hola —saludó.
Carlos también sintió la misma emoción de ella.
—Buenos días —respondió besándola en la mejilla, sintiendo aquella misma electricidad que les recorría la piel a ambos.
—¡
Maracaibo- Venezuela.Doña Margarita, observaba con melancolía, cada rincón de su casa, suspiró recordando el día que se mudaron con su esposo. Angélica abrazó a su madre.—No estés triste mamá, te va a gustar mucho Manizales, además vamos a estar juntas.—Eso es lo único que me alegra —comentó Margarita, abrazando a su hija.—Ve tranquila hermana, nosotros cuidaremos bien esta casa, por si algún día deciden regresar —señaló Encarnación, tía de Angélica.—Yo le aseguro que si regresan a Venezuela, será solo por vacaciones — afirmó Francisco, colocando su mano en el hombro de Angie—. Ya está todo listo en el auto.Margarita, y Angélica, se despidieron de su familia, decididas a empezar una nueva vida en Co
Elizabeth llegó sin previa cita al consultorio de Aitana, se acercó a la joven asistente de la doctora, le pidió una entrevista, la chica le indicó que su jefa estaba con pacientes y que tenía que esperar que terminara con sus consultas. Elizabeth no tuvo más remedio que aceptar, tomó asiento mientras hacía tiempo. Observaba a cada instante el reloj colgado en la pared de la recepción, mientras leía las revistas que tenían en la mesa de la esquina. Luego de veinticinco minutos Aitana, salió acompañando a su paciente a la recepción para agendar la próxima cita, la joven, le indicó que la estaban esperando. Volteó en dirección a la sala observando a Elizabeth, sentada hojeando una revista. Ely, al escuchar las voces, levantó la mirada hacia la doctora, le sonrió al verla. —Doctora Elizabeth —Aitana, correspondió a su sonrisa—. Venga conmigo. Elizabeth se puso de pie, tomó su bolso y caminó hacia donde estaba Aitana, esperándola.
La hermosa casa que el ingeniero Córdova, le regaló a Elizabeth, para su fundación, fue adecuada para recibir a niños y adolescentes víctimas de maltrato y violencia. Los jardines exteriores llenos de columpios, resbaladeras, y demás juegos infantiles fueron adecuados con pisos sintéticos que protegían a los niños de las caídas. En el interior, las oficinas de los psicólogos estaban equipadas con tecnología de punta, adornadas con hermosas plantas y grandes ventanales. Las aulas para recibir terapia estaban adecuadas con material didáctico de acuerdo a las edades de los niños, en la fundación iban a recibir terapia niños desde los cinco años hasta jóvenes de dieciocho. Los invitados iban llegando, amigos del ingeniero Córdova, un delegado del Ministerio de Bienestar Social, psicólogos, familiares de niños maltratados también se iban acomodando en sus lugares en el auditorio con capacidad para cien personas, a los pequeños en la entrada les obsequiaban
El sonido de los acordeones inundó, el auditorio «Regálame una noche by Nelson Velázquez» empezó a entonar.—Nuestra canción —exclamó Joaquín, tomó de la mano a María Paz, para ponerse a bailar juntando sus cuerpos al ritmo del vallenato.—¿Bailamos? —propuso Ely, a Carlos, con una sonrisa, él correspondió el gesto, observándola con aquella mirada profunda que a ella le estremecía la piel.—Ese ritmo no es lo mío —comentó él, observando a las parejas bailar.—Solo siente el ritmo de la música —susurró Ely, juntando su cuerpo hacia él.Carlos la abrazó por la espalda mientras sus cuerpos se acoplaban al ritmo de los acordeones.Después de la intervención de los músicos, todos los invitados recorrieron la fundaci&
Las luces tenues del lugar más «La barca by Luis Miguel» ambientaban el sitio, el maitre los condujo a la mesa junto a la ventana con vista privilegiada.—Espero te guste, y lo disfrutes —comentó Carlos, ayudando a Ely, a tomar asiento—. No pude decirte que te ves muy hermosa esta noche.—Gracias —sonrió ella. —¿A qué debo esta invitación? —indagó. Una semana despuésElizabeth, y Carlos, abrazados, caminaron por la sala de espera del aeropuerto. Ansiosos esperaban por los esposos De la Torre, para viajar juntos a México.Carlos y Elizabeth, sentían mucha curiosidad por conocer Oaxaca y el motivo de tanta insistencia en aquella invitación.Mientras esperaban, ambos divisaron a lo Capítulo 179
Luego de llegar al jardín pudieron observar las mesas adornadas con la mantelería bordada en las orillas y los adornos en barro negro, las personas que ya se encontraban ocupando sus lugares, charlaban amenamente. El ambiente del sitio era alegre. Justo cuando tomaron asiento, los meseros llegaron para ofrecerles bebidas y les colocaron botanas, para que comenzaran degustar de algunos bocadillos., que consistían en pequeños sopes y quesadillas para degustarlos, colocándoles salsa verde y roja, además de guacamoles.Carlos saboreó una de las quesadillas, se dio cuenta de que el sabor de la tortilla era distinto al que él preparó en Colom
Minutos más tarde, Elizabeth, y Carlos, caminaron con sus manos entrelazadas hasta la palapa que Álvaro, había rentado.Ely, escuchó la música, supo que pasarían un momento agradable. Se sentaron con tranquilidad admirando el bello espacio, además de disfrutar de la panorámica estando casi frente a la playa, la pareja colombiana contemplaba el hermoso paisaje, mientras se deleitaba de la maravillosa briza, observando como el ritmo de las olas se envolvía con la música que amenizaba la reunión.—Espero que les guste l