TAMARA.
Camino con papá entre las personas que se encuentra —invadiendo— en el patio.
Llegamos a un mesa redonda, dónde se encuentran 3 personas de las cuales conozco a una.
Camino con la cabeza en alto y la espada recta, tienen que verme segura.
Al llegar, Choto me muestra una gran sonrisa, una sonrisa amarilla y de dientes torcidos. Hago una mueca de asco.
—Señores, les presento a mi bella hija Tamara —papá sonríe orgulloso.
—Hola —saludo.
—Mucho gusto Tamara, soy Franklin —se presenta un hombre que le cuesta un poco pronunciar las palabras.
Está sentado, pero se nota que es muy alto, su cabello es color marrón y no tiene canas. Tiene algunas arrugas, por lo que es un hombre mayor, de unos 40 años.
Se levanta y me extiende su mano, la estrecho y le doy una sonrisa forzada.
—Y yo soy Dowson —se apresura a presentarse el otro hombre.
Es muy bajo, hasta parece un pitufo. Es completamente cal
TAMARA.24 de enero.Me despierto con un pequeño dolor de cabeza, debe ser por la rabia que agarre ayer. Abro y cierro los ojos inmediatamente, la luz del sol entra por la ventana y me pega en los ojos. Vuelvo a abrirlos y examinó mi alrededor, creí que Sofía se había dormido conmigo.Ayer después de que Mano derecha me dijera lo que pasó con el sujeto, me quedé hablando hasta muy tarde con Sofía y nos quedamos dormidas.Al aclarar mi vista puedo identificar una carta en la cama. La abro.Tuve que irme a llevar a las niñas y ver cómo está mi padre.En la tarde vendré, en caso de que no me quieras ver solo envía un mensaje.Esa a la que no le quieres decir amiga, Sofía.Sonrío por lo último que puso. Nunca he querido decir que es mi amiga, aunque solo hayamos empezado a hablar desde hace un año.No puedo decir que ella es mi mejor amiga, pero es con
TAMARA.10 de febrero.—Tamara —me llama—, oye —lo sigo ignorando—. No me ignores, sé que me escuchas —susurra, me muerdo la mejilla interna tratando de calmarme.Desde que empezó esta clase ha estado fastidiándome, no sé qué le pasa hoy, pero es mejor que empiece a controlarse.—¿Me vas a ignorar?—Joven Pérez y compañía, o dejan de hablar o los mando a castigos —nos riñe la profesora de química, lo miro con furia.Es la primera vez que nos regaña, pero ya nos estaba echando miraditas de advertencia.Mathias toca mi brazo, tomando una gran respiración volteo a verlo.—¿Qué? —le susurro con los dientes apretados, miro al frente verificando que la profesora este distraída.Pone su codo en la mesa y recuesta su cara en la mano, suspira.—¿Me vas a dar tus ojos? —volteo a verlo.Mi rostro debe ser un poema, lo miro incrédula, ¿Para eso me estaba fastidiando?—¿Has ido a un psicólog
MATHIAS.Trato de controlarme mientras la veo irse, no puedo quedar como un tonto.Cuando el taxi se pierde entre el tránsito lo dejo salir.—¡Sí! —subo y bajo mi brazo en signo de victoria.Tengo una amplia sonrisa, que podría dividir mi rostro en dos; sonrío con alegría y satisfacción. Por fin logré acercarme a Tamara.He tratado de acercarme a ella durante estas últimas semanas, pero era casi imposible. Cuando trataba de sacarle conversación solo respondía con monosílabos o simplemente no me respondía, cómo solía hacer la mayoría del tiempo, estaba a punto de tirar la toalla y rendirme. Pero hoy, por fin, pude ganar una batalla, pero no la guerra; aún queda mucho camino que recorrer con ella y, ahora que sé que puedo lograrlo, lo recorreré.Para ser sinceros la realidad es que hoy no iba con la intención de ganar puntos. Fue algo impulsivo y, cuando creí que me rechazaría, estaba a punto de arrepentirme.Hoy desperté con
