El helicóptero que trasladaba a Alexander, se estacionó en el helipuerto del hospital, ahí lo esperaba un equipo de médicos con la camilla, la cual fue dirigida con rapidez al área de terapia intensiva, con el doctor Seville a su lado. Luego de aplicar otros medicamentos, su frecuencia cardiaca y el ritmo de su respiración, comenzaron a estabilizarse; sin embargo, la fiebre no cedía.—Vamos Alexander, tú puedes —el médico le habló—, eres un hombre fuerte que ha demostrado que puede sobrevivir a pesar de todo diagnóstico médico.Los párpados de Alexander comenzaron a moverse, intentando abrir los ojos, hasta que lo logró.—No dejes que me muera aún —suplicó con dificultad—, deseo ver crecer a mis hijos, aunque sea un par de años. —Lo miró a los ojos—, promete que harás todo lo que esté en tus manos para ayudarme. —Un par de lágrimas corrieron por sus mejillas. El médico pasó saliva con dificultad, al escucharlo.—Te doy mi palabra que haremos todo lo posible por alargarte la vida, lo
Después de haber pasado la noche en vela, Madison solicitó a Ralph que fuera a descansar, mientras ella esperaba noticias. Tomó su móvil y le marcó a su cuñada Hanna.—Buenos días —saludó Madison, intentando escucharse tranquila.—Hola —Hanna contestó aclarándose la voz.— ¿Cómo están los niños? —preguntó con preocupación.—Despertaron en medio de la noche, preguntando por ti —respondió algo adormilada—, en este momento están durmiendo —dio un largo bostezo. —Lamento que te desvelaran.—No te preocupes, soy su tía favorita —expresó bajito—, nos tienen muy preocupados, ¿cómo están las cosas entre Alexander y tú?Presionó con fuerza sus párpados y contuvo el aire para no soltarse a llorar.—A ti no te puedo mentir —expresó con sinceridad—, Alexander está furioso conmigo, salió de la casa por la tarde, me dijo que necesitaba tiempo y se lo estoy dando —resopló.— ¡Ay no! —exclamó Hanna—, Alexander es un hombre muy rencoroso, espero que puedas darle una explicación y que él la comprenda,
Madison ingresó a temprana hora al hospital, el sonido de sus stilettos de tacón resonaron por los pasillos que pasaba. Se dirigió a la máquina expendedora de café y luego hacia la sala del cubículo, esperando a que el doctor Seville, saliera de la revisión con Alexander. Luego de esperar cerca de una hora, se puso de pie al verlo salir de la habitación de él. —Buenos días —saludó el hombre. —Hola, doctor ¿Cómo se encuentra Alexander? —preguntó. —Mucho mejor, tanto que lo vamos a dar de alta —manifestó sonriente. —Me da mucho gusto —resopló sintiendo un gran alivio. — ¿Por qué no has entrado a verlo? —preguntó frunciendo el ceño. La joven inclinó su rostro. —Está molesto conmigo —explicó—, no deseo alterarlo, por eso he preferido quedarme aquí en la sala de espera. El doctor Seville rodó los ojos. —Ya se le pasara —refirió sin darle importancia—, tengo que decirte algo importante —expresó. — ¿Qué ocurre? —Tengo un colega en la ciudad de Toronto, está probando un tratamient
Tres días después.— ¿A dónde nos dirigimos? —cuestionó Madison a Hanna, quien llegó de improviso, sacó una maleta de su closet y empacó ropa de su amiga, para después subirla con los pequeños a su auto.—Es una sorpresa —refirió la joven de forma misteriosa y continuó su trayecto. Luego de cuarenta minutos ingresó a un hangar privado en donde se encontraba un lujoso jet.Madison miró con intriga a Hanna quien descendió corriendo para abrir el maletero, y sacar el equipaje de su amiga y luego una maleta mucho más grande que la anterior.—Lleve esto al avión —ordenó al joven que se acercó.— ¿Vamos a volar en eso? —lo señaló.Hanna carcajeó al ver su cara apanicada.—No, tú volarás en eso —expresó con emoción, le dio un beso en la mejilla y corrió hasta el auto, encendiéndolo de inmediato.Madison giró su rostro para ver cómo agitaba su mano para despedirse llevándose a sus pequeños.—Bienvenida señora Walton —mencionó la sobrecargo—, acompáñeme por favor.Las piernas de la chica tembl
