Alec se miró en el espejo retrovisor de su coche, su ojo estaba más negro que el día anterior, con resignación pensó que no podía hacer nada, no quería esperar las dos semanas que tardaría en desaparecer para hablar con ella.Era la primera vez que Alec salía de la isla desde que recuperó la memoria. En ese momento estaba seguro de quien era y lo que quería, y lo que quería era a una pequeña pelirroja de ojos verdes. El helicóptero lo había dejado en su hotel en Santorini antes de seguir su camino hacia Atenas donde dejaría a Aristo. Hacía tres días que Samantha se había marchado y su hermano aún no había logrado dar con ella, Aristo estaba pálido y ojeroso de la preocupación.Cuando preguntó por Emma en el hotel, le dijeron que había ido muy temprano a resolver los asuntos del día y se marchó a su casa, por lo que tomó su coche y condujo hasta la hermosa mansión que recordaba. En ese momento entró por el camino pavimentado de la carretera privada que llevaba a la propiedad y se esta
Cuando Alec se despertó de nuevo estaba recostado en el mismo sofá de la vez anterior, le dolía la cabeza y tenía una bolsa de vegetales congelados en el ojo. En el mueble frente a él se encontraban sentados el hombre que lo dejó fuera de combate al llegar, a su lado derecho Emma y en el lado izquierdo Sam. Se incorporó con precaución y miró alrededor buscando a sus hijas.―Las niñas están jugando en la alberca ―explicó Emma.―Son tantas las sorpresas que me he llevado hoy, que no sé por dónde comenzar ―dijo Alec sosteniendo su cabeza.―¿Podrías comenzar por pedirle matrimonio a mi hermana y hacerte responsable por tus hijas? ―sugirió Colin con malicia.―¡Colin! No te metas en esto, no es tú problema. Vete a hacer algo y vuelve más tarde. ―ordenó Emma―No puedo hacer eso, Emma, mamá y papá están por llegar y les prometí estar pendiente.―¡Oh, por Dios! ―Exclamó la joven ―Más público. ¡Genial! ―dijo con ironía―Emma… ―comenzó a decir Alec.―Ni se te ocurra hacerle caso a este idiota ―
Tres meses habían pasado desde que su esposa e hijas se habían marchado de su vida, Aristo estaba deprimido, vivía solo para buscar a Samantha y a las gemelas, contrató detectives en Atenas, Londres, España, Las Vegas y Kentucky. Viajó a todas esas ciudades para hablar con los amigos de su esposa, los trabajadores de la casa de Londres, interrogó a sus antiguas compañeras, las bailarinas del casino MGM Grand Las Vegas, habló con Emma su amiga de Louisville. Persiguió a Joy por España y hasta le dio dinero al padrastro de Sam por una pista falsa.―Las extraño, papá, cuando vivían en Londres al menos las veía por la cámara de seguridad, ahora no tengo ni ese consuelo.Demetrio se estaba poniendo el corbatín de su esmoquin, porque esa noche eran los anfitriones de la gala de beneficencia que todos los años el consorcio Christakos daba a favor de una asociación de búsqueda de niños desaparecidos.―Deja de atormentarte, Aristo. Te aseguro que Samantha y las niñas están bien, pero ella toda
Aristo estuvo dando vueltas por la ciudad intentando encontrar a Samantha, vio de nuevo las fotos que la prensa publicó. Estaba bellísima. No pudo dejar de pensar que por su culpa su esposa iba del brazo de otro hombre y no del suyo. Pensó en todos los errores que había cometido desde que se casó con Samantha, y llegó a la conclusión de que su relación con Celeste era uno de los que más se avergonzaba. Tal vez si se hubiese enamorado de ella sería más fácil asumirlo, pero lo cierto era que se había enredado con Celeste por los motivos equivocados y sabía que aún tenía que pagar el precio de ese error: en algún momento tendría que confesárselo a Sam. Conoció a Celeste en el bar del hotel de Alec en Atenas, era la directora de eventos y protocolo del lugar. Esa noche solo fue al hotel a emborracharse, porque de no haberlo engañado Samantha, estarían celebrando su primer aniversario de bodas.―Señor Christakos, es un placer verlo por aquí ―dijo Celeste.Aristo levantó su copa a modo de
