Las dos semanas que faltaban para la boda civil pasaron con rapidez, fue un tiempo de descanso y felicidad para Emma, sus hijas se habían adaptado con maravillosa facilidad a la vida en la isla y a su nueva escuela. Correteaban con sus primas y sus perras por todo lugar, lo que les dio una seguridad y libertad que nunca habían conocido. Durante las noches, Emma se acostumbró a dormir en los brazos Alec, disfrutando de sus caricias, amándose cada noche. Por el día se dedicó a leer y descansar, muchas veces bajo el sol de la mañana o de última hora de la tarde. Samanta le estaba enseñando a cocinar y para su sorpresa se dio cuenta de que lo disfrutaba.Sus padres habían llegado una semana antes de la boda y se instalaron en el antiguo apartamento de Aristo. Debido a que él y Sam se habían mudado al tercer piso, por lo que todo el segundo piso les quedó a ellos.―¡Estás tan bonita y radiante! ―le dijo Elizabeth a su hija.―Gracias, mamá, me siento muy bien.―Estoy feliz de verte tan bien
―Alec y Emma en este momento dirán sus votos ―dijo el juez de Paz.Alec sintió que no había mejor momento para declarar su amor a Emma, por lo que se giró hacia ella y la tomó de ambas manos.Yo, Alec Christakos, te tomo a ti Emma Gardener, como mí legítima esposa, para amarte con todo mi corazón, ―al escuchar sus palabras una lágrima de felicidad rodó por la mejilla de Emma ―apoyarte en cada momento de tu vida y protegerte con cada fibra de mi cuerpo, porque juntos somos unos. Prometo amarte, para bien, porque el mal no existe en ti, en la riqueza o en la pobreza, en prosperidad o en adversidad, prometo amarte hasta que la muerte nos separe porque sé que solo muero podría dejarte. Te amo, Emma ―dijo Alec con voz emocionada.―Yo también te amo, Alec ―susurró Emma antes de decir sus votos. Las lágrimas de felicidad acompañaban su gran sonrisa.―¿Por qué llora mamá? ―le preguntó Emily a Sam con nerviosismo. Su voz apenas fue un susurro que pocas personas escucharon. Amelia también mirab
Alec levantó su brazo para mirar el reloj de su muñeca, Emma había salido hacía dos minutos exactos, se puso en movimiento, era hora de partir.―Alec, ¿ya te vas? ―preguntó Aristo.―¿La idea es fugarse no? ―respondió Alec con una sonrisa.―Sí, pero soy tu gemelo así que te acompaño.Alec giro sus ojos, pero se sintió complacido al escuchar sus palabras.―¿Para dónde van? ―preguntó Sam llegando al lado de ellos.―Alec y Emma se van a fugar y yo voy a acompañarlos ―respondió Aristo.―¿Y Emma? Tengo rato buscándola ―dijo Sam.―Me espera en el muelle ―respondió Alec con paciencia ―No quiero hacerla esperar.―Yo también voy con ustedes ―señaló Sam ―quiero despedirme de Emma.―Menos mal que solo pasaremos una noche fuera ―respondió Alec mirándolos con diversión.Los tres tomaron el mismo camino que había tomado Emma, salieron por la terraza, al llegar a la playa Sam se quitó los zapatos para caminar por la arena. Aunque había otro camino hacia el pequeño muelle por allí era más corto, camin
Los trabajadores que esa noche estaban en la casa Christakos fueron divididos en grupos, los que eran la plantilla regular, los que estaban a cargo de la organizadora, los del servicio de suministro de la comida y los de banda musical. Fueron informados de la situación y de que algunos serían interrogados, estaban sentados en el salón de baile. Algunos durmiendo en el piso del cansancio, sin embargo, la policía no permitió que ninguno se marchara.La organizadora de eventos tenía por costumbre pedir el currículo de cada persona que trabajaría en la casa Christakos con las referencias. Incluyendo a los del servicio de suministro de comidas, al producirse el secuestro entregó toda la información a Alec. Entre Flavián, Aristo y la policía estaban revisando los currículos de cada trabajador, buscando una pista. Alec no tenía cabeza para nada y estaba consolando a sus suegros.―Alguno de ustedes es el responsable del secuestro de mi hermana y les juro que si algo le pasa los haré pagar, no
