Eliza algo confundida obedeció la orden de Carlos. Mientras la joven se dirigía a buscar al administrador, él se quedó con la anciana que sentía mucha vergüenza y hasta cierto temor.
—Señora cuénteme, cómo es que usted está a cargo de sus nietos. ¿Los padres de los niños en dónde están?
La mujer deglutió con dificultad la saliva.
—Lo que pasa patrón que mi hija se metió con un mal hombre, que la maltrataba —sollozó la anciana con tristeza—. Era un bueno para nada, solo tenía a mi hija para llenarla de muchachitos, por más que le aconsejé, que le supliqué que lo dejara... No me hizo caso —suspiró la mujer.
—¿Qué pasó con su hija? —indagó el joven.
—Ese desgraciado la humillaba, la maltrataba física y verbalmente, mi hija en varias ocasiones se separó de él; venía con sus niños hasta mi humilde casita; pero el infeliz, le pedía perdón y la convencí
¿Se imaginaron a Carlos Duque ayudando a una anciana? ¿No imaginaron que el prepotente Carlos tenía un lado humano?
Mientras Carlos en su habitación sentado frente al computador, intentaba concentrarse en sus labores, pero no podía, reflexionaba las palabras de Ely, pensó que había sido demasiado cruel con ella, entonces recordó sus cuestionamientos.Después reflexiono y se dio cuenta de que ella también tenía motivos para molestarse, le pidió disculpas y él fue muy soberbio.En ese instante escuchó los golpes en la puerta de su habitación.—¿Quién? —preguntó con el tono de voz seco.—Yo doctor —respondió Elizabeth, él exhaló un suspiro, se quedó pensativo, entonces se puso de pie y abrió la puerta—. Le traje su comida —indicó ella y pasó a la habitación sin decir nada, colocó la bandeja sobre la mesa, y se puso a
Los inmensos cafetales se abrían paso por medio de la carretera, los rayos del sol acompañaban a los viajantes, quienes sonreían divertidos, mientras dejaban atrás las grandes haciendas. De repente el clima cambió, todo empezó a cubrirse de una espesa neblina. Carlos, no podía divisar bien el camino, era como si la vista se le nublara y todo se tornara oscuro. De repente se vio a él mismo parado a un lado de la carretera y el vehículo que viajaban al fondo del abismo. Observaba a la gente pasar por su alrededor como si no lo pudieran ver. Se acercaba a las personas que corrían de un lado a otro para rescatar a las víctimas del vehículo, pero era como si no lo escucharan; en cambio, él si podía oír lo que decían. De repente las voces de los paramédicos hicieron eco en él. —La mujer del vehículo está muerta. No hay nada que podamos hacer — dijo uno de ellos. —¿Algui
En algún lugar de Medio Oriente. Después de revisar varios pozos petroleros, aquella mujer se dirigió al elegante pent-house en donde residía, ahí le esperaba su pequeño, listo para celebrar su cumpleaños. Lo primero que hizo al ver a su niño, fue abrazarlo y besarlo; ella salía por las madrugadas y él se quedaba a cargo de la niñera, quien lo llevaba a la escuela. —Hola mami —saludó el pequeño con una contagiante alegría. —Amor de mi vida... ¿Cómo está el niño más hermoso del planeta tierra? —preguntó tomando en sus brazos a su pequeño. —Estoy muy bien mami, listo para que me lleves a celebrar mi cumpleaños. ¿Este año si va a venir mi papá? La joven sintió su garganta seca, todos los años desde que el pequeño hablaba y era consciente hacía la misma pregunta. —Mi amor ya te dije que tu papá vi
Amanecía en Colombia, los primeros rayos del sol ingresaban por los huecos del tejado de la habitación donde Eliza, dormía. El despertador sonó a las seis de la mañana. Ella quiso levantarse, pero los fuertes brazos de Carlos, no se lo permitieron. —Es hora de despertar —susurró ella. Él dormía tan tranquilo, la aprisionó entre sus brazos, para Ely todo eso era nuevo, era la primera vez que dormía con un hombre, el perfume de él, el calor de su cuerpo, su cercanía causó en ella emociones que no las había sentido antes—. Debe irse, vamos a tener problemas si lo ven salir de aquí — expresó acariciándole el rostro. Carlos se removió en la cama y la estrechó con fuerza —Déjame descansar un rato más —solicitó él, abriendo sus ojos, observando el rostro fresco y natural de la joven que tenía a su lado—. He tenido amaneceres muy buenos, pero ninguno de esos se compara con este, ver tus hermosos ojos y tenerte así a
