¿Era el "no", un problema o una oportunidad? Tal vez era ambos, o no era ninguno, pero Miranda decidió tomarlo como una oportunidad; algo bueno debía nacer de aquella negativa, ¿no?Comenzó por analizar la situación, y no solo como un vistazo superficial, no, ella profundizaría en todo, cuestionaría cada cosa; todo con tal de encontrar el área de oportunidad, dónde podía actuar y dónde ni de broma. La molestia, tristeza o lo que fuera que su madre sentía, la tenía sin cuidado, sabía que no era responsable de ello, y que sus padres debían hablarlo sin involucrarla a ella de ninguna forma.Pronto sus pensamientos llegaron a donde debían: ¿por qué Joseph había adquirido una postura tan distinta a la que había tenido con Matthew? ¿Qué había cambiado? ¿Estaría molesto por la misma o similar razón, por la que Victoria lo había estado tiempo atrás? ¿El amor era, también, una fibra sensible en él? No, la verdad era que no, tal vez lo entendía, sentía, protegía y hasta profesaba; pero no era s
Michelle y Miranda conversaban después de salir de la universidad, hablaban de todo lo que llegara a su mente: la escuela, familia, sus vidas, sus amigos... ¡todo! Pero ella omitía cierto tema, no le hablaba de algo que era importante, pero que, creía, podía posponer; ella aún no le hablaba sobre lo sucedido con su padre aunque, de cierto modo, también lo involucraba a él.— ¿Beatrice? ¿Quién es ella? —, cierta extraña combinación de celos y curiosidad se hizo presente en Miranda, justo cuando Michelle mencionó aquel nombre.— Es mi hermana —, aclaró sonriendo —, ella viene cada año, se queda uno o dos días y después, ambos, nos vamos a Italia.— Oh... —, Miranda siguió escuchando.—Vendrá la siguiente semana, según lo planeado, se quedará tres días para que yo firme y reciba todas mis calificaciones, y luego nos iremos —, ella sintió un vacío en el pecho, pensar en no ver a Michelle por, quién sabe cuánto tiempo, le generaba cierto temor y tristeza —. Solo será un mes y volveremos...
James y Michelle corrían por todo el departamento, limpiaban cuanto podían y ordenaban como Thomas lo hacía, o al menos, como recordaban que lo hacía. La alacena de la cocina, nunca había estado tan llena; ni la mesa de madera, tan limpia y vacía.— ¿Dónde pongo los libros? —, preguntó James con los brazos cargados.— No lo sé... —; Michelle se detuvo a pensar, nunca se había preocupado por nada de eso, así que, realmente, no tenía idea —. ¿No tenemos un librero?— Mmm, no... pero tenemos unas repisas en la habitación.— Pues ahí.Sin decir más, James se fue con los libros a la habitación, con suerte, las repisas estarían vacías o, al menos, tendrían un poco de espacio disponible. Al regresar a la sala de estar, dijo:— Recuérdame una vez más —, el italiano dejo de limpiar la cocina, para escuchar a su amigo —, ¿por qué hacemos esto? ¿Thomas te contagio su fiebre del orden o algo?Michelle rio.— No, nada de eso —, James escuchó —; mi hermana vendrá a visitar el departamento, por prim
La casa de Thomas, no estaba muy alejada del departamento de sus amigos, de hecho, se podría decir que casi eran vecinos. James llegó ahí sin saber, realmente, cómo; él solo había salido de su departamento con la idea de alejarse y dejar a los hermanos hablar; cómo sus pasos lo habían guiado hasta la casa de su amigo, le era todo un misterio.La realidad era que, no sabía que hacer o a dónde ir; siempre había creído que sabía estar solo, pero viéndolo así, tal vez no lo sabía, en realidad. Nunca lo había necesitado, tampoco, siempre tenía la compañía de alguno de sus amigos; pero en aquel momento, ese en el que huía de su propio departamento porque, uno de sus amigos, necesitaba hablar con su hermana; comenzaba a aterrarle la idea de no encontrar a su otro amigo. ¿Qué tal y Thomas estaba con Megan?Su mente le recordó, entonces, el hecho de que todos sus amigos, sin excepción, tenían pareja y él no; tenía que aprender a vivir con eso, a disfrutar del tiempo a solas, creía que ya lo hac
