—¿Cómo encontrarás a ese chico?Ana, miraba divertida a su compañera. Estaba, tomando un nuevo pedido.—¡Quiero más papas! —comentó un niño, Gisel llenó un poco más su reciente.—¿Prefieres atender niños caprichosos toda tu vida? —quiso saber, tenía una de sus manos: posando su cadera.—¡Oye! —protestó el niño desconocido.—Muchas gracias por venir a Lesig.Suspiró, en ese día habian ido muchos pequeños revoltosos junto con sus padres. Aquello, en parte le agotaba.Pero no le quedaba otra.Era eso, o vivir en la calle.—¿Estas de nuevo pensando, en el motivo por el cuál trabajas aquí?—Asi es, Ana.Muchas veces Gisel, se quedaba observando nada en particular, con su mano apoyada en su mejilla derecha.Otras veces, sus ojos quedaban perdidos, en él.En aquel muchacho, pulcro.De cabellos rojizos, y sus luceros azules.Era tan hermoso...Siempre se lo quedaba viendo,hasta En aquellos momentos , los cuales él no estaba junto se queda pensando en el, en cada instante , la imagen de ese mu
El hombre, la miro un poco de extrañado. Era una muchacha delgada, con un cabello extrañamente rebelde. Se notaba, el esmero por a,darlo hacia arriba , pero habían algunos mechones sueltos acariciando a su frente . él no pudo evitar , por algún motivo que el desconocía, mirar sus labios.Sus labios, eran muy rosas, y estaban entreabiertos. En ese momento los estaba mordiendo, soltando los poco a poco hasta que quedaron un poco hinchado por la acción anterior.Leonardo, por algún motivo que desconocía, cerro los ojos momentáneamente, intentando olvidarla.Demasiados problemas tenía, para prestarle atención a alguien, qué no sé peinaba.Miro con frustración, su teléfono. En ese día, tenía que ir a buscar a su pequeña hija de 4 años llamada Emma. Él se había divorciado hace 2 años, porque su esposa le había engañado. Lo peor , no había sido El engaño en sí, sino que vienes todos juntos desde que eran unos pequeños niños.—Aqui tiene su pedido ¿Necesita algo más? —Gi, se mordía los labios
Sabía, en ese día tenía que entrar bastantes alimentos al interior. En unas horas llegaría el camión de reparto, y en ese día no solo tenía que guardar mercadería sin parar, sino que también tenía que seguir atendiendo a la gente.Aquello le molestaba en gran manera, le hubiera gustado tener algún compañero masculino que la pudiese ayudar, sin embargo todas son mujeres.Tenía un poco de sueño, no había podido dormir de la emoción de haber sido atendida ayer por el ginecólogo.Además que soñaba, una y otra vez: con lo que podría llegar a ocurrir en la próxima cita médica.Ya este día, no había sido la excepción. Miraba por el rabillo del ojo , a través de la puerta en cada minuto que pasaba . con la esperanza, de poder ver a su amor platónico ingresar por aquella puerta enorme de cristal.Pero con el paso de las horas, aquella esperanzas comenzada difuminarse.A pesar de tener mucha ansiedad, por verlo, el sujeto no había hecho su aparición. Eso en parte le inquietaba y la entristece e
—¡Vete de aquí! —dijo enojado.—¿O que?, llamaras a tu papi.—Imbecil — el ojos grises, lo tomo del cuello y lo largo afuera.Todos nos quedamos de piedra, con ese acto. El idiota número dos, lo vio asustado. Es que daba miedo, las venas de su cuello se habían inflamado.Después que aquel sujeto, se fuera corriendo. Vino hacia mi y me habló:—¿Estás bien?—quiso saber.Nose porque motivo, me puse a llorar en su hombro , Magdalena.Pero olía tan bien incluso, me quedé un poco perdida en su colonia.Todos entraron adentro y me quedé sola junto con él.Se marchó dejándome más dudas que respuestas, aunque la buena noticia era que ya sabía , se llamaba.— ¿Estas bien Gi? — Mel quiso saber, apenas entré. Tambien mi jefe, estaba a su lado ambos con una mirada preocupada.—Si… solo fue un susto y mi bocota —dije con una sonrisa.— Ese tipo era un imbécil… se lo merecía — Nahuel contestó y añadió: — Si no te defendía el, hubiera ido yo, mi bella dama en apuro.Con Mel, nos miramos divertidas.D
