Carlos se levantó, y fue tras de ella.
Elizabeth se escondió entre los árboles, asomaba su cabeza para observar si él la buscaba; de repente ya no lo vio y conociéndolo, ella pensó que se había ido, entonces salió de su escondite y fue sorprendida por los fuertes brazos del joven debido a la sorpresa ella se sobresaltó y exclamó un grito.
Carlos después de muchos años volvió a reír a todo pulmón.
—No quise asustarte —pronunció aun riendo.
Aunque en ese instante Ely quiso golpearlo por asustarla, verlo reír de esa manera, le alegró el alma.
—Agradezca que no sufro del corazón —afirmó mientras recargaba su cuerpo en uno de los troncos, tocándose el pecho.
—Eso te pasa a vos por querer jugar al e
El corazón del joven tembló, y su ser se estremeció, era como si ella hubiera desnudado su alma en ese momento.—¿Qué te hace pensar eso? —Carraspeó.—Usted es un hombre demasiado inteligente y maduro, como para caer en las manipulaciones de una mujer enferma y despechada. Carlos, por favor no caiga en su juego; porque el único que se va a llenar el alma de odio y resentimiento va a ser usted. —Él inclinó la cabeza, las palabras de aquella humilde muchacha eran tan ciertas—. Haya sido un accidente o no, usted no tiene que ver en eso; pero no atente en contra de su hermano, es su sangre.El joven bebió un gran contenido de agua del botellín, el tono de su mirada cambió y un nudo se le formó en el estómago.—Debes saber qué hace mucho tiemp
Días después. Joaquín caminaba junto a Jairo por los cafetales, don Miguel le asignó la tarea de recolectar café. Sin embargo, ambos jóvenes la noche anterior se habían ido de parranda. El joven Duque ingería una bebida hidratante, entonces miró una piedra debajo de un gran árbol. —Me despiertas si mi papá se asoma por acá —advirtió a Jairo, el joven asintió y miró como su amigo lanzaba sobre el pasto su chaqueta y se acomodaba a dormir. Carlos había acudido a la Momposina por llamado de su papá, el joven llegó distinto a la casa; parecía una persona diferente, su mirada era otra, su semblante irradiaba felicidad. —Buenos días, papá —saludó a Miguel, quién estaba sentado en el comedor desayunando solo, puesto que Joaquín estaba trabajando. —¿Y Joaquín? —indagó el joven. El señor Duque dejó a un lado su t
Eliza algo confundida obedeció la orden de Carlos. Mientras la joven se dirigía a buscar al administrador, él se quedó con la anciana que sentía mucha vergüenza y hasta cierto temor. —Señora cuénteme, cómo es que usted está a cargo de sus nietos. ¿Los padres de los niños en dónde están? La mujer deglutió con dificultad la saliva. —Lo que pasa patrón que mi hija se metió con un mal hombre, que la maltrataba —sollozó la anciana con tristeza—. Era un bueno para nada, solo tenía a mi hija para llenarla de muchachitos, por más que le aconsejé, que le supliqué que lo dejara... No me hizo caso —suspiró la mujer. —¿Qué pasó con su hija? —indagó el joven. —Ese desgraciado la humillaba, la maltrataba física y verbalmente, mi hija en varias ocasiones se separó de él; venía con sus niños hasta mi humilde casita; pero el infeliz, le pedía perdón y la convencí
Mientras Carlos en su habitación sentado frente al computador, intentaba concentrarse en sus labores, pero no podía, reflexionaba las palabras de Ely, pensó que había sido demasiado cruel con ella, entonces recordó sus cuestionamientos.Después reflexiono y se dio cuenta de que ella también tenía motivos para molestarse, le pidió disculpas y él fue muy soberbio.En ese instante escuchó los golpes en la puerta de su habitación.—¿Quién? —preguntó con el tono de voz seco.—Yo doctor —respondió Elizabeth, él exhaló un suspiro, se quedó pensativo, entonces se puso de pie y abrió la puerta—. Le traje su comida —indicó ella y pasó a la habitación sin decir nada, colocó la bandeja sobre la mesa, y se puso a
