Drake y Borya organizaban, dentro de la oficina del mitad bestia, toda la información que habían obtenido de los demonios impuros sobres las actuales ubicaciones de cada uno de los demonios superiores.Yelena y Anna se encontraban en las montañas que rodeaban la propiedad de Drake en Blaye, Francia, un viñedo asentado en un antiguo puerto medieval que en el pasado había servido de fuerte ante las guerras. Las jóvenes entrenaban con el manejo de armas de fuego y con cuchillos.Los dos hombres estaban tranquilos, porque la protección que habían colocado alrededor del terreno abarcaba parte de las montañas.De esa forma las chicas podían ejercitar sin ser sorprendidas por ningún enemigo mientras ellos trabajaban concentrados en la difícil tarea que tenían entre manos.Sin embargo, la paz se les rompió cuando Frederick, el mayordomo inglés de Drake, apareció para hacerles llegar un anuncio.—Señor, hemos tenido una invasión por el lado oeste de la propiedad.Drake y Borya empalidecieron,
—Ya te dije que ella está dispuesta a colaborar —expuso Alexey ignorando la mirada salvaje que le dirigió el demonio—. Dime qué debe hacer y lo hará. Si no tiene que moverse de Kamchatka, mejor.—Tenemos que llegar hasta Abrahel y necesitamos de protecciones.—¿Abrahel? Y eso, ¿para qué?—Es una demonio fácil de manipular y podría ayudarnos a conseguir las piedras del destino para destruirlas.Alexey rio con poca gracia.—Si no lo recuerdan, fue Abrahel quien impidió que Anna y Natasha se encontraran, y empujó a Yelena hacia Belfergor, solo porque está mal de la cabeza.—Eso lo sabemos —respondió Drake con la mandíbula apretada—, pero porque está mal de la cabeza es que puede ser útil.Los demonios superiores la han utilizado a su antojo para alcanzar sus fines, se siente traicionada, y tiene un amor tóxico por Lucifer que nos podría beneficiar.Alexey detuvo la función de masaje y colocó el sillón en posición correcta para escucharlos con mayor atención.—Explíquenme mejor, tengo a u
Alexey llegó a la cabaña que compartía con Natasha en Esso sintiendo en su cuerpo todo el cansancio que había acumulado en año y medio metido en una absurda pelea entre ángeles y demonios.Aquel día había recibido más información de la que sus hombros podían soportar. Lo peor, era que todas ellas le exigían un grado de responsabilidad que comenzaba a asustarle.Mientras vivía en Volgogrado, siendo un estúpido irresponsable que no se cansaba de darse golpes contra la vida para fingir una libertad que no poseía, se mantuvo al margen de todo ese problema.Sabía que existían los demonios, llegó a ver a muchos en las cercanías acabando con las propiedades de sus vecinos y allegados, pero cuando se cruzaron en su camino comprendió la magnitud de su peligrosidad.Su familia había sido lo que podía considerarse una «familia normal», un grupo de personas unidas por la sangre, más no por los sentimientos, que tuvieron la suerte de tener un padre y un abuelo sumergidos en el mundo de la industri
—¿De qué hablas?—De que todo esto es un plan orquestado desde el infierno. Es una lucha de poder donde los humanos somos simples efectos colaterales. A Lucifer lo quieren muerto, sí o sí, y la mejor forma de hacerlo sin que ningún demonio quede como un traidor es liberándolo y enfrentándolo al cielo. Hay varios demonios trabajando por eso, tanto en el infierno como en la tierra y, al parecer, el cielo no ha hecho nada por evitarlo. Ezael, por lo que hemos analizado, parece buscar quien lo acepte con sus errores y manías, sin importar el bando.—¿Será otro ángel caído? ¿Cómo Lucifer y Satanás?—No tenemos pruebas, pero tampoco dudas de que esa sea su intención. —Natasha cerró los ojos un instante, entristecida por esa noticia. Alexey le tomó la mano con dulzura y la envolvió en las suyas dándole calor y seguridad—. El plan de Drake y de Borya es quitarles a los demonios todo recurso que les permita liberar a Lucifer y provocar divisiones entre ellos, para que se desesperen y se maten
