Capítulo 12: Puedes soltarme.

Creo que lo hice enojar porque se giró y comenzó a caminar hacia la enorme posada sin decir una palabra, con esos pasos firmes que parecían hacer temblar el suelo. El silencio entre nosotros era tan denso que me resultaba asfixiante.

—¡Espera! —grité mientras corría tras él, pero se detuvo tan de repente que choqué de lleno contra su espalda. Era como golpear una pared—. ¿Por qué te detienes de repente? —le solté, molesta y un poco aturdida por el impacto.

Él se giró despacio, y su mirada, tan oscura como la noche, se clavó en la mía con fastidio y burla.

—¿No fuiste tú quien pidió que esperara? —respondió con tono frío—. A ver quién te entiende, niña.

—¡Eres un idiota! —le espeté, apartándome de él con un empujón, aunque mi fuerza parecía nada comparada con la suya.

Avancé hacia la entrada de la posada, intentando ignorar cómo me hervía la sangre cada vez que me llamaba "niña". Lo hacía a propósito, solo para hacerme enojar.

Al cruzar la puerta, me quedé con la boca abierta. Por fuer
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