Los inmensos cafetales se abrían paso por medio de la carretera, los rayos del sol acompañaban a los viajantes, quienes sonreían divertidos, mientras dejaban atrás las grandes haciendas. De repente el clima cambió, todo empezó a cubrirse de una espesa neblina. Carlos, no podía divisar bien el camino, era como si la vista se le nublara y todo se tornara oscuro. De repente se vio a él mismo parado a un lado de la carretera y el vehículo que viajaban al fondo del abismo. Observaba a la gente pasar por su alrededor como si no lo pudieran ver. Se acercaba a las personas que corrían de un lado a otro para rescatar a las víctimas del vehículo, pero era como si no lo escucharan; en cambio, él si podía oír lo que decían. De repente las voces de los paramédicos hicieron eco en él. —La mujer del vehículo está muerta. No hay nada que podamos hacer — dijo uno de ellos. —¿Algui
En algún lugar de Medio Oriente. Después de revisar varios pozos petroleros, aquella mujer se dirigió al elegante pent-house en donde residía, ahí le esperaba su pequeño, listo para celebrar su cumpleaños. Lo primero que hizo al ver a su niño, fue abrazarlo y besarlo; ella salía por las madrugadas y él se quedaba a cargo de la niñera, quien lo llevaba a la escuela. —Hola mami —saludó el pequeño con una contagiante alegría. —Amor de mi vida... ¿Cómo está el niño más hermoso del planeta tierra? —preguntó tomando en sus brazos a su pequeño. —Estoy muy bien mami, listo para que me lleves a celebrar mi cumpleaños. ¿Este año si va a venir mi papá? La joven sintió su garganta seca, todos los años desde que el pequeño hablaba y era consciente hacía la misma pregunta. —Mi amor ya te dije que tu papá vi
Amanecía en Colombia, los primeros rayos del sol ingresaban por los huecos del tejado de la habitación donde Eliza, dormía. El despertador sonó a las seis de la mañana. Ella quiso levantarse, pero los fuertes brazos de Carlos, no se lo permitieron. —Es hora de despertar —susurró ella. Él dormía tan tranquilo, la aprisionó entre sus brazos, para Ely todo eso era nuevo, era la primera vez que dormía con un hombre, el perfume de él, el calor de su cuerpo, su cercanía causó en ella emociones que no las había sentido antes—. Debe irse, vamos a tener problemas si lo ven salir de aquí — expresó acariciándole el rostro. Carlos se removió en la cama y la estrechó con fuerza —Déjame descansar un rato más —solicitó él, abriendo sus ojos, observando el rostro fresco y natural de la joven que tenía a su lado—. He tenido amaneceres muy buenos, pero ninguno de esos se compara con este, ver tus hermosos ojos y tenerte así a
El joven subió a su habitación se bañó y cambio de ropa; el recuerdo de haber compartido la noche con Eliza, le sacó una sonrisa de sus labios; decidió que los comentarios mal intencionados de su madre no iban a afectar su día, es así que bajó a desayunar con ella. —Buenos días, mamá —saludó Carlos. —Yo no sé qué tienen de buenos, yo no veo por ningún lado lo bonito —respondió con amargura. —Deberías salir a dar un paseo, el día está hermoso —comento Carlos sonriente. —¿A vos qué te sucede? Desde cuando acá disfrutas de las caminatas al aire libre, si te gusta pasar encerrado en tu habitación, ni siquiera eres capaz de entrar a saludarme a ver si tu pobre madre vive o muere —reclamó con indignación Luz Aída. —Mamá, si te estuvieras muriendo todos acá me informarían, deja de hacerte la víctima, hay personas en peores condiciones que vos, que ven el lado bueno a la