Después de haber descansado un par de horas en la suite presidencial, ambos se ducharon y comenzaron a arreglarse para salir a cenar. Al leer los mensajes que le dejó Hanna en su móvil, se dirigió a la maleta que ella había colocado de manera intencional.Al abrirla sus ojos se sorprendieron al encontrar un hermoso vestido largo en color rojo, —Vaya que hiciste tu tarea muy bien. —Sus dedos recorrieron la exquisita tela aquella delicada prenda, observó un neceser dentro y lo tomó sabiendo que debía haber gran cantidad de cosas para maquillarse.***Alexander esperaba en la sala de la suite presidencial en la que se hospedaban, recargó su cabeza en el respaldo y de pronto comenzó a cabecear, debido al tiempo transcurrido.—Estoy lista —Madison expresó con una cálida sonrisa.Alexander sacudió su rostro al escucharla, sus ojos se abrieron de par en par al observarla de abajo hacia arriba, luciendo un sensual vestido estilo Jessica Rabbit, con una gran abertura de lado mostrando su atre
—Para mí fue más que eso —respondió—, trabajaba en el servició de limpiezas de lujosos apartamentos. Casi acababa de salir de la casa de asistencia donde pasé muchos años. Creí que James me amaba —pausó un momento—; no tenía la menor idea de que estaba casado, hasta que… —Su mirada se cristalizó—, su esposa me sorprendió mientras trabajaba, me humilló tanto, hasta que desquitó su frustración en mí. Nunca me había sentido tan insignificante, tan poca cosa, como en ese momento, además que saber que era la amante de ese hombre, me dolió mucho. La verdosa mirada de él se ensombreció al escucharla, su respiración se agitó.—Siento mucho que hayas pasado por algo así —refirió con sinceridad. — ¿Por qué te ha vuelto a buscar?, ¿por qué no me lo dijiste? —preguntó sin dejar de verla.—Es uno de los socios de la empresa del señor Smith Hilton —respondió a su pregunta—, he intentado evitarlo, pero se las ha arreglado para conseguir mi número y enviar aquellas flores, pero no le di pie a nada,
Madison tomó su móvil, llena de rabia.—Maldito infeliz —bramó—, no voy a permitir que te acerques a lo que más amo en el mundo —indicó—, antes de que intentes cualquier cosa, voy a acabar contigo —gritó mientras sus dedos temblaban al buscar el número al que le había llamado días atrás.Elevó su cristalina mirada al sentir como los dedos de Alexander le retiraron el teléfono.—No tienes porque rebajarte al llamarlo, todo lo haremos a través de los abogados de la familia —indicó—, ya no estás sola, Madi. Me tienes a mí para pelear a tu lado por nuestros hijos.La chica parpadeó dejando liberar las lágrimas que contenía.—No permitas que los separen de mí, te lo ruego, son todo lo que tengo en la vida.—Te doy mi palabra que no lo hará. —Retiró las pocas lágrimas que escurrieron con la yema de sus dedos. —Voy a llamar para solicitar que tengan listo lo antes posible el avión para regresar cuanto antes.—Me parece bien. —Se dirigió al armario para comenzar a guardar las pertenencias de
— ¿Qué pasa Madi? —preguntó mirándola a los ojos. — ¿Por qué razón tendríamos que salir del país? —Porque… —sus manos temblaron—, estoy enterada del secreto que llevas guardando desde hace tiempo y… El doctor Seville, me dijo que en la ciudad de Toronto hay un nuevo tratamiento —explicó—, es experimental, pero al parecer está dando resultados a los pacientes como tú.Alexander retrocedió un par de pasos al escucharla hablar, su corazón retumbó hasta llegar a sus oídos.— ¿Desde cuándo lo sabes? —preguntó.—Creo que fue el día que quedamos de reunirnos en aquel restaurante y no llegué. —Presionó sus labios con fuerza.—¿Estás fingiendo que te importo? —cuestionó. — ¿Lo estás haciendo por qué me tienes lástima? —inquirió.Madison acortó la distancia entre ambos y se reflejó en su mirada.—Jamás haría algo así. —Colocó su mano sobre su pecho—. Confía en mí —suplicó—, nunca haría algo que te lastime, porque sé lo mucho que duele un engaño. —Poco a poco acercó su mano a la mejilla de él y