Sintió un extraño cosquilleo cuando la mano de Michelle, rozó la suya por un breve momento; caminaban uno al lado del otro, no hablaban, tan solo disfrutaban de su compañía en un silencio la mar de cómodo. Por primera vez en, ya un tiempo, Miranda se permitía no pensar, no exhaustivamente al menos. Todo lo que hacía o llegaba a decir, no era en absoluto premeditado, solo era ella. Deseaba tomar la mano del italiano, pero no lo haría, podía luchar contra aquel deseo porque era necesario, no quería verse desesperada o indecente; no, él debía tomar la mano de ella, llevar la iniciativa, no al revés.Michelle estaba algo nervioso, también había sentido el cosquilleo, pero algo lo ponía nervioso. Quería decirle a Miranda que su corazón latía por ella y, qué nunca lo había dejado de hacer; quería tomar su mano con el cariño más grande que pudiera profesar, y pedirle, de una vez, que iniciaran una relación, que estuvieran juntos por fin...Así que comenzó a planear que diría, que haría y có
Las tardes lluviosas, el cantar de los pájaros, el soplar del viento e, incluso el día más nublado, tienen su encanto, poseen belleza y no son celosos de ella; pero muy pocos la saben apreciar. Los enamorados, los artistas y los niños, son los únicos que, realmente, encuentran y admiran esa belleza que los pequeños detalles poseen; encuentran el más melodioso sonido, en el crujir de las hojas secas, la más cálida sensación en el toque del sol que, para muchos, resulta insoportable; no les molesta que la lluvia los empape, ni que el viento los despeine, solo disfrutan de todo lo lindo que, indudablemente, el mundo tiene para ofrecer porque, incluso la noche más oscura, esconde un poco de luz.Dicen que el amor es ciego, que todo enamorado venda sus ojos y se niega a quitársela y ver, pero la realidad es una muy distinta: el amor no es otra cosa que un lente distinto, una forma diferente de ver a la vida. Sí el mundo se aferra a ver la vida en una trágica escala de grises, el amor (y el
— ¿Qué tal un baile? —. Miranda negó riendo —, ¿qué? ¿Por qué no? Es un lindo día, la acera está prácticamente vacía y la música proveniente de aquella tienda, resulta irresistible. Solo un baile...— Éste no es lugar para bailar —, rio ella, él hizo un puchero infantil y divertido.Pararon, él tomó las manos de la castaña, posicionándola así, de frente a él.— ¿Cuál sería el lugar para bailar?— Un club.— ¡Ah! Pero yo no veo gran diferencia entre ésta acera y un club —, Michelle examinó el lugar sin soltar las manos de ella —, hay música, gente al rededor, una "pista" y una bellísima mujer con la que bailar. Lo único distinto es que... bueno, no hay alcohol, pero eso no es importante.Miranda sonrió, las palabras del italiano tenían algo de cierto, pero algo dentro de ella se resistía a aceptar la propuesta.— Tal vez no hay gran diferencia — dijo —, pero las personas bailan en clubes y no en aceras.— ¡Bah! —, dijo, sin darle importancia a nada —. Las personas son aburridas.Soltó u
¿Era el "no", un problema o una oportunidad? Tal vez era ambos, o no era ninguno, pero Miranda decidió tomarlo como una oportunidad; algo bueno debía nacer de aquella negativa, ¿no?Comenzó por analizar la situación, y no solo como un vistazo superficial, no, ella profundizaría en todo, cuestionaría cada cosa; todo con tal de encontrar el área de oportunidad, dónde podía actuar y dónde ni de broma. La molestia, tristeza o lo que fuera que su madre sentía, la tenía sin cuidado, sabía que no era responsable de ello, y que sus padres debían hablarlo sin involucrarla a ella de ninguna forma.Pronto sus pensamientos llegaron a donde debían: ¿por qué Joseph había adquirido una postura tan distinta a la que había tenido con Matthew? ¿Qué había cambiado? ¿Estaría molesto por la misma o similar razón, por la que Victoria lo había estado tiempo atrás? ¿El amor era, también, una fibra sensible en él? No, la verdad era que no, tal vez lo entendía, sentía, protegía y hasta profesaba; pero no era s
Michelle y Miranda conversaban después de salir de la universidad, hablaban de todo lo que llegara a su mente: la escuela, familia, sus vidas, sus amigos... ¡todo! Pero ella omitía cierto tema, no le hablaba de algo que era importante, pero que, creía, podía posponer; ella aún no le hablaba sobre lo sucedido con su padre aunque, de cierto modo, también lo involucraba a él.— ¿Beatrice? ¿Quién es ella? —, cierta extraña combinación de celos y curiosidad se hizo presente en Miranda, justo cuando Michelle mencionó aquel nombre.— Es mi hermana —, aclaró sonriendo —, ella viene cada año, se queda uno o dos días y después, ambos, nos vamos a Italia.— Oh... —, Miranda siguió escuchando.—Vendrá la siguiente semana, según lo planeado, se quedará tres días para que yo firme y reciba todas mis calificaciones, y luego nos iremos —, ella sintió un vacío en el pecho, pensar en no ver a Michelle por, quién sabe cuánto tiempo, le generaba cierto temor y tristeza —. Solo será un mes y volveremos...