TAMARA.20 de febrero.El tiempo pasa, pero no me puedo percatar de lo que sucede a mi alrededor, solo sé que vamos en un auto directo al lugar que me hace llorar cada vez que lo visito.Pasamos algunos árboles y casas también.Muerdo una de las varillas de los lentes de sol, es una mala maña que ya se me quedó.Cuando visualizo nuestro destino cierro los ojos, apretándolos fuertemente. Respiro varias veces mientras Mano derecha estaciona el auto.Tomando valor abro la puerta y me bajo del auto, no sin antes tomar la carta.Me acomodo el vestido negro, que siempre traigo, de manera que no se me vaya a levantar. Hoy está haciendo un poco de viento.Me coloco los lentes y camino hacia el vendedor de flores que siempre está en la puerta del lugar. Le compro unos girasoles, los mismos de siempre, y le pago.Entro al lugar,
TAMARA.01 de marzo.Esto no me gusta, no me gusta para nada. Además ese olor es horrible, tanto sudor junto es repugnante. ¿Para qué tengo que hacer esto? Igual siempre paso deporte con los puntos extras.Estoy como a 10 pasos del grupo femenino, mientras que el grupo masculino ya me va a pasar, otra vez. Mi respiración es un desastre y estoy muy sudada.El profesor no me quita la mirada de encima, como si supiera que por mi cabeza pasa la idea de detenerme y que se frieguen todos.—¡Duval! —grita—, ¡Si te detienes vas hacer 3 vueltas más! —hay no.Es mejor obedecerle porque cumple sus advertencias.El grupo de chicos llega hasta mi, genial dirá algo otra vez.—De verdad que eres lenta —le enseño el dedo medio a Mathias, me cansaron sus burlas sobre mi velocidad. Ríe fuertemente.El g
TAMARA.15 de marzo del 2008.Mamá me lleva a la playa como todas las noches, me gusta ver la luna reflejada en el mar, es hermoso.—¿Mami? —balanceo nuestras manos unidas.—Dime, Ara —me ve desde arriba.—¿Papi vendrá? —nos detenemos, ya no me está viendo, ahora ve hacia el mar.—Sí, pero llegará un poco tarde.—¿Lo esperamos para cenar? —hace una mueca de desagrado que me hace reír.A mamá y a mí no nos gusta esperar por papá para cenar, a veces llega muy tarde y ni siquiera cena.—Mejor comemos y lo esperamos para el postre ¿Si? —asiento muchas veces.Caminamos un rato más por la playa, pero luego le digo que quiero sentarme a ver el mar, ell
TAMARA.15 de marzo del 2008.Mamá me lleva a la playa como todas las noches, me gusta ver la luna reflejada en el mar, es hermoso.—¿Mami? —balanceo nuestras manos unidas.—Dime, Ara —me ve desde arriba.—¿Papi vendrá? —nos detenemos, ya no me está viendo, ahora ve hacia el mar.—Sí, pero llegará un poco tarde.—¿Lo esperamos para cenar? —hace una mueca de desagrado que me hace reír.A mamá y a mí no nos gusta esperar por papá para cenar, a veces llega muy tarde y ni siquiera cena.—Mejor comemos y lo esperamos para el postre ¿Si? —asiento muchas veces.Caminamos un rato más por la playa, pero luego le digo que quiero sentarme a ver el mar, ell
MATHIAS.10 de marzo.—Mamá, no le eches tanta sal —le digo por encima vez.Es tan frustrante intentar enseñarla. Lo hemos intentado varias veces, pero no aprende, sin embargo, ella quiere seguir insistiendo. Yo no digo que no insista, está bien que intente aprender, pero ¿Tiene que hacernos comer su comida? Hace unos días termine vomitando la sopa que me preparó.Mejor voy y le digo a papá que siga él, porque yo ya no puedo más. Él debe tenerle más paciencia a su esposa.Le doy una tonta excusa y salgo en busca de mi relevo.Lo encuentro en la sala viendo un partido de fútbol viejo. ¡Qué bien! Yo intentando enseñar a mamá y él viendo televisión.—No puedo más —me desplomo a su lado en el sofá.—¿Sigue echándole mucha sal? —pregunta sin despegar la vista del televisor.—Mucha sal, mucha pimienta, mucho de todo —suelta una risa.—No te preocupes, algún día entenderá que lo de ella no es la c