El destino y la suerte son amigos que no siempre disfrutan de andar juntos, son algo caprichosos con lo que conceden y, ciertamente, no siempre están de acuerdo, pero cuando lo están todo siempre resulta en las más bellas coincidencias y, por supuesto, grandes historias de amor.Miranda se encontraba más emocionada que de costumbre, sentía un enorme nerviosismo y encanto, justo como quién quedo de verse con alguien a quien ama por vez primera. Jess y ella se dirigían a la universidad de enfrente, por supuesto que no entrarían, permanecerían en la acera para que Gardner pudiera apreciar aquella fachada con mayor cercanía.* * *Al mismo tiempo, Michelle y Thomas guardaban sus cosas para después poder reunirse con James en la entrada de la universidad; él había salido a comprar comida incluso sabiendo que en la cafetería había de sobra.De cualquier forma, se reunirían con el castaño y quién sabe, tal vez hasta almorzarían en aquellos jardines delanteros, muchos ya lo hacían y parecía a
Thomas y Megan disfrutaban de la compañía del otro; él ansiaba entregarle las joyas que había comprado a la chica, pero su ser estaba demasiado agobiado o confundido, no estaba seguro.La rubia se percató de aquello, le resultó extraño; Tom no solía permanecer tan callado, ni tampoco acostumbraba no compartir sus pensamientos. Megan comenzaba a creer que había dicho o hecho algo malo, aunque ese tipo de ideas no eran muy afines con ella, pero por alguna razón no podía evitar pensarlas.— ¿Todo bien, Tom? —, preguntó tímidamente, él se sintió extraño, ella nunca hablaba así y qué lo hiciera en aquel momento lo entristecía sobremanera, pensaba que tal vez había herido a la rubia o la había hecho sentir mal. No quería eso.— Meg, querida — dijo con una sonrisa mientras ponía la mano de la chica entre las suyas —, está todo bien, no temas preguntar.— No lo hago, nunca lo he hecho, pero es que hoy estás tan callado...— Ah, es eso, ya veo — Tom asintió repetidas veces —, ayer pasó algo qu
Una semana y media había pasado ya desde aquel breve encuentro entre Miranda y Michelle y, por desgracia, en todo ese tiempo ella no había podido ni detenerse a ver la fachada de la universidad en la que su amado estudiaba; aunque de cuando en cuando, pasaba por ahí al dirigirse a la escuela, solo con la esperanza de volverse a ver.Las evaluaciones, los proyectos y toda aquella presión que todo suponía para los estudiantes la absorbía. Su hora de almuerzo se vio reducida a 20 minutos por la necesidad de estudiar, la biblioteca se había convertido casi en su hogar, ahí pasaba horas repasando temas, corrigiendo ensayos y haciendo tareas. Lo mismo sucedía con Michelle; en aquel momento, ninguno tenía tiempo para pensar en el otro, no más allá de un fugaz recuerdo seguido de innumerables pendientes académicos. Era triste, pero eran dos estudiantes enamorados...Megan había hablado de un almuerzo en aquella bella cafetería que tanto adoraban, dijo que Thomas y un amigo irían y que ella q
Sí bien las palabras de su madre le dolían y le habían afectado terriblemente, Miranda no permitiría a aquel dolor quedarse más tiempo de lo necesario. Pero antes de eso, incluso por las noches pensaba detenidamente en cuál de las tres categorías que su madre había mencionado, era la suya; sentía la seguridad de no ser una cobarde, pero las otras dos opciones la dejaban pensando.Después de entender que sus pensamientos no se ordenarían sin un poco de ayuda, decidió hablarlo con Megan, tal vez sabría o entendería algo que ella no.— Creo que tu mamá tiene razón —, definitivamente esa no era la respuesta que Miranda esperaba, sus cejas levantadas y su expresión de inconformidad lo demostraban —; no me malentiendas, no creo que seas una cobarde ni mucho menos, pero sí creo que tu mamá tiene un punto, eso de jugar con el amor no es algo muy bueno, no, eso es terrible...— Lo sé, no soy cobarde y también sé todo lo demás, ahórrate el sermón —, dijo, Megan frunció el ceño con desaprobación