James y Michelle corrían por todo el departamento, limpiaban cuanto podían y ordenaban como Thomas lo hacía, o al menos, como recordaban que lo hacía. La alacena de la cocina, nunca había estado tan llena; ni la mesa de madera, tan limpia y vacía.— ¿Dónde pongo los libros? —, preguntó James con los brazos cargados.— No lo sé... —; Michelle se detuvo a pensar, nunca se había preocupado por nada de eso, así que, realmente, no tenía idea —. ¿No tenemos un librero?— Mmm, no... pero tenemos unas repisas en la habitación.— Pues ahí.Sin decir más, James se fue con los libros a la habitación, con suerte, las repisas estarían vacías o, al menos, tendrían un poco de espacio disponible. Al regresar a la sala de estar, dijo:— Recuérdame una vez más —, el italiano dejo de limpiar la cocina, para escuchar a su amigo —, ¿por qué hacemos esto? ¿Thomas te contagio su fiebre del orden o algo?Michelle rio.— No, nada de eso —, James escuchó —; mi hermana vendrá a visitar el departamento, por prim
La casa de Thomas, no estaba muy alejada del departamento de sus amigos, de hecho, se podría decir que casi eran vecinos. James llegó ahí sin saber, realmente, cómo; él solo había salido de su departamento con la idea de alejarse y dejar a los hermanos hablar; cómo sus pasos lo habían guiado hasta la casa de su amigo, le era todo un misterio.La realidad era que, no sabía que hacer o a dónde ir; siempre había creído que sabía estar solo, pero viéndolo así, tal vez no lo sabía, en realidad. Nunca lo había necesitado, tampoco, siempre tenía la compañía de alguno de sus amigos; pero en aquel momento, ese en el que huía de su propio departamento porque, uno de sus amigos, necesitaba hablar con su hermana; comenzaba a aterrarle la idea de no encontrar a su otro amigo. ¿Qué tal y Thomas estaba con Megan?Su mente le recordó, entonces, el hecho de que todos sus amigos, sin excepción, tenían pareja y él no; tenía que aprender a vivir con eso, a disfrutar del tiempo a solas, creía que ya lo hac
Joseph y Victoria ya habían hablado sobre lo sucedido; ambos tenían puntos de vista distintos, pero un mismo interés: querían lo mejor para Miranda; tal vez de maneras distintas, pero era igual de válido. Victoria, quería que su hija, viviera con amor, que no le faltara ni un poco de él, lo demás llegaría a su tiempo; una visión algo utópica, pero válida. Joseph, por otro lado, deseaba que Miranda viviera, la mar de cómoda, que el dinero nunca faltara y, no importaba sí, tal vez, ella no lo amaba completamente a él, solo debía quererlo y listo, el amor llegaría a su tiempo o, en su defecto, se aprendería. Confiaba en que el sentimiento aparecería, le resultaba importante, claro, pero la estabilidad financiera, le importaba más; "de amor no se vive", se decía todos los días.¿Cómo se llega a un punto medio entre ambas visiones? ¿Cuál es la forma de resolver aquello? Ninguno quería ceder a la idea del otro, y tenía sentido, cada uno tenía un buen punto que defender.Sí Michelle, ademá