Capítulo2
Justo después de colgar, mientras aún sentía el corazón agitado por lo que acababa de pasar, mi mamá entró en mi cuarto sin siquiera tocar la puerta.

—¿Dónde está el collar de zafiro que tu padre te dejó antes de morir?

Sin embargo, yo no respondí. Y la tensión se instaló entre nosotras, cuando su rostro se enturbió, claramente molesta.

—¿Qué tipo de actitud es esa? ¡Tu hermana solo quiere tenerlo y usarlo un par de días porque le parece bonito! No seas egoísta, dáselo y ya.

En ese momento, Celia, mi hermana adoptiva, apareció tras ella y se colgó de su brazo, bajando la mirada con ese aire de víctima que tan bien le salía:

—Déjalo, mamá. Es obvio que nunca me ha considerado una hermana de verdad. Si no quiere, no la voy a obligar.

—¡¿Cómo que no te reconoce como hermana?! —saltó mamá, indignada—. Ese collar era de mi esposo, también tu padre. Y hoy yo decido que será para ti.

Sin darme tiempo a reaccionar, mamá abrazó a Celia, dedicándome una mirada severa.

—Y si no me lo das, voy a revisar todo tu cuarto.

La miré en silencio, esbozando una media sonrisa amarga.

La misma mujer que antes era dulce y cariñosa... en ese momento era una extraña, con esa voz dura y ese rostro perturbado que no reconocía.

Pero ya no importaba. Muy pronto me marcharía de allí para siempre. Así que no tenía sentido seguir discutiendo.

Decidida a mantenerme firme, fui hasta la caja donde guardaba el collar y, en silencio, se lo entregué.

—Así se hace —dijo mamá, sonriendo, satisfecha—. Celia es tu hermana, y, como hermana mayor, deberías darle lo mejor.

Cuando se fueron, Celia se dio vuelta y se puso el collar frente a mí, con una sonrisa orgullosa.

—No te enojes con mamá. La verdad, es que este collar me queda mucho mejor que a ti —dijo, mirándome con arrogancia—. Igual que Marco. A él también le quedo mejor yo. Lo que es mío, nadie me lo quita.

Me contuve, y la miré un instante. Tan orgullosa. Tan segura de sí misma…

Pero no le dije nada. Con el tiempo fui aprendiendo que, con personas como ella, cuanto más las enfrentas, más se crecen.

Y yo no pensaba darle ese gusto, por lo que, tomé mi bolso, e, ignorándola por completo, bajé las escaleras.

Pero, entonces, sin previo aviso…

—¡Ay! ¿Por qué me empujaste, hermana? —gritó Celia, de manera exagerada, mientras fingía tropezar, cayéndose por las escaleras.

Aunque la detestaba, mi primer impulso fue intentar sostenerla. Las escaleras eran empinadas, y una caída de esa magnitud podía ser peligrosa.

—¡Eva, maldita bruja!

Marco apareció de la nada y me empujó la mano con fuerza, haciendo que chocara contra el pasamanos.

Se escuchó un golpe seco.

El dolor fue tan fuerte que me nubló la vista, mientras un sudor frío recorría mi espalda.

—Marco... qué bueno que llegaste a tiempo. Si no, yo... —lloriqueó Celia, temblando entre sus brazos.

—Shh, tranquila —la consoló él, acariciándole la cabeza con ternura—. Nadie va a hacerte daño mientras yo esté aquí.

Miré mi mano, golpeada, ya hinchada y morada, antes de enfocar mi mirada en ellos: ella, con su cara ligeramente asustada, siendo protegida como si fuera de cristal, por el mismo hombre que me juraba amor eterno, el mismo con el que se suponía que me iba a casar entres mese…

¿¡Cómo...!? ¿Cómo había podido cambiar tanto, tan de repente?
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP