Felices fiestas, para todas, que todos sus anhelos se hagan realidad. Les saludo con cariño.
La respiración de Madison se agitó al escuchar aquel reclamo.—No lo sé —expresó deseando que no se tratase de James—, estoy tan sorprendida como tú ¡Suéltame! —ordenó.Alexander retiró sus manos y se dirigió hacia aquel arreglo floral, buscando alguna tarjeta.—Veremos quién es el atrevido que te está enviando flores —gruñó y tomó el pequeño sobre.— ¿Acaso está celoso, señor Walton? —cuestionó Madison y le arrebató de los dedos la nota—. No le han dicho que es de mala educación tomar lo que no es suyo —susurró y tomó distancia.Alexander frunció el ceño y se quedó pensativo, reconoció para sus adentros que sentía un gran deseo por saber quién le había regalado aquellas flores.—No, no estoy celoso. —Se aclaró la garganta—, todo el mundo sabe que estamos casados, no creo que alguien que trabaje aquí, en su sano juicio se atreviera a hacerlo.—Tengo que seguir trabajando. —Caminó hacia su escritorio—, gracias por la comida.Alexander la miró fijamente a los ojos.—No fue nada —manifes
Minutos después, Alexander abrió los ojos. —Ya me siento mejor —expresó y se puso de pie despacio. Caminó un par de pasos y Madison no le quitaba la vista de encima, al observar que se tambaleó un poco, se acercó a él y lo abrazó. —Aún no estás bien, espera un poco —solicitó mirándolo a los ojos. —Ya está pasando —mencionó él sintiendo como sus dedos se aferraron a la cintura de Madison. —Que bien. —Sonrió y se acercaron a la cama donde los gemelos los miraban atentos. —Voy a cambiarme de ropa —mencionó Madison. —No tardes mucho, te estamos esperando para cenar —refirió intentando seguir el consejo de su amigo. La joven frunció el ceño. —No tardo nada —contestó—, yo bajaré a los pequeños —indicó y se retiró con rapidez. En cuanto Madison salió de la habitación, sacó una píldora de su bolsillo y la llevó a la boca. —No me puede estar enamorando de ti, precisamente ahora que… —no se atrevió a decir más. *** Luciendo prendas más sencillas, Madison descendió caminando despaci
Días después. Madison esperaba en un importante restaurante, en el cual tenía una cita con uno de los socios de la compañía con la que estaban negociando la compra del complejo en el que ella participaba. Miró su reloj y frunció el ceño con extrañeza al darse cuenta que no llegaba aquel empresario. — ¿Va a ordenar algo? —el mesero cuestionó. —Traeme una limonada, por favor —solicitó. Minutos después de que el mesero le llevó lo que pidió, un hombre ingresó y caminó a ella a grandes zancadas, plantándose frente a ella.. —Señorita Davis —pronunció y de inmediato la recorrió con su mirada, sintiendo como se le secaba la boca al ver lo bien que lucía con una blusa de seda en tono marfil, luciendo un discreto escote.. Al escuchar aquella voz, Madison abrió los ojos de par en par y se estremeció. — ¿Qué estás haciendo aquí señor James? ¿En dónde se encuentra el doctor Smith? —indagó en tono duro. James ladeó los labios y sonrió. — ¿Acaso crees que iba a permitir que alguien más acu
James dejó caer el vaso de whisky que sostenían entre sus dedos al observar aquella entrevista, su cuerpo se estremeció al darse cuenta que una vez más, Alison lo había descubierto, de pronto algo llamó su atención.— ¡Señora Walton! —exclamó con sorpresa. — ¿Estás casada? —colocó ambas manos sobre su pecho—, no puedes ser de nadie más, tienes que ser mía —refirió con la voz trémula.De inmediato corrió hacia el vestidor de su habitación y se movilizó a abrir la caja fuerte.—Este dinero es también mío —expresó, además de tomar las joyas que había dentro—, me he esforzado mucho trabajando en la empresa de tu padre, como para que te creas mi dueña y señora —gruñó.Con rapidez sacó la mayor ropa de su closet y la llevó a su maleta. Estaba por salir cuando se topó con Alison.—Buenas tardes, amor, ¿piensas salir de viaje? —preguntó y caminó con elegantes pasos hacia la sala.James presionó su dentadura y la miró con hostilidad.—Me voy, estoy harto de que te sientas mi dueño —bufó.La he
—Escúchame bien, Alexander va camino a la casa—, Hanna advirtió—, está como alma que se lo lleva el diablo, debido a que…Madison se sobresaltó al escuchar que la puerta de su habitación se azotó con gran fuerza, su cuerpo se estremeció al observar la gélida mirada de Alexander. Sin decir más cortó aquella llamada.— ¿Por qué entras así? —cuestionó sorprendida.— ¿Quiero que me digas en la cara desde hace cuanto tiempo te estás revolcando con este hombre? —mostró la imagen que circulaba en redes sociales. — ¿Fue él quien te regaló aquel costoso ramo de flores? —inquirió lleno de furia.El corazón de Madison se agitó.—Tranquilízate por favor —suplicó al ver lo alterado que se encontraba—, hablemos como personas civilizadas —solicitó, temiendo por su salud, ya que el médico le había indicado que requería tranquilidad.— ¿Cómo me pides que me tranquilice, después de que te descubrieron besándote con ese hombre y encima de todo estás en boca de todo el mundo —bramó.—Sabes que lo que di
El helicóptero que trasladaba a Alexander, se estacionó en el helipuerto del hospital, ahí lo esperaba un equipo de médicos con la camilla, la cual fue dirigida con rapidez al área de terapia intensiva, con el doctor Seville a su lado. Luego de aplicar otros medicamentos, su frecuencia cardiaca y el ritmo de su respiración, comenzaron a estabilizarse; sin embargo, la fiebre no cedía.—Vamos Alexander, tú puedes —el médico le habló—, eres un hombre fuerte que ha demostrado que puede sobrevivir a pesar de todo diagnóstico médico.Los párpados de Alexander comenzaron a moverse, intentando abrir los ojos, hasta que lo logró.—No dejes que me muera aún —suplicó con dificultad—, deseo ver crecer a mis hijos, aunque sea un par de años. —Lo miró a los ojos—, promete que harás todo lo que esté en tus manos para ayudarme. —Un par de lágrimas corrieron por sus mejillas. El médico pasó saliva con dificultad, al escucharlo.—Te doy mi palabra que haremos todo lo posible por alargarte la vida, lo
Después de haber pasado la noche en vela, Madison solicitó a Ralph que fuera a descansar, mientras ella esperaba noticias. Tomó su móvil y le marcó a su cuñada Hanna.—Buenos días —saludó Madison, intentando escucharse tranquila.—Hola —Hanna contestó aclarándose la voz.— ¿Cómo están los niños? —preguntó con preocupación.—Despertaron en medio de la noche, preguntando por ti —respondió algo adormilada—, en este momento están durmiendo —dio un largo bostezo. —Lamento que te desvelaran.—No te preocupes, soy su tía favorita —expresó bajito—, nos tienen muy preocupados, ¿cómo están las cosas entre Alexander y tú?Presionó con fuerza sus párpados y contuvo el aire para no soltarse a llorar.—A ti no te puedo mentir —expresó con sinceridad—, Alexander está furioso conmigo, salió de la casa por la tarde, me dijo que necesitaba tiempo y se lo estoy dando —resopló.— ¡Ay no! —exclamó Hanna—, Alexander es un hombre muy rencoroso, espero que puedas darle una explicación y que él la comprenda,
Madison ingresó a temprana hora al hospital, el sonido de sus stilettos de tacón resonaron por los pasillos que pasaba. Se dirigió a la máquina expendedora de café y luego hacia la sala del cubículo, esperando a que el doctor Seville, saliera de la revisión con Alexander. Luego de esperar cerca de una hora, se puso de pie al verlo salir de la habitación de él. —Buenos días —saludó el hombre. —Hola, doctor ¿Cómo se encuentra Alexander? —preguntó. —Mucho mejor, tanto que lo vamos a dar de alta —manifestó sonriente. —Me da mucho gusto —resopló sintiendo un gran alivio. — ¿Por qué no has entrado a verlo? —preguntó frunciendo el ceño. La joven inclinó su rostro. —Está molesto conmigo —explicó—, no deseo alterarlo, por eso he preferido quedarme aquí en la sala de espera. El doctor Seville rodó los ojos. —Ya se le pasara —refirió sin darle importancia—, tengo que decirte algo importante —expresó. — ¿Qué ocurre? —Tengo un colega en la ciudad de Toronto, está probando un tratamient