Para Emma, una de las cosas más difíciles de esos días fue decírselos a sus padres. Había vivido su adolescencia y juventud tan metida en los estudios y trabajando en la compañía con su papá que era raro ver que saliera a divertirse con chicos. Emma sentía que debía probar que ella era tan capaz como sus hermanos mayores, porque al ser la única chica del matrimonio, su familia siempre quería protegerla y ponerla entre algodones. La familia acostumbraba a cenar juntos una vez a la semana, ese día espero que llegaran sus hermanos antes de hablar.―Quiero darles una noticia importante ―dijo antes de que se sentaran a la mesa. Todos la miraron con atención ―Estoy embarazada, no habrá padre y son gemelos.Su madre palideció, su padre abrió los ojos sorprendidos y sus hermanos la miraron furiosos.―¿Cómo que no habrá padre? ―saltó Colin.―Dinos quien es, Emma, para partirle la cara ―señaló Fergus.―Colin, Fergus. ¡Cállense! ―dijo su padre.―¡Oh, cariño! ¿Estás contenta con tu embarazo? ―pre
Emma se mudó a la casa de sus padres en Santorini a pesar de las objeciones de estos, que al final claudicaron y se marcharon con ella para estar con sus nietas. Comenzó a ella una nueva etapa y un nuevo reto, llevar los hoteles sin Alec para ayudarla. El trabajo la ayudó a sanar, esperando los meses se convirtieron en años y con ellos vino la sanación; y la reconciliación con su pasado. Nunca le dijo a Aristo que tenía dos hijas de Alec, en un principio porque esperaba que él apareciera y después porque no le vio el sentido. Quizás cuando sus hijas preguntaran por su padre les diría la verdad a ellas y a la familia Christakos. Habían pasado cuatro años y medio desde la desaparición de Alec, cuando Aristo la llamó para informarle que su hermano había aparecido. Emma agradeció que la hubiese llamado por teléfono porque si no, no hubiese podido disimular la impresión que recibió. Hacía mucho tiempo que lo daba por muerto. ―No recuerda casi nada de su pasado, Emma, solo nuestra niñez ha
―No, Alec no me casaré contigo ―respondió Emma tenía ganas de gritar de la impotencia, cuanto deseo haber escuchado su propuesta de matrimonio en el pasado. Cuando lo amaba tanto que hubiera aceptado cualquier cosa que él hubiese querido de ella, pero en ese momento con la madurez de haber sufrido tanto y con dos niñas en las que pensar no lo aceptaría casarse con él a menos que la amara y sabía que eso nunca iba a ocurrir. Si en ese momento le pedía matrimonio era porque sus hijas.―¿Por qué? Antes estabas enamorada de mí, y ahora tenemos dos hijas. ¿Qué cambió?―Que ya no te amo, te amaba cuando las niñas fueron concebidas, pero eso se acabó hace años cuando te marchaste esa noche sin dejarme una nota...―¡Te dejé una nota encima de la almohada!―Cuando desperté estaba sola y la nota no estaba.―Pero lo hice.―¿Qué decía la nota? ―preguntó Emma.―No lo recuerdo bien.―¡Que conveniente! Por si lo has olvidado también, al día siguiente estabas tan arrepentido que no te atrevías ni a m
Unos segundos después Alec regresó con una caja de preservativos sin abrir. La dejó en la mesa de noche y procedió a desnudarse. Emma lo devoró con la mirada, cuando lo tuvo orgullosamente erguido frente a ella, se inclinó y lo tomó con la boca. Su audaz acción lo tomó desprevenido haciéndolo gemir, mitad sorpresa, mitad excitación. En seis años su hambre de él había sido mucha por lo que su pasión se convirtió en frenesí. No hubo centímetro del cuerpo masculino que no recorrió.Alec estaba a punto de perder el control, Emma lo estaba volviendo loco con sus atrevidas caricias, ya no era la chica ingenua con la que se acostó seis años atrás, era una mujer sensual y segura de sí misma que lo deseaba. Decidió que si la dejaba seguir explotaría como un adolescente en su primera cita, por lo que decidió tomar el control, la sujetó de las manos y la hizo reclinarse sobre la cama, su boca empezó un estudiando descenso por su cuello. Se entretuvo un poco más de lo acostumbrado en sus bonitos