Natasha nunca se creyó capaz de tomar aquella iniciativa. Soñó con ella por muchos años, la llevó a cabo en su cabeza cientos de veces, pero ahora, que se le daba la oportunidad de hacerla realidad, temblaba como gelatina.Las imágenes que muchas veces había recreado en su memoria se difuminaban por culpa de la ansiedad, más aún, a medida que se revelaba el cuerpo dorado y perfecto de Alexey.Lo desnudaba. ¡Ella lo hacía! Y él se dejaba como si fuese un cachorrito inquieto. La miraba con esos ojos del color del cielo, grandes e infinitos, y oscurecidos por la tormenta de pasión que se desataba en su alma.Él también temblaba, pero de la desesperación, porque ella era lenta y algo torpe quitando todas esas capas de ropa y miedos que ambos tenían encima.No actuaba, si lo hacía pecaba, se iría desbocado hacia la meta final y no quería eso, había esperado demasiados años para correr como un idiota y perderse el placer de su vida.Ella era la reina en aquel acto, la ama, la señora y él, s
Alexey estaba tan agotado, desnudo y vacío por dentro, que se sintió ínfimo, tan insignificante y torpe que le dio miedo mirarla a los ojos.Hundió la cara en el cuello de ella para esconder su vulnerabilidad, sintiéndose a gusto por las caricias que la chica le prodigaba en la espalda.—Te amo. Siempre te he amado —confesó Natasha, haciéndolo estremecer—. Desde que éramos unos niños ya te amaba, te veía como un rey hecho de oro que brillaba más que los demás y…Sus palabras murieron porque él se apoderó de su boca con un beso profundo y dominante, uno que buscaba beberse aquella declaración de amor para hacerla suya por siempre.—Naty, amor, juro que dedicaré mi vida entera a hacerte feliz —dijo sobre sus labios y mordiéndolos en ocasiones, acariciando su rostro con su nariz, adorándola como si ella fuese algo excelso—. Perdona mi egoísmo, mi inmadurez y mi torpeza —rogó con afección—. Te ruego me permitas ser tu siervo, tu dueño y tu protector. Te amo, mi vida. Te amo —expresó como
Alexey llegó al Château en Francia muy temprano, cuando aún ni Drake ni Borya estaban listos para partir.Pero la espera no le fue ruda, ya que Frederick lo pasó a la cocina para tomar lo que sería para él un segundo desayuno, mientras sus señores se alistaban.El joven se emocionó al quedar frente a bandejas llenas de croissant de mantequilla, pains au chocolat, brioches dulces con uvas y baguettes tostadas y recién salidas del horno rellenas de queso y jamón. No sabía por dónde empezar.El mayordomo ponía un vaso lleno de jugo de naranja recién exprimido frente a él cuando apareció a su lado Anna, quitándole el baguette que tenía en las manos y dándole un gran mordisco.—¡Ey, prima! ¿Tu demonio no te da de comer? —preguntó, tomando con rapidez otro y mordiéndolo antes de que la chica se lo quitara.—Es que anoche casi no pudo dormir, ya sabes, por la misión que tienen hoy. Me tocó entretenerlo para ayudarlo a despejar la mente y descansar, por eso estoy sin energías.Alexey la miró
Los hombres se despidieron y enseguida Drake les entregó las coordenadas para trasladarse, con ayuda de la teletrasportación, a una casa deshabitada en la ciudad de Santana do Livramento, ubicada al sudoeste del estado Río Grande del Sur, en Brasil, a pocos kilómetros de la frontera con Uruguay.El salón al que llegaron era una especie de depósito, aunque algo vacío, cuyos ventanales estaban cubiertos por gruesas cortinas y las luces no habían sido encendidas. Por eso se encontraron entre penumbras.—¿Nos equivocamos de dirección? —quiso saber Alexey.—Llegan tarde, como siempre.La voz quejosa que les habló desde un costado apretó los ceños de Drake y de Borya y ensanchó la sonrisa de Alexey.—¡Yuvan, amigo mío! —exclamó el chico con los brazos abiertos en dirección a la pequeña y gruesa sombra que se divisaba cerca de unas escaleras.Yuvan respondió al saludo con un gruñido y les dio la espalda.—Muévanse, no me gusta la impuntualidad. Nos esperan desde hace horas.Después de decir