"¿Qué sucedería?" ¡Vaya pregunta! Persigue a tantos, atormenta a otros e ignora al resto. A veces la respuesta a tal pregunta, no es más que un "nada" o un "no lo sé", pero en otras contadas ocasiones la respuesta no es otra cosa que un "todo".Miranda olvidó por completo la condición que le había dado a Megan; ya no necesitaba a nadie que la dotara de valor, ahora ella podía encontrarse con Michelle, porque sabía que él quería verla. Pero aún con ello, las palabras de su madre, la atormentaban dando vueltas por su mente sin mostrar piedad alguna, ella buscaba ignorarlas o hacerles el menor caso posible. Quería amar al italiano, y no sería cómo con Matthew, se castigaría enormemente sí así lo hacía.* * *Victoria no se arrepentía de una sola palabra, pronunciada por sus labios, sentía todo lo que había dicho, y sabía que tenía la razón; ¿cómo arrepentirse de decir la verdad?Sin embargo, temía haber roto algo dentro de su hija o tal vez, incluso, haber generado algún tipo de inseguri
Sintió un extraño cosquilleo cuando la mano de Michelle, rozó la suya por un breve momento; caminaban uno al lado del otro, no hablaban, tan solo disfrutaban de su compañía en un silencio la mar de cómodo. Por primera vez en, ya un tiempo, Miranda se permitía no pensar, no exhaustivamente al menos. Todo lo que hacía o llegaba a decir, no era en absoluto premeditado, solo era ella. Deseaba tomar la mano del italiano, pero no lo haría, podía luchar contra aquel deseo porque era necesario, no quería verse desesperada o indecente; no, él debía tomar la mano de ella, llevar la iniciativa, no al revés.Michelle estaba algo nervioso, también había sentido el cosquilleo, pero algo lo ponía nervioso. Quería decirle a Miranda que su corazón latía por ella y, qué nunca lo había dejado de hacer; quería tomar su mano con el cariño más grande que pudiera profesar, y pedirle, de una vez, que iniciaran una relación, que estuvieran juntos por fin...Así que comenzó a planear que diría, que haría y có
Las tardes lluviosas, el cantar de los pájaros, el soplar del viento e, incluso el día más nublado, tienen su encanto, poseen belleza y no son celosos de ella; pero muy pocos la saben apreciar. Los enamorados, los artistas y los niños, son los únicos que, realmente, encuentran y admiran esa belleza que los pequeños detalles poseen; encuentran el más melodioso sonido, en el crujir de las hojas secas, la más cálida sensación en el toque del sol que, para muchos, resulta insoportable; no les molesta que la lluvia los empape, ni que el viento los despeine, solo disfrutan de todo lo lindo que, indudablemente, el mundo tiene para ofrecer porque, incluso la noche más oscura, esconde un poco de luz.Dicen que el amor es ciego, que todo enamorado venda sus ojos y se niega a quitársela y ver, pero la realidad es una muy distinta: el amor no es otra cosa que un lente distinto, una forma diferente de ver a la vida. Sí el mundo se aferra a ver la vida en una trágica escala de grises, el amor (y el
— ¿Qué tal un baile? —. Miranda negó riendo —, ¿qué? ¿Por qué no? Es un lindo día, la acera está prácticamente vacía y la música proveniente de aquella tienda, resulta irresistible. Solo un baile...— Éste no es lugar para bailar —, rio ella, él hizo un puchero infantil y divertido.Pararon, él tomó las manos de la castaña, posicionándola así, de frente a él.— ¿Cuál sería el lugar para bailar?— Un club.— ¡Ah! Pero yo no veo gran diferencia entre ésta acera y un club —, Michelle examinó el lugar sin soltar las manos de ella —, hay música, gente al rededor, una "pista" y una bellísima mujer con la que bailar. Lo único distinto es que... bueno, no hay alcohol, pero eso no es importante.Miranda sonrió, las palabras del italiano tenían algo de cierto, pero algo dentro de ella se resistía a aceptar la propuesta.— Tal vez no hay gran diferencia — dijo —, pero las personas bailan en clubes y no en aceras.— ¡Bah! —, dijo, sin darle importancia a nada —. Las personas son aburridas.Soltó u