Al día siguiente fue la locura, las gemelas Aly y Ady desaparecieron durante la celebración del cumpleaños de Demetrio. Por primera vez pudo ver lo terrible que lo pasó Samantha con el secuestro de sus hijas, su amiga no le gustaba hablar de esa época tan oscura de su vida. Emma pensó que ella no podría tener tanta entereza, se hubiera vuelto loca pensando en lo que estarían viviendo sus niñas. Aunque acompañó a Sam todo lo que pudo, no podía quitar sus ojos de sus propias gemelas, el pensar que alguien podría llevárselas le provocaba un agujero de miedo en su estómago. Al parecer Alec pensaba lo mismo porque cuando Xander se ofreció ir tras la pista del posible culpable, Alec se ofreció a acompañarlo. Antes de marcharse acercó a ella y le pidió cuidar mucho de sus hijas. No le había hablado desde la noche anterior cuando le pidió matrimonio, por lo que su mirada de preocupación le llegó hasta el alma y solo pudo asentir en silencio.Un par de horas después Aly y Ady aparecieron escon
―Estoy aquí porque eres el padre de mis hijas, Alec, y porque le prometí a Aristo y a Sam que me quedaría a acompañar a Demetrio, pero sabiendo que vivirás volveré a mi casa a darle a las gemelas la noticia de que pronto saldrás del hospital―respondió Emma saliendo de la habitación.―Emma, espera ―pidió Alec.Ella lo ignoró, no podía devolverse sin que viera cuanto la habían lastimado sus palabras por lo que a ciegas se dirigió al baño se encerró en un cubículo y rompió a llorar. «Soy una tonta preocupándomepor él, cuando es evidente que me desprecia» pensó con tristeza.―Eres un tonto, Alec, esa mujer no se ha despegado de tu cama desde que llegaste aquí. Te oyó suplicar por París y aun así no se marchó y lo primero que haces es despreciarla.―No fue a propósito, pappas, lo único que recordé al verla fue que había rechazado mi propuesta de matrimonio.―Y acabas de echar por la borda la última oportunidad que tenías con ella, porque si algo puedo estar seguro es de que ella te ama,
En la boda de Jabel y Gaia no hubo necesidad de decir que había sido ella la que donó la boda a las hermanas porque era la única persona extraña a la familia. Desde que Alec y ella entraron a la iglesia y se sentaron del lado de los invitados de la novia fueron objeto de miradas y susurros entre los invitados a la boda.―Creen que yo era el novio ―le susurró Alec al oído en inglés.El griego de Emma, aunque era bueno, le costaba entender más cuando las personas hablaban muy rápido o en un tono de voz bajo.―¿Y el motivo por el cual no nos casamos? ―preguntó ella en el mismo tono e idioma.―Hay especulaciones de todo tipo, desde una pelea de enamorados hasta que mi familia se opusiera a la boda porque soy un Christakos. Y como somos ricos y caprichosos no nos importa tirar el dinero, en nuestra defensa dicen que al menos fuimos los bastantes sensatos como donar la boda a las hermanas.Emma sonrió.―Espera... hay alguien cuyo sobrino trabajará en la recepción del hotel y dice que no soy
Alec y Emma salieron de la consulta médica como dos perros apaleados. Ni siquiera se miraron a la cara hasta montarse en el coche.―¡Es tu culpa! Dios mío, Alec. ¿No puedes engendrar otra cosa que no sean gemelos?―No sé, solo he tenido hijos contigo.―¿Sabes lo terrible que fueron esos primeros meses?―Esta vez no estarás sola, yo estaré contigo.―Antes tampoco estaba sola, papá y mamá estuvieron conmigo, ahora estaré en la isla y tú te irás a trabajar.―El segundo piso de la casa será totalmente nuestro, le habilitaremos lo que era el apartamento de Aristo a tus padres para que pasen contigo el tiempo que quieran, no estarás sola, te lo prometo, esta vez será diferente―Sam tendrá un solo bebé, y yo tendré dos de nuevo.―Me haré la vasectomía.―¿Me lo prometes?―Sí, antes de que nazcan estos bebés me la haré.―Bien, porque te juro que si no cumples nunca más me tocarás.Cuando llegaron a su casa, las niñas los estaban esperando impacientes por marcharse a la isla y jugar con sus pri