Joseph y Victoria ya habían hablado sobre lo sucedido; ambos tenían puntos de vista distintos, pero un mismo interés: querían lo mejor para Miranda; tal vez de maneras distintas, pero era igual de válido. Victoria, quería que su hija, viviera con amor, que no le faltara ni un poco de él, lo demás llegaría a su tiempo; una visión algo utópica, pero válida. Joseph, por otro lado, deseaba que Miranda viviera, la mar de cómoda, que el dinero nunca faltara y, no importaba sí, tal vez, ella no lo amaba completamente a él, solo debía quererlo y listo, el amor llegaría a su tiempo o, en su defecto, se aprendería. Confiaba en que el sentimiento aparecería, le resultaba importante, claro, pero la estabilidad financiera, le importaba más; "de amor no se vive", se decía todos los días.¿Cómo se llega a un punto medio entre ambas visiones? ¿Cuál es la forma de resolver aquello? Ninguno quería ceder a la idea del otro, y tenía sentido, cada uno tenía un buen punto que defender.Sí Michelle, ademá
La realidad no suele pedir ayuda, casi siempre logra sus propósitos sin necesidad de nadie más; pero cuándo quiere saber sí está haciendo lo correcto, recurre a uno de los entes más crueles del universo; aunque siempre quiere moderarlo, nunca lo logra, y es que no tendría sentido hacerlo, sí así se hiciera, no lograría su objetivo.Aquel ente era la duda, esa que aparece de repente y no se va hasta que le das lo que busca: respuestas. La realidad le pidió entrar en la mente de dos enamorados, pero solo a la mente, el corazón debía permanecer intacto. El corazón debe, siempre, permanecer puro.La duda obedeció y, la primer mente que visitó fue la de Miranda, que fácil había sido entrar, bueno, siempre le es sencillo cuando la persona de su interés suele pensar mucho."¿Cuál es su apellido?" ¡Bingo! La primer pregunta, esa que desataría las enormes dudas que, podían ocultarse o comunicarse; la opción que Gardner eligiese determinaría la decisión de la realidad. Michelle y Miranda había
Joseph Gardner era un profesor de historia y antropología en la universidad, también escribía artículos para el periódico y algunas revistas. Se había ganado su estatus y clase, no solo por nacer con el apellido Gardner o casarse con la hija de otra gran familia, sino por mérito propio, su admirable inteligencia, forma de pensar y habilidad para redactar atrayentes artículos.Aquellos atributos suyos le habían concedido algunas conferencias en auditorios, universidades y otros tantos lugares; su público siempre llenaba las butacas, no había una sola vacía; su forma de exponer era tan buena como la de escribir. Gracias a éstas conferencias, conoció un sin fin de gente que lo admiraba y quería saber más de él; tal vez firmó uno o más artículos y habló con algunos estudiantes, pero nunca más allá.Conocer admiradores y escuchar todos esos elogios, nunca lo hizo perder la cabeza, después de todo, seguía siendo un hombre, uno con grandes ideas, pero solo eso; tan solo era un hombre que pen
Beatrice y Miranda seguían hablando, lo rápido que habían congeniado resultaba fascinante, pero no increíble, después de todos, ambas mujeres eran sumamente agradables, al menos cuando así lo deseaban. Sus personalidades eran notoriamente distintas, Beatrice era más fría y seria que Miranda, no confiaba rápido en los demás y tampoco solía ser amigable con alguien de quién nunca hubiese escuchado ni una palabra, por eso era que su actitud con la castaña, había sido tan agradable.Por otro lado, Miranda, era alguien más amigable, alguien un tanto más cálida que no dudaba en ser amigable con cualquiera, y esa amabilidad no mermaba sí no existía algún motivo. Esas diferencias ayudaban enormemente, a que la convivencia de ambas resultara algo más que buena. Michelle se había dado cuenta de ello, y no podía agradarle más ese contraste.— Pero, cuéntenme —, pidió Beatrice —, ¿cómo se conocieron?Las miradas de Michelle y Miranda se encontraron, sonrieron, casi rieron; conocían su historia,