—Eso lo hace una empresa de limpieza.—Claro, en cambio yo tengo que trabajar limpiando mesas que nunca serán mías.Abrí los ojos con sorpresa: dándome cuenta lo que dije.— Supongo que cada uno tiene un trabajo distinto se encoge de hombros.Empieza a tomar un aparatito que no entiendo muy bien para que es y lo miro aún más aterrada.En este día hacía calor. Así que había optado por ponerme un vestido largo, y al parecer era oportuno para esta ocasión.El chico que más me gustaba en el mundo; por el cual había suspirado durante años me iba a ver mi parte íntima, la cual había depilado rigurosamente gracias al consejo de Ana. Había estado todo el día anterior sufriendo una y otra vez, creo que ahora debe parecer un tomate con dos labios.El, sin una pizca de vergüenza empieza a preparar todo.—¿Puedes retirarte el vestido... por favor? —me pide permiso.Asiento y me lo levantó, bajo mi ropa íntima, y el empieza a proceder con todo.La verdad es que nunca me habían hecho esto.Bueno sí
—Porque... porque ¡me siento bien! es solo que estoy fingiendo dolor... ¡asi es!Me mira , si me hubiera salido una tercera cabeza, incluso me tocó por si acaso.—¿Qué persona finge dolor? tienes el Incluso el tobillo hinchado.— Pero estaré bien... en serio —comento y me voy alejando, parezco una viejita renga, perdóneme las viejitas.Siento la mirada de Leonardo detrás de mí nuca, pero aún así no me giro.Me siento avergonzada, y llegó detrás de la cocina. Me siento en la primero que veo: en un cajón de verduras desgastado, de pronto veo a Melisa acercarse a mí con un hielo.—¿Por qué no dejaste que te ayudara? —quiere saber.Yo misma quiero saber la misma respuesta, pero tampoco iba a dejar que viera eso.—Tengo la media rota, en el cual se me sale el dedo gordo.—Ahora entiendo. Pero seguramente lo hubiera entendido: tal vez te hubiera regalado un par de medias —comenta divertida y yo la miro entrecerrando los ojos.Hoy día no me había parecido la más cuerda, aunque no pude evitar
Gisel, se encontraba en este día lluvioso cubierta de cobijas. La verdad es que no le había parecido levantarse dela cama, y a pesar de ser primavera y hacer calor: en ese día había sido en particular nublado y gris.Podía ver las sombras de las ramas a través de la ventana, alguna brisa se colaba: haciéndola extremecer.Las sombras, le daban un poco de miedo. Ya que estaba sola en su casa, a pesar de tener unos buenos padres amorosos... los cuales se preocupaban por ella, ella había optado por independizarse vivir sola.Tenía un solo hermano, el cual estaba felizmente casado y ya tenía más de 30 años.Ella, se encontraba cubierta, y con el corazón pensante. No podía quitar la sonrisa de Julia antes del día anterior, estaba en un día domingo gris y húmedo.De pronto, escuchó su teléfono de reojo. Puedo ver la luz palpitante y el sonido vibrante le hicieron despabilar, sabiendo que tenía que levantarse con las pocas fuerzas que tenía de hacerlo.Se sentó sobre el mudillo colchón, el cu
—¿Y Ana? —Quiso saber ella.—No lo sé... también intenté contactarla. Y no quiso atender.—Tal vez... está deprimida. Creo que deberíamos, comer e ir a visitarlas ¿no te parece?—Me parece una buena idea, podríamos llevar la pizza a su casa —comento Melissa.—Tienes razón, no se me había ocurrido.Giselle, fue a cambiarse un poco la ropa, en parte le daba mucho miedo que su amiga se diera cuenta de lo que había estado haciendo durante el día.Miró de reojo: la cama la cual había tenido que cambiar las sábanas.Suspiró, se puso un pantalón largo y suelto; encima un suéter de hilo fino. En cuanto lo hizo, se vio vestida frente a un gran espejo que había comprado hace poco. Salió con su amiga disparadas, para ver qué era lo que le ocurrió a su amiga.—Solamente estoy un poco preocupada —comenta—Yo también, pero de seguro que solamente está un poco triste , no debe ser tan grave —coménta Melissa.Las dos se suben al vehículo de Melisa: la misma no había tenido el privilegio tener unos pa