―¿Cuánto tiempo más vamos a jugar al gato y al ratón con tu esposo? ―preguntó Colin.―¿Estás cansado de acompañarme? Puedo pedirle a Fergus que lo haga él, sería interesante ver la reacción de la prensa al ver que ahora mi acompañante es tu hermano ―respondió con una sonrisa maliciosa.―Seguiré siendo tu acompañante, Fergus quiere conquistarte, pero yo te vi primero así que llevo la ventaja y no la pienso perder.―Eres un coqueto, señor Gardener ―dijo Sam con provocación. Disfrutaba el leve flirteo de Colin, era un acompañante divertido y atento que siempre le hacía olvidar sus problemas.El coche se detuvo en la galería de arte de un amigo de Emma, esa noche era la inauguración y habían sido invitados. Antes de aceptar ir con ellos, su amiga se había asegurado de que Aristo no estuviese en la lista de personas que asistirían al evento. Samantha planeaba pasarla bien esa noche, porque en realidad, desde que comenzó a fastidiar a Arito no había disfrutado de las salidas. Esa noche al s
―Aún podemos tener esa familia juntos, Sam, solo te pido que me des otra oportunidad de demostrarte que te amo y que puedo ser el hombre que deseas ―pidió Aristo acercándose a ella.Samantha lo miró a la cara, estaba pálido y demacrado y aunque sus ojos la miraban suplicantes, su corazón se había endurecido de tantos golpes por lo que su mirada solo podía reflejar frialdad.―¿Sabes que ni siquiera me has pedido perdón por todo lo que me has hecho sufrir? Ya te di esa oportunidad, Aristo y no la supiste aprovechar, así que no vengas a pedir más porque ya no quiero saber nada de ti, se acabó, acepta que ya no hay vuelta atrás. Te dejo el documento, revísalo con tu abogado y avísale al señor Karagiannis la fecha para nuestra próxima reunión.Aristo se dio cuenta en ese momento que era cierto, no le había pedido perdón por lo que se sintió muy avergonzado.―Sé que no te he pedido perdón, Samantha, no lo he hecho porque no había podido verte y ahora no he tenido la oportunidad. Me has toma
―El señor Aristo Christakos dará una declaración, por favor, les agradezco silencio hasta que él termine de hablar ―explicó el jefe de relaciones públicas, al reducido grupo de periodistas que fueron invitados a escuchar sus palabras.Aristo entró el salón acompañado de Alec y Demetrio, se sentó en la silla que estaba en medio y su padre y hermano lo hicieron uno a su derecha, el otro a su izquierda.―Buenas tardes, señores, los he convocado el día de hoy a raíz de las declaraciones dadas por Celeste Dean y que fueron publicados por algunos medios.―El silencio se hizo en la sala y todos los periodistas lo miraron con atención. ―Es cierto que la señora Dean y yo tuvimos una relación que duró algunos años, lo que no es cierto es que mi esposa Samantha Christakos me haya sido infiel y muchos menos con mi hermano. Lo que esta señora puso en duda fue la legitimidad de mis hijas y es algo que no toleraré, por lo que mis abogados están preparando una demanda civil contra Celeste Dean por dañ
Las gemelas estaban de cumpleaños, Samantha decidió festejarlo con una pequeña reunión en el jardín de su nueva casa. Solo fueron invitados los Gardener, Demetrio, Alec y una familia vecina cuyos niños se hicieron amigos de Aly y Ady. Tenían una semana viviendo en el lugar y se habían adaptado a su nueva rutina. Sam encontró trabajo en una academia de baile dando clases de danza y comenzó a pensar en inscribir a las gemelas en un preescolar.Estaban reunidos alrededor de las cumpleañeras, mientras estas estaban abriendo sus regalos, cuando Sam vio que la señora Thompson salió al jardín haciéndole señas. Se levantó y disculpó con los invitados para ir a ver qué ocurría.―¿Qué ocurre, señora Thompson?―El señor Aristo está en el salón, quiere ver a las niñas para darles su regalo de cumpleaños.―Yo me ocupo, señora Thompson.Samantha caminó hasta el salón, estaba molesta por la audacia de Aristo de aparecerse en la fiesta de cumpleaños que había organizado para sus hijas. ¿Acaso no ente