El joven subió a su habitación se bañó y cambio de ropa; el recuerdo de haber compartido la noche con Eliza, le sacó una sonrisa de sus labios; decidió que los comentarios mal intencionados de su madre no iban a afectar su día, es así que bajó a desayunar con ella. —Buenos días, mamá —saludó Carlos. —Yo no sé qué tienen de buenos, yo no veo por ningún lado lo bonito —respondió con amargura. —Deberías salir a dar un paseo, el día está hermoso —comento Carlos sonriente. —¿A vos qué te sucede? Desde cuando acá disfrutas de las caminatas al aire libre, si te gusta pasar encerrado en tu habitación, ni siquiera eres capaz de entrar a saludarme a ver si tu pobre madre vive o muere —reclamó con indignación Luz Aída. —Mamá, si te estuvieras muriendo todos acá me informarían, deja de hacerte la víctima, hay personas en peores condiciones que vos, que ven el lado bueno a la
Las palabras de Elizabeth, hicieron eco en la mente y el corazón de Carlos Mario, quien, sorprendido ante la declaración de ella, no acertaba a pronunciar palabra alguna. —No tiene que decir nada Carlos, las cosas se hablaron claro entre nosotros, quedamos que cada uno confesaría sus sentimientos cuando en verdad lo sintiera y yo...—. La chica hizo una pausa, se acercó a él, tomó la mano del joven y se la puso en su pecho—. Sienta como mi corazón late por usted, esto yo jamás lo había percibido por nadie. —Sus marrones ojos se clavaron en la confusa mirada de él—. Me encuentro convencida de que estoy enamorada de usted. El corazón del joven palpitó con fuerza abrupta, permanecía paralizado. Las palabras de Eliza, le parecían inverosímiles, hace tanto que no escuchaba a nadie decirle alguna frase de cariño y ahora tenía frente a él a una mujer que le estaba ofreciendo su amor, y a él no le salían las palabras. —Veng
El joven se sentía fuera de lugar. «Conciencia by Gilberto Santa Rosa» sonaba a todo volumen. Elizabeth lo tomó de las manos y le iba indicando como mover los pies; sin embargo, todo eso para Carlos, era nuevo; él no podía sincronizar sus movimientos. —¡Estoy haciendo el ridículo! —exclamó él. —Claro que no, solo sienta la música y déjese llevar, siga mis pasos —indicó Ely, mientras lo guiaba. Carlos, hacía su mejor esfuerzo, con tal de complacerla; pero la verdad no le gustaba, él prefería la música romántica, la ópera. Cuando al fin la pieza se terminó, se sintió aliviado. —Esto no es para mí —aseguró. —Lo hizo bien —comentó Elizabeth, dándole ánimo—. Solo debe sentir la música en sus venas y dejarse llevar, es todo—. Él le sonrió y volvieron a la mesa, entonces la joven se puso de pie—. No se vaya a mover de aquí, ya regreso. Después de la música bailable en el
Elizabeth no se quedó a presenciar más. Lo que vieron sus ojos fue más que suficiente para según ella darse cuenta de que había sido víctima de un engaño. Tomó sus utensilios de limpieza y caminó a toda prisa a la cocina, mientras sentía su corazón romperse en mil pedazos, la historia se repetía una y otra vez, la sirvienta enamorada del patrón. —¡Eres una estúpida Elizabeth Trujillo! —exclamó aprovechando que se encontraba sola en la cocina. —¿Cómo pudiste creer que un hombre como él se iba a enamorar de ti? —se cuestionó. Era cierto que Eliza, era una muchacha inteligente, centrada; sin embargo, ella sabía que eso no sería suficiente, recordó lo elegante que era la chica que se estaba besando con su novio, resopló y miró su sencillo atuendo, le parecía que era imposible competir con esa mujer, pero lo que más le dolió fueron las mentiras de Carlos, cuando él había aseverado que no tenía ningún romance, ni compromiso con otra.&nbs