Acostada en la arena, Emma vio la lancha alejarse y llegar al yate. Se arrastró hasta la orilla de la playa, pensó que si lograba vaciar su estómago sus bebés tendrían alguna posibilidad, así que metió la cabeza en el agua salada y se obligó a tragarla, también a dejar que entrara por su nariz, de esa forma comenzaría a toser y podría vomitar. Su plan surtió efecto, de rodilla comenzó a vomitar con la esperanza de ver las pastillas salir de su estómago, pero por más que miró no pudo ver nada, sentía la sangre correr por sus muslos y eso la desesperó «Por favor, Dios, permite que me encuentren, guíalos en el camino, sé que Alec y toda mi familia me deben estar buscando, dales una oportunidad a mis bebés, por favor, por favor» rezó en silencio.Volvió a la playa y tomó la navaja, a pesar del dolor que sentía, levantó su vestido y puso la navaja entre sus rodillas y con el filo hacia arriba la apretó con estas, con desesperación comenzó a cortar la cuerda, poco a poco fue cediendo hasta
El helicóptero que llevaba a Emma aterrizó en el hospital de Atenas, donde estaba en mejor equipo médico de ginecoobstetras. Una vez que la bajaron y la ambulancia aérea se marchó, el piloto de Alec pidió autorización para dejar a sus pasajeros en el lugar. Alec y Fergus descendieron del aparato y se encontraron con el personal de seguridad.―¿Dónde está la paciente que acaban de traer?―Está en la sala de trauma de este piso, la están evaluando, sígame les diré donde esperar, cuando los médicos sepan algo, le enviaran a alguien a informarles.Alec y Fergus siguieron al vigilante que los guio hasta unas sillas cercanas a las salas de trauma de ese piso, eran para los pacientes graves que llegaban en ambulancia aérea.Alec se paseaba inquieto de un lado a otro, unos minutos después llegó Aristo con Flavián.―¿Cómo está Emma? ―No sabemos, nada, llegamos al sitio cuando la estaba subiendo a la ambulancia aérea y los seguimos hasta acá, solo nos dijeron que esperáramos aquí.P
Una enfermera salió de la habitación y se encontró a Alec sentado en el piso con la cabeza enterrada en las rodillas, abrazándose a sí mismo como si temiera romperse, con compasión se arrodilló a su lado. ―Señor, ¿Puedo ayudarle en algo? ―preguntó la enfermera con preocupación Alec levantó su rostro y ella se quedó sorprendida de ver sus atormentados ojos azules. ―Por favor, busque a mi hermano gemelo, está en la sala de espera, se llama Aristo ―susurró él con voz rota. ―Enseguida vuelvo con él ―aseguró ella levantándose. Entró en la sala de espera y miró hasta dar con el hombre que era el retrato del que dejó en el pasillo, lo acompañaba una rubia muy hermosa que estaba embarazada. Se acercó a él con tranquilidad para no alarmar a los demás. ―Usted debe ser Aristo ―dijo ella en voz baja ―Por favor, acompáñeme, su hermano me pidió buscarlo. ―Sí, soy Aristo ―respondió él, después se giró hacia la mujer ―espérame aquí, por favor. ―¿Qué ocurre? ―preguntó a la enfermera cuando sali
El psicólogo del hospital fue a visitar a Emma, ella y Alec habían tenido una sesión donde les hablaron de las etapas del duelo y de lo diferente que cada uno podía vivirlo, después de que el profesional se marchó, se quedaron hablando un rato sobre el tema.―Yo estoy en la etapa de la rabia, Emma, tengo mucha rabia, quiero que esa maldita mujer se pudra en la cárcel que sufra cada día de su vida en el infierno y me temo que como el proceso es largo no sentiré que se ha hecho justicia en mucho tiempo.―Pero ya está en la cárcel, aunque el juicio se demore bastante ya está pagando por lo que nos hizo.―No es suficiente.―Lo sé, pero nada devolverá la vida a nuestros bebes.―Prométeme que, si alguna vez pago mi rabia contigo o con las niñas, te enfrentarás a mí ―pidió Alec ante lo que les había dicho el psicólogo acerca de esa etapa.―Lo haré, siempre que, tú me prometas que cuando yo llegué allí harás lo mismo.―Lo prometo. Emma fue dada de alta dos días después, a pesar de que habían